Siempre he pensado que hay ciertos grupos que tienen algo parecido a lo que sería un mal de ojo, que parece que les haya mirado un tuerto y que por muy buenos músicos que sean y por muy buenos discos que editen la mayoría de la gente, en el mejor de los casos, mostrarán la más absoluta indiferencia ante sus nuevos trabajos y consiguientes giras. Muchos son los grupos que tienen que sufrir dicha dolencia disco tras disco, no es el diagnóstico de una enfermedad rara que sólo afecte a unos pocos pacientes; nada más lejos de la realidad ya que su contagio es facilísimo e incluso puede llegar a grupos que en ningún momento pensaríamos les pudiera suceder. Para mí hay dos bandas dentro del metal que creo son de las más perjudicadas en este sentido, por un lado los alemanes Rage, que con una veintena de discos en su haber y con un Peavy Wagner siempre acompañado por músicos espectaculares (Mike Terrana, Victor Smolski...), no han tenido por desgracia el éxito que realmente se merecen por su entrega, dedicación y lucha continuada en el cada vez más infecto mundo del Rock duro; y por otro Jon Schaffer y sus Iced Earth, que a excepción de Grecia y Chipre en pocos lugares del mundo pueden presumir los americanos de hacer sold-out o de gozar de cierto reconocimiento. Es una verdadera pena, pero al fin y al cabo es lo que hay y no lo podemos cambiar, el "pueblo" es soberano y elige lo que quiere y lo que no, nos pueda parecer justo o injusto.
Si hay un momento en el tiempo en el cual Schaffer se haya podido "escapar" levemente de ese terrible mal, ése fue sin duda el que rondó su quinto álbum y su posterior gira mundial, que dio como fruto un triple disco en directo grabado en la capital griega y de nombre "Alive In Athens". Creo sinceramente que "Somehting Wicked..." fue su momento de gloria, porque lo que habían hecho hasta la fecha no acaba de eclosionar (y mira que sus cuatro discos anteriores eran cojonudos) y lo realizado posteriormente, a excepción de su "Horror Show" o su último "Dystopia", ha pasado con más pena que gloria.
Ya desde la preciosa portada, donde observamos a "Set Abominae" corriendo escoltado por un par de lobos, nos incita a pensar que algo grande se esconde tras dicha cubierta. Barlow nos lo deja cristalino con "Burning Times" cantando mucho más agresivo que en "The Dark Saga" y con mucha más convicción que en "Burnt Offerings". Sin ser un gran cantante siempre he admirado su brillante capacidad para alternar graves y agudos de manera magnífica tal y como nos demuestra en "Melancholy", ese medio tiempo que parece tener el mismo ADN que "I Died For You" de su álbum predecesor, pero que viene marcado con un regusto distinto, con unas acústicas, que en este caso, te llegan directamente al corazón y con una sensibilidad extrema en la voz de Matt, que en ciertos momentos parece que está llorando y logra ponerte la piel de gallina. Lo mismo nos ocurre con la balada "Watching Over Me", canción que Jon escribió para dedicar a su difunto amigo Bill Blackmon, uno de los grandes baluartes en la vida de Schaffer, que antes de formar Iced Earth le animaba sin descanso a hacerlo, a crear su propia banda de heavy metal y sería Bill quien a la postre le recomendaría el nombre actual de la banda.
La caña y la rapidez nos la muestran los de Tampa con "Disciples Of The Lie" y "Stand Alone", la primera con unos teclados prodigiosos en su parte central, la segunda con unos riffs propios del Thrash metal más mundano, pero ambas con unos coros épicos y magníficos y con un Tarnowski sobresaliente en sus rapidísimos solos; guitarrista que completaría con la banda la enorme gira de presentación del álbum y que curiosamente volvería a grabar el posterior disco de estudio (algo que no es muy habitual si trabajas para Schaffer); eso sí en las fotos promocionales costaba mucho distinguirlo, sobre todo después del corte de pelo tan extremo que se había hecho por aquel entonces.
Durante todo el disco disfrutamos de la producción que goza el trabajo, que una vez más es obra de Jim Morris, uno de los pocos fijos de Schaffer. Esta magistral labor tras los mandos la disfrutamos de manera muy especial cuando las acústicas renacen con la tranquila "Consequences" y la mala uva con "My Own Savior", donde destaca la poderosa pegada de batería de Mark Prator (que volvía al seno de la banda después de su aparición en el "Days Of Purgatory") y que además tiene la suerte de atesorar uno los mejores coros del disco. Increíbles son los agudos que Matt deja plasmados en "Reaping Stone" donde el pobre se desgañita vivo, así como en "Blessed Are You", aunque aquí más que destacar por su fuerza lo hacen por el sentimiento y sensiblidad que les pone. No puedo entender que esta canción no le pueda gustar a alguien, tiene todos los requisitos para encandilar a cualquiera que le guste mínimamente el Rock, es pasión en estado puro.
Y para el final lo mejor, el trío de ases que forman la trilogía que da nombre al álbum. Poco hay que decir de ellas, tres obras maestras que sólo pueden salir de las cabezas de los verdaderos genios y de las mentes más privilegiadas de la música. Y otra cosa no, pero a Schaffer le sobra talento y así lo demuestra con este tridente, que parece haber sido forjado en el mismísimo infierno. A nivel personal la que más me gusta es la segunda, la más corta pero la que más cariño le tengo. ¿Por qué?. Muy simple, "Birth The Wicked" suena en todos mis cumpleaños, es un ritual que tengo y que cumplo desde hace varios años y no es una cuestión de suerte o no-suerte, simplemente un año surgió así y desde entonces quiero seguir haciéndolo mientras pueda.
Posiblemente de este mini-bloque su canción fetiche y que más pasiones levanta sea la que cierra el disco. He leído en varias entrevistas y webs que no son pocas las personas que se emocionan e incluso llegan a derramar alguna lágrima al escuchar este temazo en directo. Para muchos "The Coming Curse" son diez minutos de orgasmo musical, para otros una canción que contiene uno de los riffs más poderosos del heavy metal y otros muchos creerán que no hay que decir nada sobre el tema y que lo mejor es escucharlo.
Humildemente considero que este álbum es una verdadera obra maestra, una de las grandes maravillas que nos ha regalado el Metal.
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