Después de un disco como "Vol.4" (1972) Black Sabbath se encontraban exhaustos esperando a que las musas de la inspiración fuesen ellas mismas quienes compusieran su siguiente disco, el uso y abuso de las drogas ha hecho mella en todos ellos y pasan la mayor parte del tiempo en una mansión alquilada de Bel Air viendo pasar el tiempo. Intentan volver a grabar en los estudios Record Plant siguiendo la estela del "Vol.4" pero les resulta imposible y es justo en ese momento cuando Tony Iommy piensa que es mejor dejar Los Angeles, volver a Inglaterra y alquilar un castillo en el bosque Dean de Gales; el castillo Clearwell (una preciosa construcción del S.XVIII ahora utilizada para bodas y bautizos). Todo un acierto si tenemos en cuenta que necesitaban tomar distancia y hacer punto y aparte para encontrar la inspiración. Allí no sólo encontraron las canciones que buscaban sino que además, cuenta la leyenda que tuvieron encontronazos con espíritus y fantasmas además de un incendio, era 1973 y Black Sabbath ya hacían las cosas a lo grande.
Lo primero que llama la atención, antes de pincharlo, es la portada, obra del artista Drew Struzan (para todos aquellos que no le conozcan, aclarar que Struzan tiene una larga carrera como ilustrador de portadas en el mundo del rock, habiendo trabajado con gente como Alice Cooper, Grand Funk Railroad, Iron Butterfly o Roy Orbison además de ser el auténtico responsable de carteles de cine tan emblemáticos como los de "Star Wars", "Indiana Jones", "Los Goonies", "Regreso Al Futuro" y todas esas películas que consumíamos con fruición en nuestra adolescencia o juventud) y volvemos a ver cómo hay grandes cambios. El uso de las "eses" de la SS (Waffen-SS) como el 666 del cabecero de la cama no sentaron demasiado bien a los sectores más conservadores (volverían a usar estas "eses" en "Sabotage", 1975, y el recopilatorio "We Sold Our Soul For Rock n' Roll" de 1976). En realidad, la ilustración únicamente representa a un hombre en plena pesadilla siendo atacado por demonios mientras la muerte parece rodearle, es quizá la más explícita del grupo.
Aunque "Vol.4" había sido muy bien recibido por el público y la prensa especializada no es hasta "Sabbath Bloody Sabbath" cuando el grupo es recibido con unanimidad por la crítica y saludado como uno de los grandes del Rock con mayúsculas y esto es debido a la evolución que sufre su música. En "Sabbath Bloody Sabbath"alcanzan la madurez y mezclan son sabiduría sus riffs más potentes, oscuros y diabólicos (porque algo demoníaco hay en ellos, hay que admitirlo) con la psicodelia reinante en el momento, así, usarán sintetizadores y teclados sin ningún complejo y los fusionaran con su potente base rítmica y las afiladas notas de Iommi.
La homónima "Sabbath Bloody Sabbath" es la que inaugura este Sabbath, un riff ya clásico con un ritmo pesado (sobre todo en la parte central) lleno de groove. La parte central con acústicas y el posterior despegue con Ozzy aullando ese mítico "You, bastards!" que da paso al solo de Iommi hacen que crezca la canción con cada escucha. Otro riff para el recuerdo en "A National Acrobat" y Ozzy recitando versos tan rimbombantes como "Soy el mundo que encierra el secreto más universal de todos los tiempos, destrucción de los espacios vacío es mi único crímen" con un fraseo en el estribillo que nos recuerda levemente a "Sabbath Bloody Sabbath". La guitarra de Tony, grabada doblada, vuelve a ser la protagonista con un rasgueo pantanoso y oscuro durante toda la canción.
"Fluff" es la clásica composición calmada de Black Sabbath, ese tipo de canciones que nos hacen encontrar falsamente la calma en los surcos de sus discos para, después y de manera malvada, atacarnos con contundentes notas en la siguiente canción. El uso del clavicordio en "Fluff", el piano y la acústica hacen de esta instrumental una verdadera delicia.
Pero, tal y como antes escribía, vuelven con toda la artillería con nada más y nada menos que "Sabbra Cadabra" y el loco Rick Wakeman de Yes a los teclados. La más rápida de todo el disco, agresiva pero melódica, hasta un puente central en el que buscan cierto sosiego lleno de grandilocuencia. El solo del teclado y el tono jazzy la engrandecen aún más haciendo un "outro" a modo de fantástica jam.
La polémica "Killing Yourself To Live" en la que nos relatan cómo acabamos con nuestras aspiraciones y sueños buscando el pragmatismo y poder vivir. Otro aguerrido riff surgido de las inexistentes yemas de los dedos de Iommi y un punto álgido en el cual vuelven a ser herederos de todo el legado bluesy del que son capaces cuando la guitarra de Tony y la voz de Ozzy cantan al unísono; "You think I'm crazy and baby I know that it's true!"
"Who Are You" de Ozzy (toda una novedad si tenemos en cuenta que hasta el momento, el único letrita había sido Geezer Butler) contó con la negativa inicial por parte de Iommi a ser incluída en el disco. Aunque su ritmo sea el propio de una marcha fúnebre, el uso de sintetizadores y teclados le confieren una estética espacial, psicodélica y nueva en el grupo. Es cuando el oyente llega a este punto que no suena tan descabellado afirmar que Sabbath tenían en su paleta rock, folk, jazz, blues y psicodelia para pintar una obra como "Sabbath Bloody Sabbath".
La crimsoniana "Looking For Today" es el contrapunto vibrante a "Who Are You", flautas y acústicas que se alternan con toda la electricidad que Iommi es capaz de extraer de sus seis cuerdas sobre el inusual y cabalgante ritmo de Ward. Llena de brillo (que no optimismo) antes de caer en las aguas de la oscura "Spiral Architect" (una de esas canciones sobre adicciones con un título tan genial que sólo mencionarla es puro magnetismo). Todo un "in crescendo" a piano hasta que se une el charles de Ward y crean una introducción propia de himno de estadio, los teclados aumentan la sensación de grandiosidad y le dan cierta tonalidad oriental a una letra que, según Geezer, habla de la adicción a las drogas intravenosas. Un fin de fiesta tan ampuloso e inflado que deja con ganas de más y más; "Sabotage" calmará nuestra sed de Sabbath.
© 2012 Fukk Wylde