"Soy un tipo aburrido y tengo poco que decir, disfruto con Belle and Sebastian y mi universo se reduce a las rayas de mis calcetines, mis amigos de Facebook y las largas tardes frente a mi Mac en el Starbucks" y ese es el verdadero motivo por el que miles de chavales son incapaces de conectar con Andrew Fetterly Wilkes-Krier, más conocido como Andrew WK, doce años después de que este fabuloso "I Get Wet" viese la luz y nos cogiese a todos con el paso cambiado. Hablamos del primer gran disco de aquella anodina década, un clásico atemporal que derrocha tanta energía y buen humor que escapa a la razón de todos aquellos que ahora se acercan a él buscando el motivo de su éxito, analizando sus canciones como si fuese un disco sesudo. ¡Olvídate de eso, "I Get Wet" es un disco para salir de fiesta, o para ser pinchado antes de irse con los amigotes! Sus canciones suenan muy parecidas y la temática es siempre la misma; fiesta, borracheras, chicas, fiesta, fiesta y fiesta y no hace falta ser un lumbreras ni un alcohólico o un estúpido adolescente para disfrutarlo por primera vez o volver a hacerlo porque tampoco hay que tener mucha capacidad para adivinar de qué va el bueno de Andrew en "I Get Wet" y basta un breve repaso por los títulos de los temas para entender el disco; "Es tiempo de fiesta", "Preparado para morir", "Noche de diversión", "La fiesta más dura" y "Fiesta hasta que vomitas" son bastante explícitos y no dejan lugar a dudas. Si habitualmente uno busca discos llenos de grandes canciones a modo gourmet, "I Get Wet" es comida rápida, colesterol puro y duro, una enorme hamburguesa triple con efecto saciante que, sin embargo, te aporta energía para el resto de la noche y llegados aquí poco importa la estúpida opinión de Pitchfork.
"It's Time To Party", un minuto y medio de puro Rock con todos los estúpidos clichés de éste pero en su justa medida, hacen que funcione con una letra garrula como pocas; "It's time to party, Let's partyHang out with yourself and have a crazy party. Hey you, let's partyHave a killer party and Party!" y seguimos con "Party Hard", un auténtico himno con, otra vez de nuevo, todo un derroche de creatividad que, en vez de ser un factor negativo, hace que este álbum sea el más directo de la historia, para ejemplo; "When it's time to party we will always party hardParty hard (party hard, party hard, party hard party hard, party hard, party hard party hard, party hard, party hard party hard, party hard, party hard...)" No me vengan a decir que no resulta genial.
"Girls Own Love" continúa la temática fiestera de un modo más reposado pero no demasiado porque la infantil intro de "Ready To Die" se convierte en uno de los mejores singles de "I Get Wet", tan sólida y rápida que asusta pero con una gran melodía pop que hace que se repita una y otra vez en tu cabeza incluso mucho después de haber dejado de sonar.
"Take It Off" y "I Love NYC" vuelven por los mismo derroteros (quizá ésta última sea levemente superior gracias a sus teclados), "She Is Beautiful" el otro single del álbum es otro chicle que se pega a tus oídos pero, claro, ¿cómo no va a serlo? "She Is Beautiful" se repita una y mil veces bajo sólidas guitarras metaleras, tan infantil como deliciosa. Otro diez.
Por no hablar de "Party Til You Puke" (Fiesta hasta que vomitas) como si de los Ramones se tratasen, Andrew WK la ataca con rapidez y los teclados y miles de capas de guitarras acaban con la última neurona que te queda a estas alturas del disco. "Fun Night" es un medio tiempo, por increíble que parezca entre tanta rapidez, "Got To Do It" confirma que hemos levantado el pie del acelerador hasta "I Get Wet", el tema central del disco, con aires de himno y el vertiginoso ritmo de Donald Tardy (de Obituary, señores) ponen el punto final.
Pero aquí no acaba la fiesta porque esta edición de su décimo aniversario incluye "Don't Stop Living In The Red" y versiones primigenias de casi todas las canciones de "I Get Wet" y, además y para ver como Andrew se las gasta en directo, cortes en directo de sus canciones. Destacan "It's Time To Party" (aún más loca que en estudio), "Party Hard" que se convierte en una verdadera pesadilla hardcore, "Ready To Die"que no es sino un canción sobre lo afortunados que somos por estar vivos y "I Get Wet" que, tal y como sospechábamos, es todo un gran fin de fiesta. Capas y capas de guitarras, docenas de overdubs, baterías atronadoras y la voz ronca de Andrew como anfitrión de una fiesta eterna. ¡Que no pare la música! ¡Feliz año!
