Yo fui una de esas veinte mil almas ansiosas por ver a Led Zeppelin en directo y, como muchos, intenté comprar mi entrada y me registré, nunca pude acceder a la compra, nunca recibí contestación, estaban desbordados por la respuesta de público y, más tarde, me enteré de que las probabilidades de haberlo conseguido, teniendo en cuenta el aforo y las peticiones, eran las mismas de que te tocase la lotería. En cierta forma, era una suerte y toda una hazaña poder ver al mejor grupo de Rock N' Roll de la historia por primera vez en muchos, muchos años, y por última vez como más tarde se ha podido confirmar. ¿Pero qué podemos echarles en cara? Robert Plant es la clase de músico al que uno consigue abstraer mentalmente del negocio y llegar a considerar como persona, cada vez me cae mejor. Es un tipo íntegro al que, a estas alturas, está claro que no le interesa el dinero, no tiene interés alguno en resucitar a Led Zeppelin y es capaz de decir que no a algunas de las ofertas más suculentas de la historia de la música. ¿Por qué? Seguramente, la respuesta a tal enigma se pueda resolver en dos palabras: John Bonham. Y le honra, en un mundo cada vez más superficial como el que nos ha tocado vivir, es de agradecer que queden caballeros que sean fieles a una promesa y a algo tan volátil y anticuado pero importante como el concepto de la amistad. Ese sentimiento del que todo el mundo presume, ése que ahora es capaz de ser medido en miles y miles de amigos gracias a las famosas redes sociales pero que, en realidad y lamentándome mucho de ello, casi todo el mundo desconoce. Pues bien, Led Zeppelin es el grupo de Jimmy Page, eso está claro, pero Robert Plant no sólo era la voz, era el sexo, la cabeza visible y John era su amigo y el músculo, el motor. Imposible concebir a Zeppelin como grupo sin Bonham. Una y otra vez se ha negado Robert a volver bajo el nombre de Led Zeppelin y es que nuestro querido amigo es feliz con su actual carrera en solitario (en la cual sigue cosechando éxito en forma de premios y piropos del público y crítica) y es fiel a su palabra.
Pero, por supuesto (aunque en menor medida), también entiendo a Jimmy Page (el cual ya no tiene nada que demostrar tampoco), Led Zeppelin es un coloso, el mejor grupo de Rock de la historia y una marca inmortal con unas canciones imperecederas, ¿por qué no sacar ese cochazo de vez en cuando del garaje? ¿por qué no dar una vuelta por medio mundo, hacerlo rugir de nuevo y, de paso, sacar algo a cambio? También es verdad que la carrera de Page después del grupo no ha sido tan afortunada y satisfactoria como la de Plant. Por supuesto que soy el primero que vendería su alma a cambio de verles y, como yo, millones de personas, sí pero ¿no me digan que también no tiene encanto imaginar a esa bestia dormida? ¿No es mejor saber que el zepelín podría surcar los cielos de medio mundo pero no lo hace y ahí sigue su leyenda? ¿Realmente somos capaces de imaginar un nuevo disco de Zeppelin ahora mismo sin pensar que, en algún momento, habrían prostituido de alguna manera un legado que ahora resulta inmortal? Hay veces que hay que dejar que los volcanes duerman y los viejos dioses descansen; no es necesario verles de nuevo sobre las tablas para entender su grandeza.
Pero, claro, ¿quién es capaz de decir que no a un contrato de millones y millones? Y así, Page y Paul Jones se las prometían muy felices. "Ok, Robert dice que no pero ya veremos qué opina después del concierto y todo el esfuerzo que hemos volcado en él", pensaron Jimmy y John. Pues bien, el concierto pasó y Robert sigue en sus trece. Imposible no quererle porque los que amamos a Zeppelin le entendemos en cierta manera y respetamos su decisión. Seguramente sepamos menos de la mitad de los auténticos motivos y, bajo la promesa de no volver sin Bonham, haya también una verdadera lucha de egos (cosa que me cuesta creer en alguien como Plant), rencor por la no asistencia de Paul Jones y Page al funeral de su hijo Karac (fallecido en el 77) o simplemente principios. ¡Pero, qué demonios, estamos hablando de Robert Plant, aquel que es capaz de llorar con una interpretación de "Stairway To Heaven" en pleno homenaje de Obama! Imposible no quererle.
Y cinco años después tenemos el documento del último vuelo del zepelín más famoso de la historia de la música sobre una gélida noche londinense. El 10 de Diciembre del 2007, acompañados por el hijo de John; Jason Bonham, Robert, Jimmy y Paul Jones, en honor de Ahmet Ertegun, hacían las delicias de miles y miles de fans alrededor del mundo, no sólo interpretando canciones como "Ramble On" o "For Your Life" sino alimentando la ilusión de todos aquellos que nos quedamos fuera del O2 y llegamos a pensar en una posible gira mundial. No fuimos los únicos, la Industria también lo esperaba y deseaba. La edición de este disco doble (mezclado por el famoso Alan Moulder), acompañado del DVD del concierto y los ensayos, no sólo aviva la llama de su legado sino que confirma que "el que tuvo retuvo" ya que los tres se muestran en un estado de forma envidiable. Por no hablar de Jason Bonham que se muestra como una apisonadora y según han coincidido Plant, Page y Jones fue toda una sorpresa por su energía y su conocimiento enciclopédico de las canciones que hicieron famoso a su padre.
"The Song Remains The Same", "No Quarter" o "Nobody's Fault But Mine" se entremezclan con "Black Dog", "Ramble On" o el sinuoso y hechizante bajo de "Dazed And Confused", el hippismo y la fantasia de "Misty Mountain Hop", la oriental y majestuosa "Kashmir" o el estallido que es el cierre con "Rock And Roll". La química es innegable, es una celebración de la vida y los cuatro disfrutan sobre el escenario, los gestos de complicidad y sonrisas plagan un concierto que se disfruta en audio tanto como en vídeo, las canciones siguen vivas, respiran y corren libres después de años de reclusión, los solos e improvisaciones no son los mismos y eso se agradece, resultan tan geniales como hace cuarenta años, "Since I've Been Loving You" es llevada, de nuevo, a otra dimensión mientras que "Stairway To Heaven" sigue sonando sobrenatural y mágica por igual. Faltan muchas, hay grandes ausencias pero son todas las que están y están todas las que son.
La innecesaria justificación de Plant no hace sombra a "Trampled Under Foot" y "Whole Lotta Love" pone las cosas en su sitio. Jimmy Page sigue siendo el mejor Jimmy Page de la historia, Robert Plant (tonos por debajo) ahora exuda sabiduría y lo que su garganta no alcanza ahora lo hacen sus tonos y matices, Paul Jones sigue resultando igual de sobrio y enigmático al bajo como a los teclados y estoy seguro de que John está orgulloso de la pegada de Jason. Los ensayos, aunque también especiales, poco aportan debido a lo rígido del plano y al escaso dinamismo (más cuando acabamos de ver el concierto del O2, grabado en HD por más de una docena de cámaras de alta resolución a un ritmo vertiginoso) y el documento de la BBC entrevistando a fans y celebridades del mundillo como The Edge o Noel Gallagher es totalmente prescindible, por último mencionar que las ilustraciones del artwork pertenecen al gran Shepard Fairey (al que recordarán por la portada del 2007, "Mothership" y del que no diré nada malo al poseer una guitarra diseñada por él). Una lujosa y opulenta edición de un momento irrepetible, tan grande que es imposible de contener en una edición cuádruple. El Rock no ha muerto, tenemos el testimonio.
© 2013 John Doe