Para mí, Metallica siempre fue un grupo que vivió en el año equivocado. Sé que es una forma de pensar muy personal pero así lo siento. Cuando publicaron el infecto y directo "Kill 'Em All" (1983), el rápido y electrizante "Ride The Lightning" (1984) o el contundente "Master Of Puppets" (1986) yo era nada más que un niño más interesado en sus juguetes que en otra cosa. La muerte de Cliff Burton no me supuso nada porque no le conocía ni tenía la más remota idea de su existencia así que, a mi entender, no deja de ser divertido toda esa cantidad de heavys supuestamente auténticos que pregonan la también autenticidad de un tipo al que sólo han conocido a través de los surcos de sus vinilos o, mucho peor, los ceros y los unos de los cedés. Cuando "And Justice For All..." vio la luz en 1988, Metallica y la música rock en general me eran tan ajenas como cercanos los Beatles (qué le vamos a hacer si crecí entre clásicos, como debe ser...) y, cuando por fin, se publicó el disco que nos ocupa (el famoso "Black Album" en 1991) yo comenzaba a ser un odioso adolescente de vuelta de todo, más interesado en el rock alternativo que en unos nuevos y recién estrenados dinosaurios como Metallica. Seamos claros, el grupo de Hetfield y el niñato de Lars tuvo un comienzo arrollador, dos discos auténticamente magistrales y un cuarto tan enorme como la imagen de la justicia que aparece en su portada, a partir de 1991 ninguno de nosotros se podía imaginar la que se nos venía encima. Menos mal.
Así que, cuando Metallica atronaba las listas con su "Enter Sandman" y "Wherever I May Roam", yo prefería el rock de camisas de franela y devoraba con avidez el pasado del grupo de San Francisco. Desde "Kill 'Em All" hasta "And Justice For All...", el "Black Album" significaba lo peor entre mi grupo de amigos. Si alguno de nosotros quería parecer auténtico tan sólo tenía que mencionar "Ride The Lightning" o "Master Of Puppets" aún a sabiendas de que cuando estos se publicaron no nos había crecido ni la nuez. Éramos unos completos ignorantes pero éramos tan felices y estúpidos como todos aquellos que creyeron ver en este disco la piedra angular del rock duro. Sinceramente, con la mano en el corazón, no siento envidia alguna por aquellos que asistieron a los largos conciertos del "Black Album", yo en aquella época hubiese matado por ver a Pearl Jam o Nirvana, era un crío pero, veinte años después, sigo pensando exactamente lo mismo.
La gira del "snakepit" (o su versión reducida y económica para Europa) y los interminables solos mientras Lars o James esnifaban y bebían como si no hubiese un mañana o recibían los favores de expertas felatrices mientras miles de fans aullaban para que volviesen al escenario duró demasiado y, cuando concluyó, se adulteró en aquel estúpido e incomprensible doble cartel con Guns N' Roses al que Kurt Cobain tuvo el valor de decir que no (cómo cambian las cosas, estoy seguro de que actualmente, Dave Grohl daría su riñón derecho y testículo izquierdo por girar con alguno de ellos, pero esa es otra historia...) y la agonía fue aún más lenta cuando, en solitario de nuevo, empezaron a incluir canciones como "Devil's Dance" o la soporífera "2X4", adelantos de lo que se nos vendría encima.
Disfruté de aquella época como el que más pero mi experiencia más cercana a ver a Metallica en directo se limitó a disfrutar de la caja "Live Shit: Binge & Purge", que me habían regalado mis padres por mi cumpleaños, desde la comodidad de mi habitación. Tanto fue así que cuando Hetfield y los suyos volvieron a los escenarios con aquel horror llamado "Load" (1996) fui a verles únicamente por estar en las primeras filas de la actuación de Soundgarden, no es esnobismo, es que no me interesaba verles con las uñas pintadas interpretando "Hero Of The Day", seguro que alguno de los que estáis leyendo esto podéis llegar a entenderme y también pensar en la ironía que supone lo que el desgraciado de Cornell ha hecho después con el legado de Thayil, Shepherd y Cameron, lo sé pero, mientras "Down On The Upside" era un disco mediocre, el de Metallica era directamente una mierda. Puedo llegar a sentir envidia sana por aquellos que les vieron durante la gira del "Master Of Puppets" pero, en mi humilde opinión, ver a Metallica en la "gira del negro" es lo mismo que enrollarte con la tía más buena de tu clase cuando ésta ha cogido veinte kilos de más y ha pasado por las manos de medio instituto.
