A estas alturas de la película no me considero un fan reaccionario de la música de Rory, ni tengo las ganas ni él se lo merece. Por desgracia, no pude verle en directo, no llevo ningún tatuaje suyo (como sí Marcel) pero sí que disfruto tocando "Laundromat" o "Philby" con mi guitarra, que tengo rayado el "Irish Tour" (1974) de tanto escucharlo, que el primer disco que me compré fue su "Photo Finish" (1978), que hubo una época de mi vida que me dormía, noche tras noche, escuchando "Defender" (1987) y que aún me cuesta aceptar "Fresh Evidence" (1990), ver a Rory sonriente en su portada y pensar que cinco años después ya no estaría con nosotros. Me conozco su discografía al dedillo y, con todo el respeto del mundo, puedo decir que hay algo en Band Of Friends que no termina de encajarme, que no me termina de convencer. La idea es buena, Gerry McAvoy (bajista de Rory entre 1971 y 1991) y el batería Ted McKenna (1977 y 1981) ayudados por el fanático de Rory, Marcel Scherpenzeel (holandés de nacimiento y famoso en Amsterdam por sus actuaciones con su grupo de blues, Wolfpin), se unen para hacer lo que ellos llaman "una celebración de la música de Rory Gallagher" y, en efecto, lo consiguen. La voz de Marcel, aunque menos bronca, tiene un tono muy parecido al de Rory y Gerry es capaz de echarse todo el concierto sobre los hombros, por no hablar de Ted y su potente pegada. ¿Pero, entonces, cuál es mi pega? ¿Qué es lo que no acaba de convencerme? Lo fácil sería hablar de estos conciertos como lo hace todo el mundo, deshacernos en elogios y hablar de una noche de blues, de una celebración, de algo honesto, de algo puro y, aunque tiene un poquito de todos estos ingredientes, no puedo engañar a esos amantes de la música del irlandés que se quedaron en casa porque no, porque hay algo que no termina de encajar en esta reunión
Rory Gallagher no era un guitarrista, un artista más. Rory tenía un don, un enorme don, y un carisma gigantesco, lo grande de Rory no sólo era su manera de tocar sino la pasión que transmitía en directo, la honestidad de sus discos, la genialidad de sus canciones, su versatilidad (capaz de acariciar cualquier palo con la yema de sus dedos) y, a la vez, su carácter reservado pero bonachón, Rory era único por muchísimos motivos y lo que ayer pude ver en Madrid, aunque digno y no dudo que honesto, a ratos rozó la caricatura. Es duro llamarles "banda tributo" porque ahí están dos de los músicos de Rory (sobre todo Gerry) y el talento de Marcel está fuera de toda duda pero, aunque "auténtico", la noche pronto perdió fuelle y quizá por la egomaníaca actitud de Gerry, por el fácil y complaciente público de la noche, o la manera de interpretar los temas, sentí que aquello no era una celebración de la música de Rory Gallagher sino tres colegas que, simplemente, se lo pasan bien tocando y eso, a veces, no, no es suficiente y el apelativo de banda tributo, aunque inmerecido, fue lo más cariñoso con lo que se me ocurriría tildarles después de verles.
"The Last Of Independents" abrió la noche de manera fulgurante, su contagioso riff inundó la, recién abierta, sala Caracol y sonaba a la perfección, muy digna pero pronto nos dimos cuenta de aquello no funcionaba por algún motivo. No sé si por el forzado parecido de Marcel con Rory con la réplica de Fender de su Stratocaster (una maravilla que suena de lujo y posee todo el "mojo" de Rory pero de la que cada vez tengo más dudas "éticas") o por el desmesurado protagonismo de Gerry pero, a pesar de sonar, "Continental Op" o "Moonchild" no me terminó de gustar la actuación. La manera de tocar de Marcel es espléndida pero, aunque sus maneras denoten que ha estado media vida escuchando a Rory, incorpora algunos elementos que no tienen nada que ver con su música y, por ejemplo, el uso y abuso de tantos armónicos es capaz de arruinar un tema como "Do You Read Me" que en manos de Rory sonaba más musculosa y ruda, con mas distorsión y gruesa, con menos florituras y más al grano. La original era una tormenta eléctrica que caía como una losa, lo que anoche escuchamos en directo tenía las maneras pero no el alma.
"Follow Me" mejoró la nota pero en la enorme "Philby" se nos vino el mundo encima, sonó fría, plana y carente de la gracia de Rory en su "Top Priority" (1978) en donde esta canción es una auténtica maravilla, un himno y con Band Of Friends se convirtió en una modesta versión tocada "en automático". Ya bien avanzada la noche me di cuenta de otro de los puntos flacos de la velada, precisamente Gerry McAvoy. Es cierto que a sus sesenta y pocos derrocha energía y se echa el concierto encima pero su actitud dista mucho de la de un trabajador del Rock que se curra el concierto y se acerca más a la de un charlatán de feria que es capaz de superponer su ego y eclipsar el protagonismo de las canciones. Lo que en un principio causa simpatía, a la tercera canción empacha. Es capaz de quitarle todo el protagonismo a un riff o solo de Marcel, de ordenarle acercarse a las primeras filas y manejarle como un muñeco, de hacer callar a Ted y arrancarle el alma a las canciones, baila y grita, alarga el tiempo entre canción y canción para contar anécdotas, manda callar al público mientras él habla (algo innecesaria que la primera vez nos saca una sonrisa pero la segunda, tercera y cuarta irrita) y pregunta una y otra vez, jocosamente, si los allí presentes saben suficiente inglés como para entender una historia que quiere contar, exige silencio y al segundo palmas y saltos, pasa revista entre los asistentes y fuerza las respuestas convirtiendo la noche, más que en una celebración de la música de Rory, en un esperpento con él como titiritero. Me cuesta escribir estas palabras y soy consciente de que los más nostálgicos las malinterpretarán y me atacarán pero viendo cualquiera de los conciertos entre Rory y Gerry, uno se da cuenta que Gerry siempre ha sido así pero su contrapunto era Rory y que éste, aunque silencioso y, por supuesto, menos dado a las bufonadas, era siempre el líder y trabajaba el concierto dejándose el alma y chorreando sudor sobre su mítica Stratocaster. Ayer, sin embargo, el ego de Gerry corrió desbocado a los largo de la hora y tres cuartos de concierto hasta convertir a Marcel y Ted en meros comparsas.
Caen las inmortales "Tattoo'd Lady" y "A Million Miles Away" (por desgracia, ni rastro de "Cradle Rock" como de muchas otras) y es cierto que causa emoción escucharlas en directo pero, si amas a Rory Gallagher, causa tanta nostalgia que casi esa emoción da la vuelta y llega la desilusión cuando te das cuenta de que es imposible rendirle homenaje a semejante gigante sin caer en las comparaciones. Que Rory sólo hay uno, que se nos fue muy pronto y que, por suerte, nos queda su música, sus canciones, su voz y sus grabaciones en directo pero que para calzarse sus botas, para empuñar una Strato pintarrajeada como la que él curtió en directo no hay que ser de este mundo y Marcel, Gerry y Ted lo son. Pincho una de las actuaciones del Rockpalast de Gallagher y, con pena, me olvido del esperpento, quizá yo no esté hecho para este tipo de propuestas. Son buenos músicos pero les falta, les falta.... Rory.
© 2013 Jim Tonic