SETLIST: War Pigs/ Into the Void/ Under the Sun/ Every Day Comes and Goes/ Snowblind/ Age of Reason/ Black Sabbath/ Behind the Wall of Sleep/ N.I.B./ End of the Beginning/ Fairies Wear Boots/ Rat Salad/ Solo de Tommy Clufetos / Iron Man/ God Is Dead?/ Dirty Women/ Children of the Grave/ Sabbath Bloody Sabbath-Paranoid/ Zeitgeist (altavoces)/
Casi cuatro meses atrás nos enteramos de que cubriríamos el concierto de Black Sabbath en el Palais Omnisports de Paris-Bercy y los nervios nos pudieron. No sólo creo que esta gira es una oportunidad, quizá única, de ver sobre los escenarios a Ozzy, Geezer y Tony sino que creo que el grupo está viviendo una buena época tras todos los sinsabores del pasado, peleas y disputas, desgracias personales y, a pesar de no contar con Ward, tanto la gira como su último disco de estudio dan la medida de lo que son actualmente Black Sabbath. Además, ver a Ozzy siempre es un placer y más si se acompaña de Geezer y el gran Iommi. ¿Y por qué no decirlo? París era una fecha más que apetecible de su gira europea, no sólo por la cercanía sino por ser un día antes del sesenta y cinco cumpleaños de Ozzy y ser una de las últimas citas del 2013 en el cual presentan precisamente “13”.
Meses más tarde y habiendo reposado su último disco, debemos ser sinceros y admitir que cualquier crítica -por muy apresurada que fuese- basada en la euforia de tener en las manos material nuevo de los de Birmingham era totalmente justificada. El nuevo álbum crece por momentos y sus composiciones resultan sólidas y aguantan el envite de lidiar con otros clásicos en directo, incluso la denostada “Zeitgeist” (por ser demasiado parecida a “Planet Caravan” ) suena lúgubre y majestuosa en la voz de Ozzy resonando en un recinto. La gran sorpresa para muchos ha sido la desestimación de Brad Wilk para la gira y la incorporación de Tommy Clufetos. De este último no se pueden decir más que alabanzas, es un gran batería que conoce de primera mano los temas de Sabbath pero el debate que se plantea no es la ausencia de Wilk (al que, aunque considero buen batería, me da completamente igual verle o no en directo otra vez más) sino por qué Clufetos no grabó “13”…
Según las malas lenguas; Ozzy, Iommi y Geezer contaban con Clufetos para grabar el nuevo disco tras la incomprensible desbandada de Ward (otra vez más se largaba del grupo dejándoles en la estacada y alegando desavenencias contractuales respecto a los royalties) pero fue el orondo Rubin el que se negó a trabajar con Clufetos proponiendo a Wilk como sustituto para el nuevo disco de Sabbath. Los motivos de que Rubin preferiese a Wilk y no contemplase siquiera a Clufetos, mucho me temo que permanecerán ocultos hasta el fin de los días y lo único que el productor justificó es que Wilk tenía mucho más “groove” (algo completamente absurdo cuando uno ve a Clufetos tras los parches como si no hubiese mañana y es que es un músico infinitamente más completo y versátil que Wilk) pero lo que se rumorea es que, por suerte o por desgracia, Clufetos es relativamente desconocido y Wilk, sin embargo es y será el batería de RATM, con lo que con la polémica se añade algo más de publicidad innecesaria al lanzamiento de “13”. Lo cierto es que, dejando atrás estas descabelladas teorías, la única que se me ocurre es la amistad entre Brad y Rubin y, por supuesto, el buen ojo para los negocios del productor (o como le llaman en diversos foros ingleses; “Rick Gurubin”, por su faceta de supuesto gurú). El trabajo de Wilk en el disco de Sabbath es bueno, correcto, olvida precisamente el “groove” de RATM y se reviste de la sobriedad de Ward pero pierde el dinamismo de éste con los timbales, justo lo que Clufetos justifica con su doble bombo y sus mil brazos en directo. El Palais Omnisports de Paris-Bercy está muy cerquita de nuestro hotel así que vamos dando un paseo, me sorprende el poco ambiente de concierto que hay y la tranquilidad que se respira alrededor, también es cierto que quizá yo esté un poquito sobreexcitado pero; ¡qué demonios, son Black Sabbath, como para no estar nervioso! Tras la consecuente visita al puesto de merchandising y compra obligada de una camiseta de la gira (qué grande imagen la del “Never Say Die!” del 78), accedemos al recinto y disfrutamos del ambiente.
¿Quién dijo que mirar al público no es un espectáculo en sí mismo? Está claro que no es igual de excitante y divertido ver al público de Avenged Sevenfold que al de Black Sabbath pero siempre es una buena forma de tomar el pulso de la popularidad de la formación, el interés despertado e incluso vaticinar cómo será el concierto. El público de Sabbath es variopinto, abarca varias generaciones y todos, absolutamente todos, son amantes de la música en general. Todos celebran cuando suena AC/DC en los altavoces, cantan sus canciones y son capaces de disfrutar de Motörhead e incluso de Uncle Acid & the Deadbeats, los teloneros elegidos para la ocasión.
Venían presentando “Mind Control” y su Rock Psicodélico mezclado con Metal causó buena impresión en las primeras canciones para, posteriormente, ir aletargando a la audiencia. Lo que comenzó sonando como unos Crazy Horse distorsionados con influencias de los Thirteen Floor Elevators y todo el Krautrock alemán setentero mezclado con el Doom y el Metal de los últimos veinte años se convirtió en una maraña ininteligible de distorsión, como unos My Morning Jacket metálicos pero sin la melodía de éstos.
