Quizá, lo que haya terminado de centrar a Astbury y Duffy es aceptar su propio destino; saber que nunca más van a tener éxito masivo, conocer de nuevo lo que es trabajar duro y grabar grandes discos con escasa repercusión. Seamos sinceros, la discografía de The Cult es impecable, ni siquiera aquel "Ceremony" del 91 o el ahora ya mítico "The Cult" del 94 (sí, el de la cabra, como le conocemos todos) son malos discos y todos sabemos de decenas de artistas que matarían por canciones como las que se encastan en sus surcos. Y es que, hasta los discos menos inspirados de los ingleses son auténticas joyas por las que el resto de artistas suspiran. Y sí, pienso que aceptar su propio destino, muy lejos del mainstream, es lo que ha revitalizado y dotado de unión a The Cult. Astbury no debe ser un tipo fácil y convivir con el ego de Duffy seguro que es un infierno pero juntos hacen una pareja a la altura de muchos de los dúos compositivos más famosos de la historia. Lo tienen todo; la voz, el misticismo, la pose del guitarrista, impecables riffs y esa relación a medio camino entre el amor y el odio en la cual uno no sabe si están al borde del precipicio y su próxima actuación será la última o es que están hechos para estar el uno al lado del otro por y para siempre. La aceptación de ser ya una banda de culto (nunca mejor dicho), lejos de las grandes audiencias y alejados de la presión mediática y comercial dentro de una gran multinacional, les ha vuelto a colocar en su lugar y The Cult ya no hacen música para las masas (lo cierto es que nunca la habían hecho) ahora la hacen para ellos mismos y así, de paso, exorcizan sus demonios. ¿El resultado? Maravilloso.
Después del grandísimo disco que fue "Born Into This" (2007), Astbury y Duffy aseguraron que ya no grabarían más. ¿Cómo era posible? Habían grabado un álbum sólido y perfecto, una gran continuación del también espectacular "Beyond Good And Evil" (2001) pero parecía que era su última bala y con ella no habían logrado su objetivo, el desánimo y la poca acogida por parte del público y la tibieza de la prensa especializada hicieron mella en ellos y anunciaron su retirada. Pensándolo bien, "Born Into This" era un epitafio a la altura de su leyenda, un auténtico broche de oro. Pero las giras continuaron y el Love Live Tour del 2009 y la celebración por todo lo alto del alto del clásico "Love" (1985) junto con la inagotable respuesta de sus fans hicieron el resto y The Cult no dejó de girar y girar y, claro, anunció nuevo disco.
Pero, si en estudio son imbatibles, no podemos decir lo mismo de sus directos. Tempesta y Wyse son el contrapunto perfecto a dos gigantes de la talla de Astbury o Duffy pero las constantes tormentas emocionales de Ian y sus adicciones enturbian las actuaciones del grupo de manera caprichosa. The Cult pueden desplegar toda su magia y mostrarse demoledores con su gravísimo sonido, sus inagotables riffs y el torrente de voz de Astbury pero, si éste se ha levantado con el pie izquierdo o tiene un mal día, podemos ser testigos de actuaciones erráticas y dubitativas, turbias y mediocres. Los genios son así.
Suerte que tenemos que en estudio no sea así y todos y cada uno de sus discos brillen con luz propia. Producido por Chris Goss y el propio grupo, este "Choice Of Weapon" no terminaba de convencerles e intentando darle todo el mimo que se merece se lo llevaron a Bob Rock para que le dotase del brillo y la potencia que necesitaba. He de reconocerlo, Bob Rock me cae especialmente mal y, aunque ha producido discos jodidamente históricos, no termino de verle la gracia a él y su particular forma de entender el Rock pero en este "Choice Of Weapon" da la sensación de que ha sido capaz de darle el sonido que necesitaban canciones tan sobrias como "The Wolf" o "Honey from a Knife" sin restarles una pizca de autenticidad y sabor en favor de un sonido más radiable.
Y es que el truculento mundo de Astbury nos golpea en la cara desde "Honey from a Knife" auspiciado por el sonido más rockero de los últimos The Cult y unos coros pegadizos propios de unas animadoras del lado oscuro. El in crescendo emocional que sufrimos en "Elemental Light" se entremezcla en el estribillo con un Astbury sonando "morrisoniano" por los cuatro costados (¡cómo va a sonar este clásico instantáneo en esta gira!). Ritmos pesados en "The Wolf" y guitarras zeppelinianas en otro gran tema con un Duffy inspirado, una base rítmica grandiosa y Astbury sonando como nunca. Y es ahora cuando entendemos por qué gran parte de la crítica considera este "Choice Of Weapon" como su mejor disco desde "Sonic Temple" (1989). Suena descabellado pero es así.
El medio tiempo de "Life > Death" nos sumerge de nuevo en las turbias aguas de Astbury en un tema que podría haberlo firmado el mismísimo Nick Cave excepto en su despegue. ¡Qué guitarras las de Duffy, chapeau! La ya conocida "For The Animals"que nos recuerda a sus trabajos más antiguos y un tintineante piano lleno de Rock N' Roll y sabor añejo a los The Cult de siempre con ese riff de Duffy. La segunda parte de este disco (porque contiene catorce temas; ¡catorce!) se inicia con "Amnesia". ¡Qué maravilla, cómo coge fuerza y velocidad! El bajo y los arreglos toman protagonismo en "Wilderness Now", la magia de The Cult hecha canción con una voz arrebatadora y seductora por parte de Ian.
La otra conocida de este disco es "Lucifer" y uno de esos riffs grandiosos y enormes que Duffy es capaz de sacar de su guitarra a estas alturas de su carrera. El blues sucio de "A Pale Horse" es para muchos el punto débil de este "Choice Of Weapon" pero basta escuchar ese bajo de Wyse y esa batería de Tempesta entremezclándose con la voz de Astbury y el cambio de ritmo tan magnífico para apreciarla en su justa medida. Bajamos la intensidad con la interesante y nocturna "This Night In The City Forever" para saltar a "Every Man And Woman Is A Star" (quizá la más inofensiva). Cuando uno llega a "Embers"el final está cerca y se nota, "Until The Light Takes Us" vuelve a subir moderadamente los decibelios con un Duffy en estado de gracia y en "Siberia" es Astbury el que vuelve a lamer la miel del cuchillo con un bajo lleno de fuzz, crudo como él solo, una guitarra como una cuchilla y un final digno y lleno de emoción.
Puede que The Cult ya no suenen en las radios ni llenen grandes pabellones pero a quién le importa si son capaces de grabar un disco como "Choice Of Weapon" en tiempos tan mediocres como los que nos rondan. Ojalá no tarden otros cinco años en volver, ojalá no nos vuelvan a dejar nunca. ¡Viva The Cult!
© 2012 Conde Draco