16 de Mayo de 2010. ¿Quién no recuerda esta fatídica fecha, verdad? Ese día recibíamos la triste noticia que Ronnie James Dio nos dejaba para siempre. No pudo vencer su lucha particular contra el cáncer de estómago que le había sido diagnosticado tan solo unos meses atrás. Ni sé si lo recordáis, yo lo tengo grabado en mi memoria y he de confesar que aquel 16 de Mayo fue un día triste, incluso raro diría yo. Fue enterarme de la catastrófica noticia y venirme abajo. Me encontraba alicaído y con la moral por los suelos, en mi cabeza no dejaban de aparecer escenas del último concierto que pude disfrutar de él y de su banda; aquel que unos años atrás había tenido lugar en la madrileña sala de La Riviera, acompañados en aquel caso por unos descafeinados Anthrax, que entonces andaban más bien de capa caída pero que venían auspiciados por el regreso (el primero de ellos) al seno de la banda de Belladonna. Los comunicados de colegas y amigos viajaban a la velocidad de la luz y del rayo a través de internet y las redes sociales. No había nadie, pero nadie que no quisiera ese día dedicarle unas palabras al pequeño Elfo. Muchos y consagrados artistas fueron los que dieron su sentido pésame; desde Dickinson a Hetfiled o Ulrich, pasando por Coverdale o Halford. Evidentemente no hablamos ya de sus compañeros de Heaven & Hell como Appice, Buttler o Iommi (hoy en día y por desgracia en la misma guerra que el bueno de Ronnie perdió). Hubo innumerables, aunque de todos ellos el que realmente más me marcó fue el de un apesadumbrado Madman. Por todos es conocido que Ozzy y Dio no eran precisamente amigos íntimos, pero aquel día al primer cantante de Black Sabbath se le veía tan desolado y compungido como el que más, diciendo algo así como que se sentía muy triste y apenado por la muerte de Dio y que el heavy perdía por desgracia a una de sus grandes voces...Es verdad que no era la primera vez que se apagaba una de las estrellas que alumbran nuestro particular firmamento del Rock, pero sí que era una de las más grandes e importantes.
Mucho fue el aporte de Ronnie al metal; pasando desde los clásicos cuernos, que estamos hartos de ver en cualquier concierto de rock, hasta su mítica y profunda voz (no en vano era conocido como "la voz del metal") . Un personaje con un registro único e inimitable y con un talento prodigioso y milagroso, sólo al alcance de unos pocos elegidos y que él supo explotar durante toda su vida. Recuerdo leer en una entrevista que cuidaba y mimaba su voz de un modo enfermo. Ni fumaba ni bebía nada frío para no castigar su garganta para que de ese modo todos pudiéramos disfrutar noche tras noche de su gran voz. Un músico cuyo tamaño físico era inversamente proporcional a su ingenio y a su agudeza artística. Un fuera de serie y un ejemplo irrepetible. Creo que ya iba siendo hora que le dedicásemos en Blogofenia un pequeño homenaje a uno de los artistas más queridos e influyentes que nos ha regalado la música.
Evidentemente me gusta toda su discografía, desde sus comienzos con Elf hasta su final con Heaven and Hell, pasando por Rainbow (cómo sonaba aquel "Rising" cuando Blackmore sacaba lo mejor de su eterna Stratocaster) o por Black Sabbath (no creo que ninguna persona que lea esta reseña no haya escuchado alguna vez en su vida el inmortal "Heaven And Hell"). Aunque fue evidentemente con su propia banda (Dio) donde sacó toda su destreza y todo su potencial como cantante y compositor. De su discografía en solitario me quedo con su ópera prima, aquel "Holy Diver" de 1983, que curiosamente hoy en día vuelve a estar de actualidad debido a una edición especial que ha visto la luz en estos días, totalmente remasterizada y que viene acompañada por un segundo cd con temas en directo de sus diferentes bandas. Pero ese es el segundo disco, un disco extra y de regalo, pero el mejor presente se encuentra una vez más en el "disco número uno". Es escuchar las primeras notas salir de la guitarra de Campbell para darte cuenta que estás ante un tema rápido y revitalizante como pocos. En "Stand Up And Shout" el guitarrista irlandés se sale, es un verdadero lujo escucharle en los dos "solos" con los que cuenta el corte. No me extraña que a día de hoy, según sus propias palabras, le esté costando tanto volver a coger el ritmo de estos punteos imposibles (al parecer tanto él como Jimmy Bain y como Appice se han vuelto a juntar para ensayar estas viejas canciones, bien es cierto que todavía no se ha filtrado con que finalidad).
El segundo tema de este clásico del rock no debe tener ningún secreto para cualquiera que se considere seguidor de esta música; seguramente lo habremos escuchado cientos de veces, algunos miles y lo mejor es que nunca nos cansaremos de hacerlo. Cuando algo es bueno, es bueno y punto, y no admite discusión alguna. Eso es "Holy Diver", un tema espléndido y magnífico y que gracias a él estamos "hartos" de tararear uno de los riffs más prodigiosos del metal y de cantar una de los estribillos más pegadizos que existen en la música moderna...La velocidad sonora que nos dio un ligero respiro con "Holy Diver" vuelve a recuperarse con "Gypsy", una canción con la que este Dios se siente a gusto y comodísimo. Cómo canta, qué voz tan firme y a la vez tan aguda es capaz de editar cuando pone a trabajar todas sus cuerdas vocales; y lo realmente sorprendente es que parece sencillo todo lo que hace, pero esa es una gran virtud que este hombre posee, esa de hacer fácil lo que para la mayoría es imposible.
"Caugh In The Middle" nos muestra al Dio más equilibrado y sensato mientras que "Don´t Talk To Strangers" (para mí una sus mejores canciones) al más sensible y conmovedor. Canción versionada, esta última, hasta la saciedad (muy recomendable la de Hansi Kursh y sus Blind Guardian) y en la que vuelve a mostrarnos al Campbell más rápido y alocado, presumiendo de su lado salvaje e irracional en el mejor punteo el álbum. Genial. "Invisible" y "Straight Through The Heart" suenan espectacularmente bien y fuera de lo común; nos devuelven al pasado, al sonido setentero y de túnicas inverosímiles más propias de su época en Black Sabbath o en Rainbow. Ambas vienen pautadas por los ritmos pesados y contundentes de Bain y Appice, como poniéndonos en aviso y en alerta de la que se nos avecina y se nos viene encima...Pues sí amigos, llega el momento de que este "hombrecito" se saque el as de la manga y se lleve la partida con el tema más emblemático de toda su carrera artística. Cuando escuchas la soberna y magnánima "Rainbow In The Dark" es indescriptible cifrar con palabras lo que puedes llegar a sentir. Te emocionas, quieres gritarle al mundo entero que esto es una canción hecha con el corazón y con el alma. Es de esos temas que permanecen para siempre en nuestra memoria, tienen un lugar privilegiado en el Olimpo del metal y nunca pierden ese estatus de brillantez y exquisitez. Una obra de arte, una canción de las que hoy en día y por desgracia ya no se hacen, ya no las vemos en ningún álbum de ningún artista. Es increíble, ha pasado la friolera de treinta años y sigue sonando actual, igual que el primer día, como si el cuarteto la hubiera compuesto hace dos o tres años como mucho. Una maravilla única e irrepetible.
Ronnie ha muerto, pero su música vivirá para siempre en nuestra memoria y en nuestros corazones. Descanse en Paz.
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