“Ahí está la luna, pidiéndome que me quede con ella el tiempo suficiente como para que las nubes me rodeen. Mi momento ha llegado y no tengo miedo a morir, mi voz va apagándose poco a poco, cantando al amor aunque ahora llore al paso del tiempo” cantaba Jeff Buckley en la canción homónima de su primer y último disco en vida; “Grace” (1994). Acostumbrado a tocar en bares y divertirse con versiones de Piaf, Cohen o MC5, fue el primer sorprendido cuando el inesperado y relativo éxito de “Grace” le hizo girar durante dos años y perder ese anonimato del que disfrutaba cuando cantaba ante pocas personas, ése en el cual podía divertirse, aprender y equivocarse hasta que una noche de primavera se fue a escuchar música con un amigo a las orillas del río Wolf, comenzó a sonar “Whole Lotta Love” de Led Zeppelin y mientras la cantaba, se acercó a la orilla totalmente vestido para, poco a poco, irse metiendo en el agua hasta quedar completamente sumergido en un momento evocador de la Ofelia de Millais o de la propia Virginia Woolf.
“Grace” es un disco auténticamente inmortal pero no por contener grandes canciones sino por su belleza, estilo, buen gusto, sensibilidad e intensidad. Escuchar “Grace” es entrar en un estado de ánimo, es vivir plenamente la vida a través de su voz y estallar de júbilo o caer en el pozo más oscuro. Nadie es capaz de cantar “Lilac Wine” o “So Real” como él, incluso Leonard Cohen tuvo que rendirse ante la evidencia de que cuando Jeff grabó “Hallelujah” había logrado la versión definitiva de una canción suya, si Cohen es tan humilde de saber cuándo reverenciar es porque la emoción que transmite la interpretación de Buckley es incontenible. Pero es que todo el disco es así, una montaña rusa de emociones y sentimientos, de la más oscura noche, a un cielo con nubes hechas jirones, una relación que acaba, añoranza, deseo, calma, misticismo, magia, melancolía y una pasión desbordante.
Producido por el propio Buckley, el gran Andy Wallace y Mick Grondahl al bajo, Michael Tighe a la guitarra y Matt Johnson a la batería, además de la sombra de Gary Lucas (de Gods And Monsters) y Loris Holland al órgano, “Grace” es enigmático, desde el reloj o las llaves, hasta la portada con Jeff aferrándose al micrófono como si sólo su voz bastase para pasar a la historia y con un arranque mágico con “Mojo Pin” en el que Jeff susurra: “Acostado en mi cama, la sabana es cálida, este cuerpo nunca estará a salvo de daño. Aún siento tu cabello, listones negros de carbón, toca mi piel para mantenerme entero” y entra el grupo desperezándose como si la canción emergiese del sueño, mientras sigue cantando: “Si tan solo volvieras a mí, si te recostaras a mi lado no necesitaría ningún amuleto para sentirme satisfecho” y comienza la primera subida a los cielos cuando Jeff reclama: “No quiero llorar por ti, no quiero saber, me siento maltratado y torturado, los caballos blancos fluyen, los recuerdos arden, el ritmo cae lentamente. Belleza negra te amo tanto” pero continúa evocando recuerdos tan poéticos y pasionales como “nosotros dos estamos para servir y rogar por amor, renaciendo del ritmo, gritando, descendiendo del cielo” hasta terminar alcanzando el clímax con su voz rozando el desgarro, elevando el tono “Márcame con tu desprecio, mi amor, dame más, recibí azotes de criterio en mi espalda, dame más. Eres tú lo que he esperado para ver en mi vida, eres tú lo que he buscado con tanta fuerza” y acabar la canción como si consiguiese domar esos caballos blancos que antes fluían y ahora relinchan en las guitarras, como si acabase de exorcizar una relación que le ha desgastado.
Pero si creemos que hemos llegado a la cota más alta de emoción con “Mojo Pin” es porque no hemos escuchado “Grace”. Comienza con una guitarra mágica y estalla antes de tiempo para convertirse en un medio tiempo en el que la preciosa voz de Jeff canta: “Ahí está la luna, pidiéndome que me quede con ella el tiempo suficiente como para que las nubes me rodeen. Mi momento ha llegado y no tengo miedo a morir, mi voz va apagándose poco a poco, cantando al amor aunque ahora llore al paso del tiempo” con uno de los estribillos más emocionantes de todo el disco; “Espera en el fuego, espera en el fuego” y otra vez un estallido de intensidad inigualable cuando, después de la segunda estrofa, Jeff hace gala de una de las gargantas más prodigiosas del mundo de la música, capaz de elevarse a las notas más altas (inalcanzables para muchos intérpretes), bella y sensible, pero rasgada cuando se desgañita y grita en un falsete imposible: “Y los siento ahogar mi nombre, es tan fácil conocer y olvidar con un beso. No tengo miedo a morirme, pero lo hago tan despacio”. Si habitualmente se dice que la interpretación de Clare Torry de "The Great Gig in the Sky" de Pink Floyd es lo más cercano a un orgasmo, el final de "Grace" de Buckley es la réplica masculina, tan sobrecogedor que apabulla en la primera escucha.
