Vuelve a la carga uno de los iconos del death metal mundial tan solo dos años después de su último trabajo "To Hell With God". La verdad que da gusto ver hoy en día que todavía existen bandas (cada vez menos) que conservan la esencia y las raíces de lo que les vio nacer y con lo que se hicieron grandes y fuertes. Todos sabemos de la baja popularidad de la que goza el death metal, un género que a excepción de su vertiente melódica se muestra complicado y difícil de digerir (somos los primeros en entenderlo). El death siempre ha pugnado codo con codo con el black para convertirse en el patito feo del metal, nunca ha sido un grupo bien visto, nunca ha gozado de buena presencia incluso por otros grupos y otras bandas. En este sentido leía recientemente en una entrevista a Jeremy Wagner (Broken Hope) contar que hace una serie de años les tocó compartir cartel con Gwar, y como la banda de thrash-horror al escuchar las primeras canciones Broken Hope se negó a que siguieran tocando en un cartel en el que ellos eran los headliners y los peces gordos de la noche. A nivel personal me parece lamentable que existan este tipo de comportamientos, y más aún si los mismos se dan entre compañeros de profesión. Puedo entender que a Gwar se la pele el death metal y que Oderus no tenga la menor idea quien es Jeremy Wagner, pero si un grupo está tocando contigo tenle un mínimo de respeto.
La historia de Jeremy y Broken Hope es digno de estudio (o al menos de comentario) y algún día rescataremos alguno de sus clásicos en esta página. Broken Hope fueron uno de los pioneros y uno de los grandes exponentes del death metal en los 90, junto con otros gigantes como Cannibal Corpse , Morbid Angel, Death o los mágicos Deicide. Aún recuerdo cuando en plena adolescencia mi habitación estaba empapelada con multitud de pósters que rescataba de las revistas de heavy metal de la época. Allí había fotos de Black Sabbath, Maiden, Metallica, Kreator... y entre todas ellas destacaba (por su considerable tamaño) una de Deicide. La recuerdo como si fuera ayer, Glen al lado de Steve y éste a la vera de los hermanos Hoffman. Era mi póster favorito, sin saber muy bien por qué le tenía un cariño especial. A la gente le acojonaba ver a Benton con una cruz invertida en la frente y con los ojos en blanco, pero a mí me hacía gracia; la foto tenía mal rollo, daba malas vibraciones y poseía un mal aura difícil de describir. Pero así y todo no podía quitarlo, mi subconsciente decía que lo primero que tenía que ver cuando me levantara por la mañana era cuatro putos locos dándome los buenos días...
Hablar de la época dorada del death metal, es hablar de Tampa (Florida), es hablar de Death, de los Corpse o de Deicide. Desde mi humilde punto de vista Deicide ha sabido madurar y crecer mejor que el resto de bandas de la época dorada del death. Su evolución ha sido más consistente y su adaptación a los nuevos tiempos y sonidos ha ido "in crescendo" con el paso de los discos y de los años. Pocos conocedores del buen death no sabrán de la existencias de obras como "Legion" o como "Deicide", dos discos que marcaron un antes y un después en la forma de entender el metal. Veinticinco años después de su génesis Deicide siguen grabando y siguen editando grandes y poderosos discos, de auténtica rabia y auténtica maldad. Century Media ha sabido echarles el guante en uno de sus mejores momentos, si la banda de Glen ya nos dio un gran regalo con "To Hell With God", con "In The Minds Of Evil" nos dan un regalazo mayúsculo.
Es escuchar el susurro de la voz de Glen en la intro de "In The Minds Of Evil" y es sentir como la dopamina se empieza a disparar y a apoderar de tu cuerpo. Sabes que pocos son los segundos que te restan para que toda la fuerza y toda la energía de uno de los grupos más contundentes que existen recaiga toda sobre ti. Dicho y hecho, la batería de Steve empieza a repicar son su sonido sobrio y oscuro mientras los riffs de Jack (un acierto su fichaje tras la marcha de los Hoffman) y de Kevin hacen que te empequeñezcas hasta la última expresión. Me encanta como suena todo, la producción y la mezcla de Jason Suecof (Trivium, The Black Dhalia Muder...) es alucinante, la voz de Glen mejor que nunca y la pegada de Steve sobrenatural. "Thou Begone" tiene un rango deliciosamente melódico en las guitarras, mientras que la base rítmica no entiende de medias tintas y tanto el sonido que exprimen Steve como Glen es netamente "old-school". En este álbum la voz de Benton sigue sonando tan cavernosa y tan profunda como siempre, aunque gracias a su magnífica producción los guturales parecen alcanzar cotas realmente altas para un grupo de la vieja guardia del death metal. "Godkill" es un tiro a bocajarro, un disparo que entre ceja y ceja que te dice como se la gastan estos tipejos cuando se trata de ponernos a "bailar"; fantástico el solo de Owen en el interludio del tema; es lo que tiene ser un grande, que por mucho que lo intentes no pasas indiferente.
Me ha resultado especialmente curioso "Beyond Salvation" donde las guitarras suenan a una velocidad más corta y más melódica a la que estamos acostumbrados en un disco de Deicide. He de confesaros (y no me llaméis loco) que en ciertos pasajes del tema se me ha pasado por la cabeza que estaba escuchando la guitarra de Olbrich de los Guardian; oír para creer... "Misery Of One" y "Between The Flesh And The Void" (con un Steve magistral en ambas dos) son mucho más oscuras y crudas que las anteriores, es aquí donde la banda decide sacar de la trinchera su arsenal más pesado para bombardearnos de forma impiadosa con sus blasfemias y su sonido más atroz y ancestral. Los solos de Jack y de Kevin (nuevamente ejecutados a la velocidad del rayo) son de los pocos momentos en los que se nos da un respiro ante tanta caña y tanta deflagración sónica. "Even The Gods Can Bleed", con su corto minutaje, está en tierra de nadie, mientras que "Trample The Cross" se posiciona claramente del lado más salvaje del metal, con un Glen muy activo que vuelve a desgarrar hasta límites insospechados las estrofas de forma despiadada y grotesca. "Fallen To Silence" y "Kill The Light Of Christ" son las dos que menos me gustan del álbum, se vuelven un tanto monótonas y aburridas, ya que su tempo estático y cansino nos inyectan un estancamiento y un hastío del que nos cuesta salir.
Gran final el que se marcan con "End Of The Wrath Of God" donde Jack y Kevin deciden relajar su tono sacándose de la manga fantásticos ritmos y fantásticos solos que te harán palidecer y decir, "¡coño, qué grande es esta banda!". Ya sabemos que el death metal no está hecho para todos, que cuesta asimilarlo y más aún amarlo, pero una cosa es clara, una vez que caes en sus redes cuesta mucho safarse de él. Deicide son unos alumnos aventajados en esta disciplina y saben dejarse querer (siempre han sabido hacerlo). Con "In The Minds Of Evil" no hacen otra cosa que añadir otro fantástico capítulo a la historia del death metal. Gran disco!
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