Bruce es una de mis debilidades y es con él y unos pocos elegidos por quien me salto la precaución de emitir cualquier juicio sobre un disco suyo pocas horas después de haberlo escuchado. ¿Pero acaso es tanta la necesidad de nuevo material suyo? Aclarémoslo, es su décimo octavo álbum pero eso no quiere decir que sea la continuación al genial "Wrecking Ball" (2012) ni se trate de nuevas composiciones pero, sin embargo, parece que Bruce quiera aprovechar el tiempo al máximo y exprimir a sus musas ahora que vive una feliz madurez en la que el juicio de la gran mayoría de la crítica se une al desbordante fanatismo de unos seguidores que ya cuentan la asistencia a sus conciertos por medias docenas y son capaces de abarrotar estadios noche tras noche para ver, de verdad, a la última gran estrella del Rock. "High Hopes", aunque tenga coherencia y se deje escuchar como un LP más de su discografía, es un recopilatorio con todo tipo de canciones: descartes, sobrantes, versiones y revisiones ¿Pero quién soy yo para quejarme? Le he visto más de una decena de veces y he podido estrecharle la mano en cuatro ocasiones, soy uno más de esos que necesita a Bruce en su día a día ¿y acaso no es de agradecer que siga regalándonos canciones a este nivel? Además sirve como un alto en el camino hacia el próximo disco y recuperar una vez más a nuestro Clarence y al entrañable Danny Federici.
"Little Steve" grabando la noruego-americana serie de televisión "Lillyhammer" y Morello (guitarrista de Rage Against The Machine) le reemplaza en la E Street Band. El romance entre Tom y Bruce viene de lejos, desde que el neoyorkino grabase con su grupo aquella versión de "The Ghost Of Tom Joad" (la verdad es que de irreconocible les quedó hasta bien pero, claro, eran otros tiempos, cuando RATM tenían algo que aportar todavía al desangelado panorama noventero de finales de década) y parece que, tal y como indicó Bruce, encontró en la guitarra de Tom a su musa particular.
No vamos a negar que le entendamos, siempre he visto a la E Street Band como un colectivo de amigos, abierto a que cualquier músico solvente pueda entrar a tocar con ellos y lo refrescante que seguramente les resulte pero tampoco voy a mentir en que odio la forma de tocar de Morello, por mucho que se haya dicho lo contrario y debamos reconocer que su estilo es plenamente reconocible y tenga su mérito en ello, nunca me ha gustado como guitarrista, le reconozco más como un músico efectista, repleto de tics y con poca imaginación. Debemos de dejar de asociar conceptos como "moderno" o "vanguardista" con Morello porque lleva más de veinte años haciendo lo mismo. ¡Estoy harto de él y su puñetero Whammy! (para los que no lo sepan, un pedal que permite al guitarrista desplazar su afinación a octavas, por debajo y por arriba, muy característico junto al Wah del "sonido Morello")
Pero si a Bruce le gusta tenerle en su grupo habrá que respetarle y, por suerte, su presencia en "High Hopes" no deja de ser anecdótica dejándose ver menos que en otras ocasiones aunque más de lo que uno desearía (ocho canciones y una al micro), me parece mil veces mejor un músico como Nils Lofgren pero, claro, Morello tiene el encanto de lo nuevo, de no llevar media vida a su lado, además Nils se pone al servicio de la música, en fin... Así que, con estas, cuando menos intención tenían de volver a registrar material nuevo, se encontraron Bruce y la E Street Band grabando canciones a las que el tiempo o el estudio no habían hecho justicia en sus propias palabras.
"High Hopes" ya fue grabada por Bruce en 1996, en el EP "Blood Brothers", la canción pertenece a Tim Scott (Ledfoot) y aporta poco a la acústica grabada hace diecisiete años. La nueva versión tiene un sonido más moderno, el tempo es más acelerado y se nota la mano de Morello en los efectos que sobrevuelan a las acústicas. Lo que me gustaba de ella en "Blood Brothers" es que parecía ser tocada en un pub y sonaba más orgánica y divertida, casi dos décadas después suena como una fiesta gracias a los metales y la guitarra de Morello, la voz de Bruce es más grave y cobra más protagonismo en la mezcla además de ser más radiable en los tiempos que corren. ¿Con cuál me quedo? Complicado elegir, supongo que las dos tienen su momento y su "puntito". "Harry's Place" es un descarte de "The Rising" (2002) y me gusta por su letra, sus gángsters y la voz de Bruce, en su tono más grave, narrando, creando un pasaje sonoro en el que la música es tan sólo un acompañamiento.
"American Skin (41 Shots)" es una vieja conocida, ya registrada en directo en "Live In New York City" (2000) y siempre emociona, además de servir como homenaje a Trayvon Martin, aquel afroamericano de diecisiete año víctima de la brutalidad policial, ¿cuántas veces tendrá que cantar Bruce esta canción? "American Skin (41 Shots)" sigue cogiéndonos ese pellizquito y, de paso, hace que nadie se olvide ni de Trayvon y otros tantos como de Bruce todavía como cronista de la injusticia social. "Just Like Fire Would" de los australianos The Saints suena radiante y todo lo Pop que puede sonar siendo tocada por una "Big Band" pero, aún así, la prefiero al Power Punk-Pop de Chris Bailey y los suyos porque, en comparación, la de Bruce me hace vibrar y de nuevo esos metales en el puente son geniales y transmiten optimismo. ¡Es toda una inyección de vitalidad!
