Crítica: "It Might Get Loud"

"It Might Get Loud", el documental de Davis Guggenheim podría ser subtitulado como un mal chiste: "un guitarrista, un músico y un aficionado", Jimmy Page es el único guitarrista que aparece en este documental, The Edge es un buen músico, con instinto, habilidad para los arreglos y buen gusto para las texturas que crea con sus efectos mientras que a Jack White se le queda grande esta reunión de amigos. Comparar a Page con Edge o White es un sacrilegio en toda regla. No se crean, entiendo lo bizarro del experimento; tres músicos muy distintos con el mismo instrumento como punto de partida. El increíble y sesudo análisis de sus diferencias a las seis cuerdas, sus influencias, orígenes tan dispares y, por consiguiente, peculiar sonido pero permítanme que vuelva a repetirme; Jimmy Page está por encima. Mientras que éste, en lo poquito que se cuenta de él, se ha dejado el culo en miles y miles de sesiones como músico de estudio en las cuales ni siquiera figura en los créditos y fue parte activa de uno de los grandes grupos de la historia (Led Zeppelin), la historia de White resulta ridículamente intranscendente y carente de interés cuando se la compara con el genio de Page. The Edge, por su parte, aporta demasiado y fagocita el documental.

Está claro que si uno quiere ver a Page y saber de él, este "I Might Get Loud" no es la mejor idea pero la aportación de Dave Evans (The Edge) es excesiva, como antiguo seguidor del cuarteto irlandés y actual fan moderado (y ciertamente enemigo recalcitrante de todo lo que tenga que ver con el Bono más actual) no tengo ningún problema (y aprecio como un buen regalo) las imágenes de U2 interpretando "Street Mission", no porque no las haya visto ya hasta la saciedad sino porque siempre me gusta ver a un grupo, ahora dinosaurio, cuando todavía eran frescos, genuinos y con ganas de comerse el mundo mucho antes de que se convirtieran en una marca, una empresa pero sí, en efecto, hay demasiado protagonismo irlandés en esta cinta.

Page únicamente necesita su Les Paul en contraste con The Edge que tiene que desplegar todos sus pedales para demostrarnos de lo que es capaz. El guitarrista de Middlesex toca "Whole Lotta Love" y encandila mientras que el irlandés se limita a tocar una y otra vez "Get On Your Boots" (quizá el single más flojo de U2 en los últimos veinte años, sé de lo que me hablo) o "Elevation" y White, perfectamente arreglado con su sombrerito, maquillado como una puerta y armado con una Gretsch o Eastwood, se limita a frasear pequeños licks de blues cargados de "crunch" y distorsión para enmascarar su pequeñez ante sus dos compañeros de tertulia.

Resulta ridículo ver a The Edge enseñarle a Page un riff tan ramplón como el de "I Will Follow" y al de Led Zeppelin se le ve con tan pocas ganas que transmite cierta desidia mientras White toma apuntes imaginarios e intenta ponerse a la altura creando una slide guitar con una botella de Coca Cola y un tablón de madera conectados a un amplificador o sangrando mientras toca con los sosos The Raconteurs (a la postre, su mejor proyecto), enseñando a pisotear a sí mismo (veinte años antes) una preciosa Eastwood roja o contando su "dramática" historia; cómo era de grande su pasión por la música que en su pequeña habitación apenas tenía sitio para dormir entre dos baterías, amplificadores y discos... 

Incluso, a veces, da la sensación de que tanto Page como The Edge sonríen con cierta sorna cuando White, con gran seriedad y de rictus serio, les pone sus discos de vinilo o les enseña cómo le encargó a un luthier la inclusión de un micrófono/armónica en su guitarra (todo un crimen, oiga). Imagino que esta reunión fue forzosa e idea de un tercero o cuarto porque White, The Edge y Jimmy Page no es que no tengan nada en común (que ahí se supone que debería residir la gracia de la cinta) sino que su supuesta magia y complicidad deja bastante que desear. No se crean, no, hay grandes momentos como cuando Page toca "Kashmir" o nos enseña su Danelectro, claro que sí pero, pese a todas las imágenes de archivo y las actuaciones de los setenta, "I Might Get Loud" se queda cojo.

Si te gustan las guitarras éste es un documental con el que disfrutarás, lo que no quiere decir que sea necesario o tenga por qué gustarte ya que, precisamente, si amas el mundo de las seis cuerdas echarás en falta muchas cosas. Lo que desde luego sí está claro es que la presencia del creador de "Stairway To Heaven" nos desvela una de las grandes verdades: sonar como White o The Edge es fácil pero para tocar como él lo hace falta tener talento, genio y haber tocado durante muchos años. Al final, acaban tocando la inmortal "The Weight" de los geniales The Hawks (perdón, The Band). 


© 2012 Fukk Fairlane