Si con "Brothers" (2010) muchos de nosotros ya empezamos a tener en cuenta a The Black Keys es con "El Camino" (2011) cuando me han convencido y han hecho que me cueste sacarme su música de la cabeza. Cuando les conocí me echó para atrás su formato de dúo (Auerbach/Carney), sus grabaciones low-fi y sus riffs "whitestripeianos", y es que atravesamos una época en la que cualquier evocación setentera es reverenciada únicamente por el mero hecho de la fuente en la que bebe, independientemente de su calidad o no. Los supuestos aires de autenticidad y genuinidad con los que muchos artistas peretenden hacernos ver lo blanco, negro, son únicamente artimañas para maquillar un cancionero mediocre o falto de creatividad. Pero este no es el caso de The Black Keys y me arrepiento de haberme dado cuenta tan tarde. El principal cambio respecto a su anterior "Brothers" es la inmediatez con la que las canciones de "El Camino" entran en nuestra alma. Riffs explosivos, crudos y llenos de ritmo, palmadas, baterías primitivas, incansables y enérgicas que te invitarán a moverte quieras o no. Es rock, es punk, es soul, es pop, es blues y sazonado con una pizca de, llamadme loco, Marc Boland. "El Camino" tiene cientos de ingredientes sin llegar a empachar, no cansa (como pasa con los discos de Jack White y su impostada actitud) sino que te hace disfrutar de cada una de sus canciones.
Si tuviese que describirle a alguien la música de The Black Keys no sabría cómo hacerlo con menos palabras (es imposible), tan sólo podría recomendarle "El Camino", como si de un "grandes éxitos" se tratase, y pedirle que lo escuchase, cuantas más veces mejor, siempre con cascos o un domingo por la mañana a todo volumen, a gusto del consumidor.
"Lonely Boy" es el single con el que se destapa el tarro de las esencias. Un videoclip sin desperdicio, un riff fronterizo y todos terminamos cantando el estribillo. En lo que llevamos de año todavía nadie ha superado una canción tan irresistible como "Lonely Boy", por no hablar de su videoclip. Si esto fuese el disco de cualquier otra banda a esta canción le seguiría una mediocridad tras otra que nos harían volver una y otra vez a "Lonely Boy" pero es que, en "El Camino", la siguiente es "Dead And Gone" a un paso entre el pop más brillante y el soul más autentico, con unos coros deliciosos y otro estribillo que se clavará muy dentro de ti, pegadizo como pocos. Lleno de palmas, es imposible no cantar "I'll go anywhere you go" mientras la sigues.
"Gold On The Ceiling" y otro single en potencia, otro estribillo para el recuerdo y una guitarra que quita el hipo, con un "crunch" lleno de sabor. "Little Black Submarines" suena a Led Zeppelin por todos sus poros (este es el camino por el que Andrew Stockdale debería haber continuado en sus remozados Wolfmother) con un cambio de tercio apabullante, sucio y lleno de rock n' roll. No me extraña que Robert Plant sea fan confeso del grupo.
"Money Maker" pisa el freno a ritmo de medio tiempo para llevarnos a "Run Right Back", otro tema "bailable" de Auerbach y Carney con una guitarra tan estupenda que se convierte en la verdadera protagonista de la composición. "Sister" podría llegar a sonar en cualquier radiofórmula y es que "El Camino" se convierte en un punto de inflexión en la carrera de The Black Keys en el que sonar comercial no es sinónimo de falta de calidad o creatividad, "Sister" es tan genial como radiable, no es malo, es difícil pero a ellos les ha salido la jugada en la que muchos otros se quedan y, para colmo, pierden a muchos de sus fans.
"Hell Of A Season", machacona, "garajera" y movida, recordándonos a "Lonely Boy" pero con un estribillo mucho más oscuro. La "soulera" "Stop Stop" es un viaje en el tiempo del que ninguno tenemos ganas de volver mientras "Nova Baby" es pop/rock radiante (¡qué arreglos!) y "Mind Eraser" cierra el disco con calma y saber estar.
"El Camino" no es uno de los mejores discos del 2011, es uno de los mejores discos de los últimos cinco años y, aún con esas, es quedarse corto. Poco importa lo que hagan en el futuro, porque ya han creado su gran obra maestra.
© 2012 Sandro Fey