La espera se hace interminable y el escenario es cubierto por una enorme cortina que no deja ver lo que ocurre en él, a las nueve en punto y con todas las luces encendidas suena una risa que retumba en los altavoces del Palais Omnisports, la gente grita, parece la risa desquiciada de Ozzy pero todos dudamos durante algunos segundos, de repente se apagan las luces y… ¡Era el mismísimo Ozzy!
Una enorme luz morada tras la cortina, recorta su silueta mientras ríe con los brazos en cruz y comienza a sonar “War Pigs” (¡qué momento!) mientras se eleva la tela y nos deja ver a Geezer y a Tony en uno de los comienzos más espectaculares -a la vez que sencillos- que he podido ver en un concierto. Las cruces y el logo de Sabbath sobre las pantallas de los amplificadores, la batería con doble bombo de Clufetos presidiendo el concierto e imágenes de conflictos bélicos siendo proyectadas sobre las tres pantallas que ocupan el fondo del escenario. La gente canta “War Pigs” palabra por palabra hasta que irrumpe el seco riff de Iommi en “Into The Void” y todo Bercy se viene abajo, cruda y primitiva, como si estuviésemos en pleno 1971 y se hubiese publicado “Master of Reality” pero será en “Under The Sun” en donde me daré cuenta de que no hay un lugar mejor en el que pasar la noche del 2 de Diciembre en la faz de la tierra.
“Under The Sun” no es solamente una de mis canciones favoritas de “Vol. 4” sino un apisonadora en directo gracias a su aplastante riff y las adecuadas imágenes de las pantallas que convierten el concierto en toda una locura; cruces invertidas, exorcismos, poseídos, monjas masturbando cirios o en actitud erótica y violentos sacerdotes acompañan la canción. Ahora mismo Bercy está dividido; una parte está entregada en “Under The Sun” mientras la otra mitad no se acaba de creer lo que ve y es que Black Sabbath siguen resultando más provocadores, oscuros y atractivos que muchos grupos más modernetes a los que doblan en edad. Y, a propósito de esto, resaltar el buen estado en el que está Ozzy (no nos engañemos, aquellos que le critican por cómo se mueve parecen ajenos a que siempre se ha movido así y ahora, lógicamente, con sesenta y cinco años es fácil pensar que es culpa de la edad), su voz aguanta casi dos horas de concierto a un buen tono y volumen, mientras que Geezer y el recuperado y entrañable Iommi no pararán en todo el concierto.
“Behind the Wall of Sleep” aligera la tensión levemente para sacudirnos de nuevo con “N.I.B.” precedida por la introducción de Geezer, una de las mejores canciones de su álbum debut, quizá la más rockera y setentera junto con “The Wizard”, la guitarra es excepcional en el cambio de estrofa y se les ve disfrutar sobre el escenario cuando Ozzy sonríe a Iommi. ¿Cómo es posible que Tony genere tanto cariño entre la audiencia?
“End of the Beginning”, con los mismos ecos de “Black Sabbath”, nos arrolla a los dos minutos y medio con ese cambio de tercio salvaje y el desarrollo a modo de coda. Viendo a Sabbath en directo uno entiende que no son un mero grupo de Metal, ni siquiera de Rock porque a veces rozan lo progresivo en sus desarrollos. “Fairies Wear Boots” nos llena con lo “cyberpunk” de sus imágenes en las pantallas y la dureza de su guitarra, desconozco cuánta gente conocerá el motivo de la canción pero, aunque las imágenes queden muy lejos del mensaje original, suena de vicio y casan el video con su música. Tras la simpática inclusión de “Rat Salad” llega el momento del solo de batería de Tommy Clufetos, un auténtico escándalo, una maravilla que deja con la boca abierta a todos, ¿quién es Brad Wilk, quién le necesita aquí? Pienso para mis adentros.
Tras el descanso, Ozzy, Iommi y Geezer (“GZR” como le presentará Ozzy) salen de nuevo con un “Iron Man” que cae como un monolito sobre nuestras cabezas, “God Is Dead?” es la última que presentarán de “13” y suena muy, muy intensa (la grandeza de su último disco es estar lleno de grandes composiciones que no desentonen con su material más clásico y lo logran), “Dirty Women” es el aparente cierre lujurioso (debido a las explícitas imágenes que, una vez más, proyectan) de un concierto en el que Tony levantará a todas las gradas con el riff de “Children Of The Grave” en el cual, ahora sí, todo el mundo estalla: Ozzy está empapado, Geezer sonríe mientras Clufetos se desboca y se ilumina todo Bercy para ver a miles de personas de pie saltando. Suenan las notas de “Sabbath Bloody Sabbath” que se ven abruptamente interrumpidas por el inmortal fraseo de “Paranoid” con el que acaban un concierto de órdago. Se abrazan, sonríen, se despiden, se les ve plenos, saben lo grandes que son y cómo nos han hecho sentir durante las casi dos horas de concierto, se retiran y suena “Zeitgeist” por la megafonía, de camino al hotel no podemos sentirnos más que parte de la historia de los de Birmingham, en efecto: no había un lugar mejor en el que pasar la noche del 2 de Diciembre en la faz de la tierra.