“Last Goodbye” puede parecer optimista, incluso intranscendente en su acompañamiento pero no podemos pasar por alto que en ella Jeff abandona una relación y siente como el amor desaparece y lo dice a bocajarro: “Éste es nuestro último adiós, detesto sentir que nuestro amor murió, pero se acabó, tan sólo escúchame y después me iré; tú me diste mucho por lo que vivir, más de lo que nunca sabrás. Y éste es nuestro último abrazo, a partir de ahora deberé soñar siempre que quiera verte, ¿por qué no podríamos habernos saltado las reglas? Cariño, tal vez sea porque no lo hice y no lo sabía” y subimos más aún la intensidad “Bésame, por favor, bésame. Pero bésame más allá del deseo y la lástima, sabes que me enfada porque sé que después te haré llorar en nuestro último adiós” y estallan los arreglos de cuerda de Karl Berger llevándonos lejos, muy lejos hasta “Lilac Wine” de James Shelton pero tomando la inspiración de Nina Simone, se vuelve a hacer de noche en “Grace”...
"Me perdí en una noche fría y húmeda, me entregué a esa luz brumosa, estaba hipnotizado por un extraño placer bajo un árbol de lila Hice vino del árbol, puse mi corazón en su receta, me hace ver lo que quiero ver, ser lo que quiero ser" y Jeff nos embruja con una voz aterciopelada, cercano al Jazz, magnífico, hechizante y tierno. "Lilac Wine" es una versión que crece dentro de uno, que nos cautiva gracias a su voz. Sigue siendo de noche en "So Real" pero no destila la belleza y tranquilidad de "Lilac Wine", "So Real" transmite tensión; "Amor, déjame dormir esta noche en tu sofá y así poder recordar el olor de la tela de tu vestido" y estalla de manera violenta en el estribillo, con un solo sucio y lleno de distorsión para confesarse de manera intimista; "Te amo pero tengo miedo de amarte, te amo pero tengo miedo de amarte, tengo miedo…"
Y llegamos a la joya de la corona de "Grace" o, por lo menos, la más popular. Jeff era famoso por hacer versiones de sus artistas favoritos y lograr mejorar la original y en "Hallelujah" hasta el mismísimo Leonard Cohen tuvo que rendirse antes su belleza. Puede que la versión que hace Jeff del "Hallelujah" ahora haya sido usada en infinidad de anuncios, series y miles de artistas le hayan imitado pero basta con hacerla sonar y sentir como le duele cada nota, como vuelca toda su pasión pellizcando las cuerdas y dejando que su voz inunde la habitación hasta hacerse insoportable tanta belleza y terminar estallando con su privilegiada voz. "Lover, You Should've Come Over" es otra maravilla, acústica y bonita, jodidamente bonita; "Estoy hambriento de tu amor, sin manera de alimentarlo. ¿Donde estás esta noche? Niña, no sabes lo mucho que lo necesito. Demasiado joven para agarrarme y demasiado viejo para, simplemente, liberarme y correr. A veces, el hombre se deja llevar cuando cree divertirse pero está demasiado ciego para ver el daño que hace. A veces el hombre debe darse cuenta de ello para descubrir que, realmente, no tiene a nadie" y, apoyado por unos coros, Jeff nos deja desolados en otra perla más de "Grace".
"Corpus Christi Carol" de Britten es un auténtica demostración de su versatilidad y don, una voz prodigiosa únicamente apoyada sobre su guitarra. Jeff podía cantar lo que se propusiese; sonar como Simone, como un soprano, cantar Rock e incluso Metal. "Corpus Christi Carol" sirve como descanso angelical en "Grace" para llegar a la pieza más salvaje, una apisonadora en directo con Jeff enloquecido; "Eternal Life" que está cerca del Rock que tanto le gustaba a Jeff; "La vida eterna esta ahora frente a mí, tengo mi ataúd rojo brillante y sólo necesito un último clavo mientras todos estos tipos desagradables juegan…" La verdad es que siempre he preferido la versión que, a solas con su guitarra, hacía en bares y salas pero "Eternal Life" es el contrapunto a "Corpus Christi Carol" y perfecta para llevarnos de la mano a la mejor canción de "Grace", "Dream Brother" con un comienzo oriental y entrando poco a poco; "Hay un niño durmiendo al lado de su hermano gemelo. Las imágenes se vuelven confusas con un soplido de viento. El angel oscuro se está arrastrando, mirándolos por encima con sus alas caídas de plumas negras" y el estribillo se convierte en un mantra: "No seas como el mismo que me hizo tan viejo. No seas como el mismo que me abandonó tras su nombre. Porque te esperan igual que esperaron por mí y nunca llega nadie", ¿una referencia velada a Tim Buckley, su padre, también fallecido siendo muy joven? Jeff nunca le conoció, apenas una vez cuando era un niño, y lo único que pudo hacer fue cantar una canción suya para presentarle sus respetos. "Grace" es el disco que todo aquel que quiera sentirse vivo debe escuchar una vez en su vida, es el disco que recomendaría a alguien importante y que me gustaría que escuchase con los cinco sentidos.
© 2014 Caudlfield