SETLIST: Murder/ Velorum/ Gentle Ways/Answers/ Whispering a Prayer/ The Attitude Song/ I'm Becoming/ Salamanders in the Sun/ The Crying Machine/ Lotus Feet/ Bangkok/ Fire Garden Suite I - Bull Whip/ Fire Garden Suite II - Pusa Road/ Fire Garden Suite III - Angel Food/ Fire Garden Suite IV - Taurus Bulba/ Liberty/ For the Love of God/ Kill the Guy With the Ball/
Hay veces que pasan años sin que tu artista favorito se digne a visitar tu país y otros, sin embargo, en los que su gira recala un par de veces en tu ciudad. Después de haber visto a Steve Vai a finales de año presentando su genial “The Story of Light” (2012) teníamos la oportunidad de volver a verle en Junio acompañado de la orquesta sinfónica de Rumania en lo que se presentaba como una noche histórica y la verdad es que lo fue. Ver a Steve Vai siempre es un auténtico lujo pero poder hacerlo en una sala acondicionada especialmente para ello, bien acompañado y desde una posición privilegiada como la que tuvimos es casi un sueño. Las noticias se sucedían durante los días previos al concierto; ¿hará un repaso a toda su carrera o se centrará en su último disco? Algunos medios daban por seguro que en cada país interpretaría uno de sus álbumes y muchos apuntaban que en Madrid sería su “Fire Garden” (1996). Es un buen disco pero la posibilidad de verlo representado en directo en su totalidad me parecía más un capricho que otra cosa además de perder la oportunidad de escuchar otras canciones y saber cómo resultarían bajo el acompañamiento de toda una orquesta.
A Steve Vai se le ama o se le odia, para un artista como él no hay término medio, pasa con muchos grandes pero en Vai se acentúa quizá por su fortísima personalidad, su excentricidad, su extremo virtuosismo (incomprendido en la mayor parte de las ocasiones) y su poca contención a la hora de demostrar sus habilidades y pirotecnia con la guitarra. En mi opinión, la música de Vai y su evolución (palabra clave en su universo) como músico requiere un esfuerzo por parte del oyente medio pero éste se ve recompensado con creces cuando rompe el miedo de enfrentarse a las canciones de Vai para encontrarse con uno de los mejores guitarristas de la historia y todo un filósofo. Está claro que para cualquier chaval siempre será más fácil escuchar un disco de Slash que de Satriani o Vai pero a la larga estos últimos producen más satisfacción que la inmediata de Saul o cualquier otro solista más fácil de digerir. Digamos que Slash sería a la comida rápida (esa que actúa como saciante) lo que Vai a la gourmet (a lo que muchos argumentarán que lo poco gusta y lo mucho cansa, pero preferiría disfrutar todos los días de una canción de Vai a escuchar el último de Slash y Myles hasta el fin de mis días, pero es tan sólo una comparación; al final, cada uno tiene su momento)
El hall del hotel del palacio de congresos Príncipe Felipe está lleno de cientos de fans con camisetas de Vai, Satriani, Zappa o cualquier otro héroe de la guitarra como Bonamassa (e incluso vi una de Peter Green). Pasamos y reconozco a Mrs. Vai (Pia Maiocco) siendo acompañada por personal de la organización para que tome asiento (imagino que privilegiado). Rodeado por la orquesta está el lugar de Vai, sus amplificadores Signature Carvin reinan sobre una alfombra en la cual reposan algunas de sus guitarras sobre su stand. La verdad es que resulta un contraste bastante chocante el de contemplar a toda una orquesta frente a la pequeñez de un par de pantallas y unas Ibanez pero ahí está la magia de Vai incluso cuando él no ha pisado el escenario, su equipo desprende el mismo karma que su presencia.
Comienza el espectáculo con “Murder” (porque sólo así puede llamarse a semejante concierto) y vemos a Vai en uno de los laterales, esperando en el umbral de la puerta para pasar. El sonido es impresionante; definido, estable, armonioso pero sólido y potente. Y el riff de “Velorum” nos golpea en la cara, sigo pensando que es una de las mejores canciones de “The Story of Light” y de sus discografía, lo tiene todo, es pegadiza, contundente y Vai aprovecha para lucir su velocidad a la vez que posar y disfrutar de los cambios de ritmo. La siguen “Gentle Ways” y “Answers”, ésta última suena aún más dinámica que en el disco y Vai aprovecha para desplegar toda sus habilidades con su característica forma de moverse por el escenario. El lamento con el que comienza "Whispering A Prayer" pronto hace que su Ibanez se convierta en violín y la verdad es que el acompañamiento de la orquesta le da una emoción especial a esta canción ya de por si suficientemente emotiva, Steve disfruta, baila y se mueve por el escenario, toca sin su mano derecha, juega con el "floyd rose" de su guitarra, se acerca a los músicos e interactúa no sólo con ellos sino con el público, alarga las notas hasta el paroxismo y cuando llega al clímax de la canción y toda la orquesta para cuando su guitarra "EVO" lo indica, uno tiene la sensación de que acaba de presenciar algo histórico. "The Attitude Song" enciende la mecha con un riff mucho más pesado y denso, más cercano al rock duro que al momento celestial que acabamos de vivir con "Whispering A Prayer" y los instrumentos se vuelven loco siguiéndole. "I'm Becoming" vuelve a lo etéreo mientras que "Salamanders in the Sun" nos recuerda a su primer disco y llena el auditorio de influjo orienta, "The Crying Machine" nos hace mover a todos los pies a su ritmo y "Lotus Feet" llena de intimismo será el puente perfecto a "Fire Garden".
El vuelo del insecto que precede “Bangkok” es recibido con entusiasmo y da paso a las suites de “Fire Garden”; “Bull Whip”, Pusa Road” la genial “Angel Food” y la ya clásica “Taurus Bulba”. La verdad es que escucharlas de manera consecutiva es un empacho de estilos (con sus correspondientes cadencias) que es capaz de transportarte de Oriente a Occidente en pocos minutos y a Vai se le ve entregado, disfrutando de cada uno de los cambios. “Liberty” rompe en dos el ritmo del concierto tras el esfuerzo de las suites y la preciosa “For The Love Of God” en la que Vai es literalmente elevado a los cielos parece despedir el concierto no sin antes sonar “Kill the Guy With the Ball”. Después, caras de satisfacción y aplausos y más aplausos para alguien como Steve Vai que, aún acostumbrado a recibirlo, se sigue emocionando y parece agradecer de corazón las muestras de la gente. Abandona el escenario pero la luz verdosa de los cabezales Carvin Legacy siguen alumbrando como si, aún cuando Vai no está, su poder fuese de otro planeta y siguiesen esperando a que alguien se suba y toque a su Ibanez más querida, Evo.