"Down in the Hole" es un descarte que podría encajar en el "Mule Variations" (1999) de Tom Waits y suena nocturna, como si nos llegase su eco a través de la radio de un coche sonando en mitad de una noche de verano, atención a los arreglos de cuerda, maravillosa. "Heaven's Wall" es vibrante gracias a la acústica y los coros góspel, con un ritmo directo y contagioso que pronto se electrifica y se deja acompañar por el violín de Soozie Tyrell. El final es una fiesta y Morello, aunque presente, se contiene y no, no hace ningún "scratch".
"Frankie Fell in Love" podría haber formado parte de cualquier disco de Bruce mientras que los aires folkies de "This is Your Sword" la entroncan a aquel "We Shall Overcome: The Seeger Sessions" (2006) aunque Bruce tenga la tendencia desde entonces de incluir algún que otro tema con esa influencia en cada uno de sus discos desde entonces. "Hunter of Invisible Game" es deliciosa, desde la emocionalidad de su comienzo hasta la calma que irradian las estrofas, tan íntima como sobresaliente. "The Ghost of Tom Joad", a pesar de estar Morello presente, se aleja de las coordenadas de la versión de RATM y, aunque electrificada, no dista demasiado de la original grabada por Bruce en 1995. Esta vez sí lo tengo claro, me quedo con la desolación que transmitía aquella gracias a esa armónica y a esa sensación de abandono en la guitarra acústica. A favor de esta nueva versión hay que defender que los solos son realmente intensos y los coros la engrandecen. Pero me reafirmo; a veces menos es más.
"The Wall" nos lleva al Bruce más intimista (basada en una idea de Joe Grushescky y tras la visita junto con Patti al monumento erigido a los veteranos) nos relata la historia de Walter Cichon, un músico de Jersey en el cual todos los chavales se veían reflejados y que nunca regresaría de la guerra de Vietnam, el acompañamiento es soberbio. Y llegamos al final de este viaje en el tiempo con "Dream Baby Dream", ¿cuántos de sus seguidores escucharían la original de Suicide si Bruce no la versionase? Hay que reconocer que la original es toda una experiencia y más si se escucha en el contexto de un álbum tan indigesto como genial pero la versión de Bruce, tal y como la escuchamos en directo durante la gira de "Devils & Dust" (2005), gana enteros y se convierte en una coda espectacular.
Según él, son sus mejores canciones inéditas de la última década en las que se dan la mano deferentes ideas, personas, historias, músicos y amigos cuyas voces siguen resonando en la cabeza de Bruce y él quiere darles su oportunidad sin que se pierdan en el tiempo, en caras b, en diferentes recopilatorios o en las bobinas de un estudio. Como decía antes, ¿quién soy yo para discutírselo si estoy escribiendo esta crítica en mitad de la madrugada escuchándolas como un adolescente? Que sea por muchos años, amigo mío...
"Little Steve" grabando la noruego-americana serie de televisión "Lillyhammer" y Morello (guitarrista de Rage Against The Machine) le reemplaza en la E Street Band. El romance entre Tom y Bruce viene de lejos, desde que el neoyorkino grabase con su grupo aquella versión de "The Ghost Of Tom Joad" (la verdad es que de irreconocible les quedó hasta bien pero, claro, eran otros tiempos, cuando RATM tenían algo que aportar todavía al desangelado panorama noventero de finales de década) y parece que, tal y como indicó Bruce, encontró en la guitarra de Tom a su musa particular.
No vamos a negar que le entendamos, siempre he visto a la E Street Band como un colectivo de amigos, abierto a que cualquier músico solvente pueda entrar a tocar con ellos y lo refrescante que seguramente les resulte pero tampoco voy a mentir en que odio la forma de tocar de Morello, por mucho que se haya dicho lo contrario y debamos reconocer que su estilo es plenamente reconocible y tenga su mérito en ello, nunca me ha gustado como guitarrista, le reconozco más como un músico efectista, repleto de tics y con poca imaginación. Debemos de dejar de asociar conceptos como "moderno" o "vanguardista" con Morello porque lleva más de veinte años haciendo lo mismo. ¡Estoy harto de él y su puñetero Whammy! (para los que no lo sepan, un pedal que permite al guitarrista desplazar su afinación a octavas, por debajo y por arriba, muy característico junto al Wah del "sonido Morello")
Pero si a Bruce le gusta tenerle en su grupo habrá que respetarle y, por suerte, su presencia en "High Hopes" no deja de ser anecdótica dejándose ver menos que en otras ocasiones aunque más de lo que uno desearía (ocho canciones y una al micro), me parece mil veces mejor un músico como Nils Lofgren pero, claro, Morello tiene el encanto de lo nuevo, de no llevar media vida a su lado, además Nils se pone al servicio de la música, en fin... Así que, con estas, cuando menos intención tenían de volver a registrar material nuevo, se encontraron Bruce y la E Street Band grabando canciones a las que el tiempo o el estudio no habían hecho justicia en sus propias palabras.
