SETLIST: What It Is/ Corned Beef City/ Privateering/ Father and Son/ Hill Farmer's Blues/ I Dug Up a Diamond (Mark Knopfler & Emmylou Harris)/ I Used to Could/ Romeo and Juliet (Dire Straits)/ Gator Blood/ Haul Away/ Postcards from Paraguay/ Marbletown/ Telegraph Road (Dire Straits)/ So Far Away (Dire Straits)/ Going Home (Dire Straits)/
Creo que soy tan fan de Mark Knopfler como para haberle visto en todas sus giras desde que dejó Dire Straits pero tan objetivo como para saber entender que su carrera ha ido evolucionando, desde el Rock más suave hasta el Folk pasando por el Blues, no a gusto de todo el mundo y en directo esa evolución no siempre responde bien a los grandes recintos en los que acostumbra a tocar. Me refiero a que la gran mayoría de canciones de Dire Straits tienen vocación de “Rock de estadio” mientras que las de, por ejemplo, “Kill To get Crimson” (2007) o “Privateering” (2012) tienen naturaleza de sala pequeña, de bar. Así, es curioso ver como nuestro protagonista es capaz de llenar la plaza de toros de Las Ventas con un disco como “Privateering” (no me malinterpreten, a mi gusto es quizá su mejor álbum desde “Sailing To Philadelphia” (2000) ya que consigue lo que “The Ragpicker's Dream” (2002), “Shangri-La” (2004) o los anteriormente mencionados no y es fusionar, sin llegar a aburrir, diferentes estilos bajo un formato quizá más sencillo y, para colmo, siendo un álbum doble). Pero sí, me sorprende que, más en estos tiempos, un artista llene una plaza de toros para que la gente escuche canciones tan reposadas no tan del gusto de la gran mayoría pero es que la sombra de Dire Straits es muy alargada y también la de Knopfler; escuchar su guitarra en directo sigue siendo un auténtico lujo.
Una plaza llena (a excepción de los laterales, no sé si por falta de venta o para no “colocar” las de poca visibilidad) y toda la arena plagada de sillas. La entrada es cara pero la mayoría del público de Knopfler es pudiente (aquellos que disfrutaron de Dire Straits siendo adolescentes, veinteañeros o treintañeros, ahora son respetables hombres de familia que agradecen que el concierto sea sentado y no dudarán en gastarse un dineral en el puesto de merchandising) y el que más y el que menos ha conseguido localidad para ver a su ídolo.
Comienza el concierto con “What It Is” de su “Sailing To Philadelphia” y, aunque suena muy bien y el clamor de las gradas se desata cuando Knopfler toca las primeras notas, le falta algo de fuerza (no crean que en su gira original sonó con más arrojo, lo que sí ocurrió en posteriores), y es eso lo que me sorprende; el repertorio de Knopfler parece haber evolucionado con su discografía y canciones que en un principio sonaban con más intensidad, parecen haberse “apaisajado” con el sosiego de las más nuevas o la edad, quién sabe. Otra cosa que me disgusta es lo incondicional de su público, Knopfler sería capaz de dar el concierto más aburrido del mundo que en cuanto luzca su famoso “fingerpicking” ya tendrá a todas las gradas entregadas, precisamente otro punto con el que siempre me debato con su música: durante las dos horas de concierto sacó todo tipo de guitarras (Stratocaster, Telecaster, Les Paul o el mítico resonador National) y todas, todas, suenan exactamente igual en sus manos. ¿Cómo es posible que una Telecaster le suene igual que una Les Paul? ¿Es esto un defecto o una virtud?
“Corned Beef City” suena mucho más dinámica que en el disco y hasta el estribillo pierde su toque “bluesy-grass” para sonar más cercana a lo que hacía en los ochenta, gana mucho en vivo como igual ocurre con “Privateering” que coge más fuerza en el estribillo para convertir toda la plaza en una fiesta cuando entra la batería. “Father and Son” y “Hill Farmer's Blues” redondean la propuesta de Knopfler, suenan espléndidas y me sorprende el buen sonido del concierto (teniendo en cuenta el recinto y que es al aire libre). Lo mismo ocurre con “I Dug Up a Diamond” o “I Used to Could” en la que, por si ya no nos habíamos percatado, la banda que le acompaña es un auténtico lujo.
Con “Romeo and Juliet” llega el primer encontronazo con Dire Straits y se nota en la respuesta de la gente, son canciones eternas pero incluso ésta suena más pausada en el actual repertorio de Mark, el cual parece sentirse más cómodo en “Gator Blood” o la preciosa “Haul Away” (qué también gana en emoción), “Postcards from Paraguay” suena divertida y el experimento funciona gracias a la banda y -aunque precisamente no sea muy típico de Paraguay- el Ukelele. En “Marble Town” son los músicos los que disfrutan y ello choca con la educación del respetable. ¿Cómo es posible que gente supuestamente madura y con un nivel adquisitivo medio sea capaz de mostrar tan poco respeto cuando dos músicos hacen un solo, improvisan o se dejan llevar por el momento? ¿No se supone que los allí presentes están precisamente ahí, justo ahí, por la música? ¿Cómo es posible jalear a unos músicos para los que Knopfler está pidiendo y guardando silencio, pitar o gritar como si de una verbena de pueblo se tratase?
Pero, en efecto, son esos mismos que parecen “orgasmar” con “Telegraph Road” y corren a las primeras filas sin respetar por esos otros que permanecen sentados en su asiento, durante “So Far Away”. Knopfler termina con “Going Home” que sigue sonando a gloria y se despide habiendo tocado el mismo repertorio, sin novedad al frente, que la noche anterior y la anterior y la anterior. Saltando una vez más con red, sin riesgo pero con éxito asegurado por parte de una base de seguidores que aplaudirá haga lo que haga y, aún así, no les faltan razones, qué grande sigue siendo Knopfler a pesar de todo, todos y el tiempo...
© 2013 Sam Malone
Foto de Kike Para