Estoy convencido de que esperar veintidós años por un disco es una barbaridad y, por mucho que algunos nostálgicos y románticos se empeñen en decir aquello de "veinte años no son nada", si me olvido de lo que me dicta mi corazón y hago caso a mi cabeza, el nuevo disco de My Bloody Valentine no es una obra maestra, ni siquiera un digna continuación de "Loveless" (1991) y, aunque sea un gran disco y disfrute escuchándolo, la sombra de aquel sobre éste es tanta que tiñe las primeras canciones y sonroja en las últimas. Lo peor de todo es que, con treinta y tantos, las líneas se empiezan a desdibujar y realmente no sé si Kevin Shields me parece un genio por aquel "Loveless" o por haber sabido mantener el misterio durante más de dos décadas cuando podría entenderse, directa y llanamente, como miedo. Miedo a la continuación, miedo a componer y no estar a la altura de un álbum que, poco a poco y de puntillas, se ha ido colando en la historia de la música como un clásico atemporal, uno de esos que hay que escuchar sí o sí o, por lo menos, hay que decir que uno lo ha escuchado e incluso disfrutado. Pero sí, "Loveless" no sólo era disfrutable sino que era adorable y tenía la cualidad intrínseca de todo buen libro o película; uno era capaz de hacerlo suyo y creer que le pertenecía, que sus canciones eran parte de la banda sonora de su propia vida; un dislate verdaderamente delicioso. Pero, claro, pasan los años y uno crece y todo lo que queda atrás se tiñe de nostalgia y magia, crece dentro de uno y, cuando Kevin Shields cuelga, sin previo aviso y en mitad de la noche, la continuación de aquel "Loveless", no hay treintañero alguno que se resista, una portada azul ligeramente pixelada, todo en minúscula y un escueto "mbv" nos esperaba.
Desde el punto de vista más objetivo, "She found now" no es precisamente experimental o vanguardista, no innova y dudo mucho que lo pretenda, es simplemente una continuación de "Loveless", es como si este disco se hubiese grabado a mitad de los noventa o al día siguiente del anterior. Suena bien pero contenida, capas y capas de ruidismo, un muro de sonido abstracto e infranqueable para una lánguida melodía que desarma. Tacharla negativamente es inútil porque sería atacar a lo que más queremos, aquello por lo que hemos esperado tanto tiempo. Ensoñadores, lisérgicos, fantasmagóricos pero llenos de color, los irlandeses nos golpean en plena cara con "She found now" parece que nos dicen ¿no queríais un nuevo disco? ¿Somos My Bloody Valentine, qué esperabas?
Desde el punto de vista más objetivo, "She found now" no es precisamente experimental o vanguardista, no innova y dudo mucho que lo pretenda, es simplemente una continuación de "Loveless", es como si este disco se hubiese grabado a mitad de los noventa o al día siguiente del anterior. Suena bien pero contenida, capas y capas de ruidismo, un muro de sonido abstracto e infranqueable para una lánguida melodía que desarma. Tacharla negativamente es inútil porque sería atacar a lo que más queremos, aquello por lo que hemos esperado tanto tiempo. Ensoñadores, lisérgicos, fantasmagóricos pero llenos de color, los irlandeses nos golpean en plena cara con "She found now" parece que nos dicen ¿no queríais un nuevo disco? ¿Somos My Bloody Valentine, qué esperabas?
"Only tomorrow" acelera las pulsaciones sin llegar a desbocarse, suena poppie pero son más de seis minutos, seis minutos adictivos con unas guitarras que, esta vez, sí que rascan los tímpanos a pesar del clásico nubarrón expresionista en el que el grupo siempre ha disfrutado e incluso creado escuela, efectos y efectos en unas notas que, por momentos, parecen radioactivas con un solo fantástico, tanto que cuando acaba es imposible preguntarse por qué no ha seguido seis minutos más. En "Who sees you" toma aún más protagonismo la batería restándose importancia a los ambientes densos como también se eleva la voz de Shields y no queda más que descubrirse y dejarse engañar; sí que han merecido la pena todos estos años. El problema viene, precisamente, con esta canción ya que tras su precipitado e insospechado final, Bilinda se arranca en "Is this and yes" sobre un órgano a medio hervir entre un claro estilo catedralicio o un episodio de "Cosmos" de Carl Sagan y es aquí, justo aquí, cuando este "mbv" parece venirse ligeramente abajo, con "Is this and yes" como visagra nos encontraremos una segunda parte menos inspirada.
"If i am", quizá la más insípida del conjunto o directamente prescindible, lo que tiñe con aires dramáticos el álbum de un grupo que se ha hecho esperar por más de veinte años y con tan sólo nueve canciones como argumento. "New you" (o también "Rough Song") sube la nota de "mbv" y con su ritmo lleno de groove y su atmósfera llenan el espacio desde "Who sees you" haciéndonos olvidar rápidamente las dos anteriores. Un single poderoso, sin duda. La poderosa "In another way" continúa la senda con sus mil y un efectos, sus samplers y uno entiende que, cuanto más avanza este "mbv" más shoegazer se vuelve, un placer para los oídos con esas guitarras que parecen doblarse sobre sí mismas para terminar serrándose la una a la otra, puede parecer que me he vuelto loco escribiendo; prueba a escucharlo y luego a describirlo.
Pero mi favorita, quizá por lo diferente, es "Nothing is", la más rotunda y contundente de este álbum, no ofrece nada nuevo pero te eleva y su ritmo machacón y repetitivo terminan por llevarte donde la canción quiera en una suerte de mantra noise de lo que seguro será una de las más celebradas en directo, parece el sonido de una máquina industrial haciendo añicos todas las copias de "Loveless" del mundo. Para acabar, "Wonder 2", un collage sonoro bien representativo de lo que este "mbv" es; decenas de efectos, voces espectrales y ruido, mucho ruido; puede que la mejor muestra de la evolución del grupo.
Escribir sobre discos tan largamente esperados y deseados siempre tiene algo de riesgo pero con este "mbv" estoy seguro de no jugármela. No pasará a la historia más que como la continuación de su anterior trabajo, una continuación muy digna pero impropia de un grupo de culto que ha tenido que esperar veinte años para avanzar con una propuesta en la que muchos de sus discípulos ya les habían tomado la delantera. Un gran disco pero sólo eso, qué ironía...
© 2013 Piero Bambini