Me gustan los discos de Dinosaur Jr. porque hacen parecer fácil lo difícil, porque nos demuestran que se puede envejecer y, como el buen vino, hacerlo con algo más que dignidad: calidad. ¿Cuántos grupos de los noventa mantienen el tipo veinte años después, cuántos son capaces de mirarse al espejo sin sentir vergüenza? Recuerdo que, hace dos décadas, aquellos músicos a los que mirábamos con auténtica fascinación, siendo tan chavales y mocosos como éramos, sintetizaban perfectamente el ideal puro del artista. Su música era alternativa porque era precisamente eso; una alternativa a lo que predominaba y ellos lo sabían. Predicaban una suerte de mestizaje entre el Rock, el Metal y el Pop más melodioso pero todo ello revestido con la filosofía Punk del "sé tú mismo" que tenía su lógica, tanto estética como ideológica, en la crisis económica de los noventa. No llevaban camisas de franela, pantalones rotos y guitarras baratas porque quisieran, todos ellos (me da igual si proceden de Seattle, Chicago o Massachusetts) eran producto de la clase media, de familias desestructuradas cuyos padres trabajaban en pequeños pueblos madereros, fábricas, oficinas de tres al cuarto y, sin embargo, acudían a misa puntualmente los domingos. No era de extrañar que sus hijos creciesen con el rock de los setenta, escuchando el de los sesenta a través de sus progenitores y todos con la cabeza mirando a las estrellas como decía Oscar Wilde para escapar de todo aquello. Y todos aquellos adolescentes crecieron y formaron bandas, empezaron a hacer la música que les gustaba o podían y, por esa azarosa mezcla de destino o serendipia, se encontraron en un trono mediático que nunca desearon, por lo menos, de manera consciente.
Pero el tiempo pasa y, después de escopetazos, sobredosis, muertes, separaciones y juicios, todos aquellos jóvenes de pelo enmarañado y guitarras ruidosas, han vuelto rozando la cincuentena y su discurso ya no se lo puede tragar nadie. Ahora les vemos sacar recopilatorios, hacer giras de reunión, ser cabezas de cartel como los grandes dinosaurios en los que se han convertido, compartir escenario con aquellos grupos a los que antes ni siquiera querían telonear, participar en películas, protagonizar anuncios y vender su alma al diablo porque al final, lo alternativo no era más que otra nueva etiqueta, una corriente que terminó fagocitada por la Industria y los que antes eran los anti-héroes de todos los adolescentes, ahora se han convertido en multimillonarios padres de familia como Dave Grohl. ¿Íntegros? Claro que sí, a la cabeza me viene Mudhoney, Jerry Cantrell, Eddie Vedder, Mark Lanegan, Greg Dulli, los primitivos Melvins, los simpáticos Meat Puppets y, por supuesto, J.Mascis y sus Dinosaur Jr. Unos pocos, sólo unos pocos.
Decidieron volver con "Beyond" (2007) y rozaron el cielo con las manos, tanta genialidad no era posible pero lo confirmaron con "Farm" (2009) y, para colmo, Mascis se sacó de la chistera el delicado "Several Shades Of Why" (2011), por no mencionar sus intensos conciertos. A estas alturas no hay duda alguna de que Dinosaur Jr. no son una marca sino un grupo que ha sabido asumir el paso de los años y siguen vivos, muy vivos porque cuando el afilado rasgueo de "Don't Pretend You Didn't Know" abre este "I Bet On Sky" y la acolchada y "neilyoungniana" voz de Mascis suena, uno siente el viento de los noventa más vivo que nunca. Pop y rock sintetizados magníficamente pero, como siempre, es en las distorsiones más aguerridas donde Mascis se lleva el gato al agua, la sucísima guitarra de "Watch the Corners" es simplemente deliciosa porque se llena de emociones según la vamos escuchando y paladeando segundo por segundo hasta un solo que pone de manifiesto que sí, que Mascis es uno de los guitarristas más expresivos y originales de los últimos veinte años.
"Almost Fare" suena acústica pero no deja de ser rock alternativo asalvajado con suficientes capas de guitarras capaces de entretener al fan más minucioso. El medio tiempo clásico de Dinosaur llega con "Stick A Toe In", "Rode" suena "subpopera" (si es que eso existe) y el Wah-wah de "I Know It Oh So Well" quema a ritmo funky lleno de distorsión y fuzz como igual de abrasivo es el riff de "Pierce the Morning Rain" con una nueva exhibición de Mascis con su Fender. ¡Hacía tiempo que no sonaban tan cabreados y se agradece que aún conserven intacta toda su rabia!
"What Was That" es más clásica como la marcial "Recognition" con un ritmo retro que le sienta la mar de bien y un riff zepelinniano como pocos, para terminar; "See It On Your Side" de nuevo noventera a más no poder con la clásica tormenta eléctrica que sólo podemos encontrar en los discos de Dinosaur Jr. como un cruce imposible entre Crazy Horse, My Bloody Valentine y Sonic Youth. Hay cosas que nunca cambian y así debe ser, cada disco de Mascis es como sentirse en casa, es reconfortante saber que ahí fuera hay alguien que todavía mantiene la cordura, ajeno a modas y a tendencias, tan sólo entretenido en hacer buena música, como si eso fuese poco...
© 2012 Daniel Quinn