El que fuese líder de los Dead Kennedys llegaba al Resurrection Fest con la firme intención de hacernos pasar un buen rato. Lo tenía complicado porque, aunque el festival pueda presumir de uno de los más eclécticos carteles de la actualidad (nutriendo su propuesta con géneros tan dispares como el Thrash, el Death, Groove, Hardcore, Metalcore o el propio Punk) parecía que el Jueves pertenecía, por derecho propio, a Lamb Of God y por mucho que Randy diese las gracias a nuestro héroe o hiciese hincapié sobre la importancia de su presencia en el festival, parecía que nada podría hacer mella en el recuerdo de aquellos que vieron a los norteamericanos sobre el escenario principal con un repertorio tan sólido como una piedra. Biafra llegaba a la carpa Jagermeister y dudo que mucha gente supiese de la trascendencia del artista que iban a ver. ¡Estamos hablando de Jello Biafra! Auténtico ícono punk de la contracultura de los setenta, aquel que dejó a los Dead Kennedys y montó su propio sello y se interesó más por la política y el activismo que de enriquecerse gracias a su leyenda. Sin Biafra el punk no sería tal y como lo conocemos hoy en día, sin Biafra no habría música alternativa, es imposible rastrear toda su influencia y, sin embargo, es aún más complicado no ver su figura en toda la música actual.
Sin ningún alarde y tras haber publicado “The Audacity Of Hype” (2009), Biafra y la Guantanamo School of Medicine llegaban al Resurrection Fest para presentar algunas de las canciones de ”White People and the Damage Done” (2013), Ralph y Kimo tomaban el escenario con las luces aún encendidas, sin teñir de colores, y se colgaban sus guitarras (una Les Paul y una SG) mientras hacían alguna que otra foto. Andrew se cuelga el bajo y Paul Della Pelle se sienta tras la batería. Empiezan a tocar “Strength Thru Shopping” pero nuestro protagonista todavía no ha salido al escenario. Desde nuestra posición vemos como Biafra se prepara, como se coloca una enorme americana, unas gafas redondas y, mientras la música continúa, él ya empieza a calentar; salta, se contorsiona y mueves los brazos como un molinillo, como si quisiese coger impulso para saltar a escena. ¡Y menuda forma de salir!
Biafra aparece frenético, no para quieto y comienza a cantar mientras se tira al suelo, salta y escenifica las canciones. Su labor es la de un artista, no la de un músico, presenta una canción como “John Dillinger” y nos ametralla a todos con el tambor de su improvisada metralleta. Se retuerce, se enrosca en el micrófono y no parará de saltar. ¿Era John Dillinger un ladrón un héroe, un Robin Hood del siglo veinte? En el mundo de Biafra todo es cuestionable y, aunque no nos lo diga, está clara su postura ante el ladrón de bancos. ¡Bancos! Esos que, junto con los políticos, son el centro de atención de todos sus ataques y es que estará todo el concierto atacando, a diestro y siniestro, a unos y otros. “John Dillinger” suena como una apisonadora en directo, el estribillo sube y sube hasta el paroxismo, la urgencia del punk en estado puro. “New Feudalism” y el discurso de Biafra se radicaliza “Austeridad, austeridad!” grita a las primeras filas mientras hace el gesto de las tijeras con las manos y parece recortar a toda la clase política con tan sólo dos dedos.
Biafra cae al suelo, escenifica, se arranca la camiseta, nos enseña su cuerpo sin complejos, hace mímica y vive el momento, nos explica lo que significa “The Brown Lipstick Parade” y no duda en limpiarse repetida veces el culo con el micrófono para luego pintarse los labios. “White People and the Damage Done” podría ser parte del actual repertorio de cualquiera de los grupos punks de ahora, más de moda que el propio Biafra y con “Police Truck” de los Kennedys y “Three Strikes” abandona el escenario con la misma energía con la que ha entrado. La gente pide más y les costará abandonar la carpa pero el concierto ha terminado y mientras el grupo de Biafra, Guantanamo School of Medicine abandona las tablas, el escenario principal ya se ha iluminado para acoger la actuación de Sylosis, pocos de los allí congregados saben que el cabeza de cartel no fue Lamb Of God, Trivium o el grupo de Josh Middleton, Biafra demostró por qué de su leyenda con cincuenta y cinco años y más energía que todos ellos juntos. ¡Qué grande!
© 2013 Jim Tonic