Ya estaba tardando Mr. E en regresar desde aquel vitalista "Tomorrow Morning" (2010) que cerraba la trilogía iniciada con "Hombre Lobo" (2009) y "End Times" (2010) pero no ha estado de brazos cruzados, ha seguido girando sin descanso durante casi dos años hasta encerrarse en su estudio de Los Feliz (California) y junto a The Chet, P-Boo, Koool G Murder y Knuckles grabar "Wonderful, Glorious", para demostrarnos una vez más que, aunque se haga mayor y adquiera ciertos vicios como el alcohol o los puros, Mr. E ha logrado, por fin, abandonar la zona gris en la que la pena y el dolor por la pérdida de su padre, madre y hermana (además de incontables fracasos sentimentales) le había sumido para abrazar la felicidad más absoluta haciendo lo que mejor sabe; componer. Y es que muchos músicos ya querrían tener una discografía como la de Mr. E, no tiene disco mediocre, todos poseen un nivel altísimo. Pero su grandeza no sólo reside en el alarde compositivo del que ha hecho gala en los últimos quince años sino que, con cada entrega, nos sorprende. Así, "Electro-Shock Blues" (1998) no tiene nada que ver con, por ejemplo, "Souljacker" (2001) y mejor así para él y para nosotros, porque, aunque bellísimo, es un disco con una carga demoledora para el que hay que estar preparado y a él casi le cuesta la cordura. "Blinking Lights and Other Revelations" (2005) es un ejercicio exagerado en el que perderse y "Hombre Lobo" (2009) es otra delicia como "End Times" (2010) o, el antes mencionado, "Tomorrow Morning" (2010). ¿Y qué decir de "Shootenanny!" (2003), el polémico "Daisies of the Galaxy" (2001) o el archifamoso "Beautiful Freak" del 96? Por no hablar de los seminales "A Man Called E" (1992) o "Broken Toy Shop" (1993). Mr. E es uno de los grandes genios de nuestra generación.
Si soy sincero, mi relación con él tuvo una ruptura allá por "Blinking Lights and Other Revelations", le había disfrutado desde bien temprano y paladeado en directo, sentía que "Blinking Lights" no era mi disco y me demostró lo equivocado que estaba cuando publicó "Hombre Lobo: 12 Songs Of Desire", no me hacía falta que nadie me dijese lo bueno que era pero aquel disco y, después, su libro "Cosas que los nietos deberían saber" realmente me tocaron la fibra.
Ok, a estas alturas todo el mundo lo ha leído y a nadie le sorprende pero, situémonos en el tiempo, hasta que Blackie Books no lo publicó, Mr. E era casi un completo desconocido, con una personalidad escurridiza, opaco, extraño y difícil de conocer si no era por la ironía, sarcasmo y humor ácido de sus letras. Era un enigma del cual sabíamos poco a través de sus entrevistas. Algunas veces daba la imagen de ser una persona alejada de la realidad, excesivamente huraño o distante, otras veces era brutalmente sincero y realista y cuando narraba sus desgracias parecía imposible que todas ellas le hubiesen ocurrido a la misma persona y en algunas ocasiones parecía un genio incomprendido al que el poco éxito le había cogido con el paso cambiado mientras él seguía escribiendo y escribiendo canciones convencido de su propio talento para, un par de periodistas después, mostrarse humilde y apocado, poco seguro de sí mismo. En realidad no mentía nunca, Mr. E era todo eso y mucho más, tiene mil caras y eso se deja ver en sus discos.
Pero vayamos a "Wonderful, Glorious" porque es un disco que da para escuchar y escribir durante noches y noches. "Bombs Away" es una de las más explícitas del álbum, no por su título, sino por su estribillo y su introducción, su rítmica y sus arreglos. En cierta forma, este "Wonderful, Glorious" te recordará en algo al sonido de "Souljacker" (2001) pero sólo comparten texturas porque lo que allí era punk crudo y en "Shootenanny!" (2003) sonido rootsy, aquí bebe de todos y cada uno de sus discos y sorprende en cada corte con una madurez inusitada, tomando los mejores ingredientes de cada álbum y mezclándolos con sabiduría para llevar su mundo a tus oídos. Aunque la calma se apropie de "Bombs Away" allá por el final, es el propio Mr. E quien te electriza con sus alaridos, imprimiendo fuerza e intensidad a la canción. El hombre lobo vuelve por segundos e impacta, como siempre.
La vacilona "Kinda Fuzzy" presume de ser una de las más pegadizas, mezclando elementos blues y pop por igual con ese tipo de grano en el sonido que hace que parezca que estamos escuchando una grabación Low-Fi de excelente sonido (¿qué paradoja, verdad?) y que incluso pensemos en cierto sabor funky en el estribillo que pronto se convierte en ensoñación allá por el puente.
"Accident Prone" sirve de descanso hasta la contundente "Peach Blossom" (lo primero que pudimos escuchar de este "Wonderful, Glorious") y que se llena de fuzz con una guitarra que parece rascar tímpanos, un ritmo como una apisonadora y, en ciertos momentos, nos recuerda al de Pomona hasta, una vez más, otro magnífico puente. Mr. E sabe lo que se hace, sabe componer, es un artesano y no sólo se esmera en las melodía de las estrofas o estribillos sino que elabora puentes que suelen subir la nota final de cada una de sus canciones. "On The Ropes" es como "Accident Prone", pequeños descansos perfectamente ordenados para llevarnos allá donde este "Wonderful, Glorious" quiera, la guitarra me recuerda a Elliott Smith, no es por casualidad, hay conexión. "The Turnaround" nos devuelve a un Mr. E más nocturno e intenso que nunca, es capaz de tocarte la fibra con su voz ronca y un poquito de reverb, la base musical también una maravilla y las guitarras se entretejen para crear una bonita melodía sobre la que él canta derramando las palabras.
"New Alphabet" vuelve a los coordenadas de "Bombs Away" o "Peach Blossom" pero con una batería que parece programada, me encanta el sabor de esta canción y, otra vez más, el puente es lo mejor de lo mejor de la canción, una jodida golosina. "Stick Together" sí que podría haber formado parte de "Hombre Lobo" y "True Original" vuelve a noquearnos si la escuchamos a solas y de noche. "Open My Present" vuelve al Mr. E más bluesy mientras "You're My Friend" recuerda levemente a "Tomorrow Morning" pero con el condimento naranja de este "Wonderful, Glorious". "I Am Building A Shrine" suena a fantasía antes de acabar con la directa "Wonderful, Glorious" que cierra de manera épica y magnífica el mejor disco de Mr. E desde... ¡el anterior! Desde luego, Tom Waits elige bien a sus amigos. Mágico, brillante, hermoso e intenso. ¿Alguien da más por tan poco?
© 2013 Rick Deckard