"High Hopes" ya fue grabada por Bruce en 1996, en el EP "Blood Brothers", la canción pertenece a Tim Scott (Ledfoot) y aporta poco a la acústica grabada hace diecisiete años. La nueva versión tiene un sonido más moderno, el tempo es más acelerado y se nota la mano de Morello en los efectos que sobrevuelan a las acústicas. Lo que me gustaba de ella en "Blood Brothers" es que parecía ser tocada en un pub y sonaba más orgánica y divertida, casi dos décadas después suena como una fiesta gracias a los metales y la guitarra de Morello, la voz de Bruce es más grave y cobra más protagonismo en la mezcla además de ser más radiable en los tiempos que corren. ¿Con cuál me quedo? Complicado elegir, supongo que las dos tienen su momento y su "puntito". "Harry's Place" es un descarte de "The Rising" (2002) y me gusta por su letra, sus gángsters y la voz de Bruce, en su tono más grave, narrando, creando un pasaje sonoro en el que la música es tan sólo un acompañamiento.
"American Skin (41 Shots)" es una vieja conocida, ya registrada en directo en "Live In New York City" (2000) y siempre emociona, además de servir como homenaje a Trayvon Martin, aquel afroamericano de diecisiete año víctima de la brutalidad policial, ¿cuántas veces tendrá que cantar Bruce esta canción? "American Skin (41 Shots)" sigue cogiéndonos ese pellizquito y, de paso, hace que nadie se olvide ni de Trayvon y otros tantos como de Bruce todavía como cronista de la injusticia social. "Just Like Fire Would" de los australianos The Saints suena radiante y todo lo Pop que puede sonar siendo tocada por una "Big Band" pero, aún así, la prefiero al Power Punk-Pop de Chris Bailey y los suyos porque, en comparación, la de Bruce me hace vibrar y de nuevo esos metales en el puente son geniales y transmiten optimismo. ¡Es toda una inyección de vitalidad!
"Down in the Hole" es un descarte que podría encajar en el "Mule Variations" (1999) de Tom Waits y suena nocturna, como si nos llegase su eco a través de la radio de un coche sonando en mitad de una noche de verano, atención a los arreglos de cuerda, maravillosa. "Heaven's Wall" es vibrante gracias a la acústica y los coros góspel, con un ritmo directo y contagioso que pronto se electrifica y se deja acompañar por el violín de Soozie Tyrell. El final es una fiesta y Morello, aunque presente, se contiene y no, no hace ningún "scratch".
"Frankie Fell in Love" podría haber formado parte de cualquier disco de Bruce mientras que los aires folkies de "This is Your Sword" la entroncan a aquel "We Shall Overcome: The Seeger Sessions" (2006) aunque Bruce tenga la tendencia desde entonces de incluir algún que otro tema con esa influencia en cada uno de sus discos desde entonces. "Hunter of Invisible Game" es deliciosa, desde la emocionalidad de su comienzo hasta la calma que irradian las estrofas, tan íntima como sobresaliente. "The Ghost of Tom Joad", a pesar de estar Morello presente, se aleja de las coordenadas de la versión de RATM y, aunque electrificada, no dista demasiado de la original grabada por Bruce en 1995. Esta vez sí lo tengo claro, me quedo con la desolación que transmitía aquella gracias a esa armónica y a esa sensación de abandono en la guitarra acústica. A favor de esta nueva versión hay que defender que los solos son realmente intensos y los coros la engrandecen. Pero me reafirmo; a veces menos es más.
"The Wall" nos lleva al Bruce más intimista (basada en una idea de Joe Grushescky y tras la visita junto con Patti al monumento erigido a los veteranos) nos relata la historia de Walter Cichon, un músico de Jersey en el cual todos los chavales se veían reflejados y que nunca regresaría de la guerra de Vietnam, el acompañamiento es soberbio. Y llegamos al final de este viaje en el tiempo con "Dream Baby Dream", ¿cuántos de sus seguidores escucharían la original de Suicide si Bruce no la versionase? Hay que reconocer que la original es toda una experiencia y más si se escucha en el contexto de un álbum tan indigesto como genial pero la versión de Bruce, tal y como la escuchamos en directo durante la gira de "Devils & Dust" (2005), gana enteros y se convierte en una coda espectacular.
Según él, son sus mejores canciones inéditas de la última década en las que se dan la mano deferentes ideas, personas, historias, músicos y amigos cuyas voces siguen resonando en la cabeza de Bruce y él quiere darles su oportunidad sin que se pierdan en el tiempo, en caras b, en diferentes recopilatorios o en las bobinas de un estudio. Como decía antes, ¿quién soy yo para discutírselo si estoy escribiendo esta crítica en mitad de la madrugada escuchándolas como un adolescente? Que sea por muchos años, amigo mío...
© 2013 Johnny 99