Sin duda "Enthrone Darkness Triumphant" (1997) supuso un cambio importantísimo en la forma de entender el black metal en los últimos años de la década de los 80. Si Dimmu Borgir hubieran sido suecos posiblemente no se hubiera montado el revuelo que se montó tras la edición de uno de los trabajos más completos e interesantes de Black. Guste o no, "Enthrone Darkness Triumphant" es un álbum de black metal; podemos ponerle detrás todos los apellidos que queráis (sinfónico, melódico...) pero al final las dos palabras más importantes (black y metal) no pierden su fuerza ni su presencia. Recuerdo como si fuera hoy mismo el alboroto y tumulto que se montó tras su edición allá por el año 1997, auspiciado sobre todo por los seguidores más conservadores y puristas del true nowergian black metal, ya que el disco venía a ser algo así como un señor puñetazo en la cara a todos aquellos que bebían del black más casto y puro. El enfado ya se maceraba cuando Dimmu Borgir fichaba entonces por la todopoderosa Nuclear Blast para lanzar poco más tarde "Enthroned Darkness Triumphant". Tras la edición, y para hundir más el dedo en la llaga de los puristas, el disco se convierte en todo un éxito de ventas y de aceptación por parte del gran público, hasta tal punto que el álbum se convirtió en una de las grandes bazas de la poderosa discográfica alemana, además de conseguir por ello que la banda se convirtiera en una de las más mimadas y cuidadas por dicho sello.
Ya me imagino la cara que se les tuvo que quedar a los más malos de la película que perdían más tiempo en rituales tontos y en la quema de iglesias que en la propia música. Estaba claro que muy centrados no andaban entonces ninguno de ellos. El éxito de "Enthrone Darkness Triumphant" venía avalado por el hecho de que Shagrath y Silenoz decidieran finalmente abandonar su lengua materna (utilizada en sus dos trabajos anteriores, "For All Tid" "Stormblast") y cantar en inglés, un idioma mucho más universal y que a la postre les abriría las puertas del vahalla. Te podrán gustar o no, incluso los podrás odiar, pero una cosa es indiscutible, Dimmu Borgir es sinónimo de calidad y garantía.
Recuerdo que la primera vez que escuché "Enthroned Darkess Triumphant" me quedé impactado , no me esperaba para nada algo tan delicado de un grupo noruego que hacía black metal. Shagrath y Silenoz supieron darle a su música un toque sinfónico que la hacía mucho más apetecible y audible a los oídos menos acostumbrados a los sonidos extremos. El primer tema que escuché de Dimmu Bogir fue "Mourning Palace", aunque curiosamente no fue en el disco que hoy tenemos entre manos, sino en un recopilatorio editado por Nuclear Blast por su décimo aniversario, donde figuraban temas de las diferentes bandas que militaban (y militan) en dicho sello. Aquel recopilatorio era un triple disco dividido en tres: pasado, presente y futuro. A Dimmu Borgir le tocó estar en el tercer disco, el correspondiente al futuro (al fin y al cabo acababan de de fichar por Nuclear Blast) y más concretamente "Mourning Palace" era la encargada de abrir aquel tercer redondo...Desde los teclados iniciales de Aarstad el tema te posee y te hace suyo, es materialmente imposible poder librarte de su ritmo lento y pausado roto solamente por el impresionante grito de Shagrath en su comienzo al más puro estilo Araya en "Angel Of Death". Es uno de esos gritos que se te graban y que no se te olvidan; la maldad y perversidad se erige en primera persona, lo notas, lo sientes. Los teclados de Aastard forman el armazón principal de la composición, convirtiéndose en el tema de Dimmu Borgir con más presencia de dicho elemento sinfónico. Fascinante la lírica del vocalista noruego en las segundas estrofas entonando y lapidando con su potente voz frases tan blasfemas como "waiting for satan to bless their sins". Silenoz por su contra se mantiene en un segundo plano, las guitarras no son tan puras como se pudiera imaginar y no están tan presentes como el órgano o la batería. No en vano la lucidez del extraño y peculiar guitarrista llega, como casi siempre, en la parte final del tema, con un riff de esos que hacen época, jodidamente aplastante y vigoroso.