¿Qué fue lo que prostituyó a Metallica? Podríamos llegar a simplificarlo en un solo nombre; Bob Rock, pero no seríamos justos con nuestros protagonistas ni con la historia. Metallica se vendieron a la cultura de masas y al demonio denominado "establishment" por sí mismos, fueron ellos los que decidieron dar el saltor mortal sin red. ¿Tan mal sonaban los discos del grupo antes de la llegada del oxigenado productor? No, ni mucho menos. La precariedad de la pedrada que es "Kill 'Em All" es deliciosa y no sería creíble bajo el envoltorio de una producción técnicamente perfecta. Así como "Ride The Lightning" o "Master Of Puppets" son auténticas cápsulas del tiempo, pequeñas obras de arte que atrapan una época y toda la magia de ésta. En "And Justice For All..." la cosa ya empieza a cambiar y, aunque el sonido mejora sustancialmente, su contenido es tan denso, oscuro, opaco y brillante (nótese el acertado contrasentido de mi prosa) que me tuvo ocupado durante mucho, mucho tiempo. Todavía recuerdo las calurosas noches de aquel verano en el que me tumbaba en la cama y me metía aquel disco en la cabeza una y otra vez con la ayuda de mi walkman.
Así que, Metallica fueron los que llamaron a las puertas de Bob Rock con las ansias de sonar mejor, ser los más grandes y, por qué no, vender más, mucho más. ¿Acaso es incompatible ser Metallica y nadar entre billetes? No, claro que no, pero el precio que pagaron sería tan alto que ni ellos mismos auguraban una sequía creativa de veinte años de duración.
Librémonos de nuestros prejuicios, el "Black Album" es un buen disco pero seamos honestos, sólo tiene unas pocas canciones que realmente aguanten la alargada sombra de la calidad con la que nos deslumbraron en "And Justice For All..." el resto del disco es relleno, cinco estrellas, pero relleno al fin y al cabo. "Enter Sandman" nunca me ha parecido la cuadratura del círculo y sigo sin entender el por qué de su privilegiada posición en los conciertos pero también entiendo que para una gran parte del público, esa que asiste por primera vez a un concierto del grupo aún cuando han pasado cientos de veces por la misma ciudad, sería un sacrilegio que el grupo abandonase el escenario sin haber llegado a tocar una sola nota de la dichosa canción.
"Sad But True" contiene uno de los riffs más pesados de la historia del grupo y una sonoridad especial gracias a la afinación con la que decidieron trabajar pero tampoco llega a saciar nuestra sed de Metallica, recuerdo que la primera vez que la escuché sí que llegué a sentir algo remotamente parecido a cierta excitación o emoción pero la sobreexposición a la que ha sido sometida la ha privado de la magia que podía llegar a albergar. El "Black Album" de Metallica es el disco en el que todos pudimos comprobar que tras aquellos músicos había unos empresarios y publicistas sobresalientes, capaces de colocar en lo más alto de las listas un buen puñado de singles que no habían nacido con vocación de ello pero a los que la producción de Bob Rock les sentaba tan bien que eran capaces de engañar incluso a todos aquellos que nunca más comprarían un disco del grupo. Lo habían conseguido, se habían colado en las listas.
"Holier Than Thou", sin embargo, nos recuerda quienes solían llegar a ser con un ritmo tan machacón como adictivo, una maravilla para hacer "headbanging" sin parar pero todo se cae abajo con "The Unforgiven", un dramón sin la intensidad de "One" del que ninguno llegaríamos a imaginar que habría hasta tres partes (crucemos los dedos para que, a estas alturas, no se lancen a una cuarta o quinta). Recuerdo el video de "Wherever I May Roam", el influjo oriental de sus notas y su cambio de ritmo eran de lo mejor de un disco con demasiado altibajos porque el ridículo comienzo de "Don't Tread On Me" y la medianía de una composición que haría revolverse a Burton en su tumba. "Through The Never" nos promete emociones fuertes y lo consigue hasta que el grupo se lanza a la balada de onda media más avergonzante de su historia."Nothing Else Matters" consigue empachar desde el primer segundo, creo que nunca llegué a verle la gracia en ningún momento como para llegar a entenderla veinte años después. Lucie Silvas sabía lo que hacía cuando eligió versionar esta balada y no "Whiplash", por ejemplo...
"Of Wolf And Man" puede olvidarse con facilidad como "The God That Failed". ¿Alguien puede llegar a recordar este disco gracias a estas composiciones? La mediocridad empezó a instalarse en el seno del grupo desde mucho antes que "Load" descargase, como "My Friend Of Misery" o el indigno final que supone "The Struggle Within". ¿Cómo es posible que Metallica grabase un disco que sonaba tan jodidamente bien y, sin embargo, carecía de tanta calidad en algunas de sus composiciones? Escucharlo es tener el dedo dispuesto a saltar en la siguiente o volver a escuchar la anterior. Separó a sus seguidores, atrapó a millones de nuevos fanáticos y despacho tantas unidades que le aseguró al grupo una jubilación anticipada. El "Black Album" es tan polémico como cierto es que supuso la última entrega de estudio digna de un grupo cuyo existencia se basaría, principalmente y durante las próximas décadas, en el directo, siempre pasando de puntillas por sus últimos lanzamientos.
© 2012 Fukk Wylde