Si "Mourning Palace" ya me enganchó en aquella recopilación de Nuclear Blast, "Spellbound" no tardó ni un segundo hacerlo una vez que me hice con una copia del álbum. En este caso, y al igual que ocurría con "Mourning Palace" el corte también empieza con unos teclados muy característicos, que acompañan a un Shagrath que canta en un tono más bajo que en el tema predecesor; sin embargo Silenoz se muestra esta vez mucho más agresivo y prominente que en "Mourning Palace", doblando en muchas ocasiones las partes más sinfónicas del piano de Aastard y llevando sus riffs y su potencia a una dimensión diferente. Emocionante e idílica se presenta la parte final, con un solo de quitarse el sombrero, apenas perturbado por unos lentos y sinuosos efectos sinfónicos que dotan al tema de un componente épico capaz de ponerte los pelos como escarpias. Siempre recordaré "Spellbound" en aquella actuación del Ozzfest de 2004 y que posteriormente editarían en dvd como bonus en la reedición de su segundo álbum, "Stormblast" (1996). Una joya sin duda y una de sus mejores canciones.
Con "In Death´s Embrance" meten la quinta marcha en un riff rapidísimo que parece repetirse hasta el infinito. Es un tema más old school, con cierto coqueteo con las partes más melódicas de "Stormblast" e incluso de "For All Tid", pero que sin duda su epicentro y su adn viene descifrado nuevamente por las manos de Aastard. El sonido de "Relinquishment of Spirit and Flesh" sería posteriormente depurado años más tarde con "Spiritual Black Dimensions"; estamos ante un tema realmente heavy, muy abrupto (posiblemente el más potente de "Entothroned Darkness Triumphant") y con unos elementos difíciles de digerir en una primera escucha. El tema no entra tan de primeras como los tres anteriores, no en vano con un poco de paciencia acabas por cogerle el regustillo a ese tándem milimétrico que hacen los Borgir de fuerza y sonfonía. Con "The Night Masquerade" nos subimos al tren de la locura, viajando al lado oscuro y a otros tiempos y a otros parajes inimaginables...No podemos dejarnos engañar ni asesorar por los más puristas; esto suena a gloria bendita (se mire como se mire), "Freezing Moon" no es más black metal de lo que pueda ser "The Nigtht Masquerade" (y os lo dice un gran seguidor de Mayhem). Con un tema así no te costará entrar en trance guiado por la poderosa voz de Shagrath, endulcorada simplemente en puntuales momentos por una melodía de auténtica leyenda. Señoras y señores, esto es una puta obra maestra.
"Tormentor of Christian Souls" y "Entrance" tienen si me apuráis un aire más "casual" y más modernito. No es que Dimmu Borgir vayan a ser ahora los pioneros de nada (al fin y al cabo en la música todo está inventando ya) pero sí que tienen algún que otro elemento distintivo y diferenciador del black sinfónico, "abusando" en cierta medida (sobre todo en la segunda) de sintetizadores y efectos menos clásicos. "Mater of Disharmony" forma el núcleo más duro de "Enthrone Darkness Triumphant", un tema que tiene muy poco de sinfónico y por contra mucho de black metal, donde la presencia de los teclados se resumen exclusivamente a su parte final enfilando los últimos compases de la pieza. Con "Prudence´s Fall" vuelven a recuperar la sinfonía y al Aastard más enigmático, regalándonos unas líneas realmente brillantes y reconfortantes para el oyente tras el destrozo que causa "Master Of Disharmony". "Raabjørn speiler Draugheimens Skodde", un tema a modo de bonus track que cuenta con unas guitarras afiladas como chuchillas que no os dejaran indiferentes si lo vuestro es la guitarra.
Aunque para canción emblemática nos quedamos con "A Succubus in Rapture". La misma forma junto con "Spellbound" y "Mourning Palace" el podio de honor de esta obra del black sinfónico. Los elementos épicos y paganos vuelven a hacer acto de presencia haciendo que tu cuerpo reaccione ante tanta pasión y ante tanto sentimiento. La guitarra de Silenoz vuelve a ser en este caso la fuente de inspiración de las partes más melodramáticas del corte. El solo vuelve una vez más a ser grandiosos, de esos que te dejan tocado y hundido para una temporada… Es lo que tienen las obras maestras, por muchas veces que las escuches nunca dejan de sorprenderte.
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