Cuando uno es pequeño vive las Navidades con una intensidad e ilusión que resultan del todo incomprensibles para los adultos que le rodean y, muchos años después, ni aún con toda la amargura y dosis de realidad que uno va acumulando durante su vida, uno es capaz de olvidar aquellos primeros regalos, aquellas cenas y noches interminables llenas de luces de colores, dulces y pantagruélicas cenas. Las Navidades son mágicas sea uno creyente o no, son la excusa perfecta para juntarse con los suyos y recordar a los que nos han dejado porque, aunque nunca vuelvan, nunca se terminarán de ir. Quizá es por eso que, según vamos creciendo, tendemos a teñirlo todo con la nostalgia e incluso perdemos el juicio y creemos ver lo bueno donde no lo hay y nunca lo ha habido pero los ochenta, queramos o no, fueron especiales y el cambio de década fue tan interesante y excitante porque había grandes artistas que tuvieron que evolucionar con la llegada de la nueva década. Si hablamos de creatividad fue quizá una de las épocas más fértiles de la música popular, una vuelta de tuerca a los setenta y un caldo de cultivo perfecto para los, supuestamente modernos, noventa que llegaban para barrer el horterismo. En los ochenta, los artistas eran los que tenían la obligación de ser comprometidos, no el ciudadano medio y anónimo (ése que ahora se la coge con papel de fumar, manda excitantes mensajes de texto para apadrinar causas, dona un euro para reconstruir pueblos asolados por huracanes, participa en concursos para paliar la hambruna en el tercer mundo y luego, el resto del año, es más cabrón que ninguno), pero los artistas debían ser perfectos y, en estas fechas, se juntaban (daba igual el pelaje, el prohombre y el gusano) y cantaban ramplonas canciones en grupo como "Do They Know It's Christmas?" o "We Are The World" y toda la familia se reunía en torno al televisor para ver a uniones imposibles como Bob Dylan con Michael Jackson o George Michael con Bono. Lo cierto es que aquellas canciones eran buenas y funcionaban, nos sacaban la lagrimilla y todos acudíamos a comprar el disco, lo escuchábamos y nos sentíamos parte de aquello.
Los tiempos cambian y, ahora que todos somos más solidarios, que aquellos que, por su presencia mediática, tienen la obligación moral de dar ejemplo o espectáculo, pocos son los artistas que se juntan sino es por mimetismo a los ejemplos anteriormente citados o hacer caja para sus propias arcas y eso los compradores lo percibimos. Por no hablar de que, actualmente, no hay artistas con suficiente empaque como para que sintamos que es algo especial verles juntos compartiendo una canción. Willie Nelson, Bob Dylan, Springsteen, Billy Joel, Ray Charles, Paul Simon, Huey Lewis, Stevie Wonder, Lionel Richie, Paul Simon, Steve Perry y Michael Jackson eran suficiente excusa como para impresionarnos y darnos cuenta de que algo grande pasaba, ahora no hay ese tipo de artista que aúna importancia, presencia y calidad, los que quedan están cansados o artísticamente prostituidos.
Los ochenta eran solidarios y aprovechaban la ocasión para parir canciones grupales o recopilatorios como el que nos ocupa. "A Very Special Christmas" es una pequeña joya navideña. Producido por Jimmy Iovine, alberga pequeños tesoros y algunas otras canciones que han aguantado mal el paso del tiempo y, ni aún con todo el ejercicio de contextualización, son salvables de la quema. The Pointer Sisters no se complican demasiado e interpretan "Santa Claus Is Coming To Town" en clave soul, convierten el tema en una fiesta mientras que Eurythmics hacen suya "Winter Wonderland", en aquellos años Annie Lennox y Dave Stewart eran grandes aún estando cerca de su primera separación. "Do You Hear What I Hear" muestra todo el esplendor de la garganta de Whitney Houston mientras que "Merry Christmas Baby" es el claro ejemplo de que por Springsteen y la E Street Band no pasan los años, podría haber sido grabado antes de ayer y sonaría igual de simpático y espontáneo.
Duele "Have Yourself A Merry Little Christmas" de The Pretenders porque uno no sabe dónde se ha metido Chrissie Hynde actualmente y por qué se ha desmarcado de lo que fue hace veinte años. Como también hiere escuchar a Mellencamp con la americanada "I Saw Mommy Kissing Santa Claus". ¿Por qué Mellencamp no ha gozado de mejor fortuna? Una auténtica pena. "Gabriel's Message" suena perfecta en la voz de Sting y "Christmas In Hollis" es la más graciosa del conjunto gracias a Run-D.M.C. (otros que en aquella época estaban en estado de gracia). Pero el ejemplo más palpable de que los años no a todos les sientan bien es escuchar a U2 con su "Christmas (Baby Please Come Home)", los irlandeses estaban en pleno éxito multimillonario, no había grupo de Rock más grande sobre la tierra en 1987 y se nota. No hay grandes pantallas ni escenarios circulares, no hay gafas de sol azules, no hay plataformas, sólo el grupo tocando y la voz de Bono en su mejor momento (con la fuerza de los ochenta y la modulación noventera). ¿Qué le ha pasado a Bono en estos últimos años? Los ochenta fueron grandes para mis U2 y los noventa fueron enormes con su Zoo Tv pero el presente está seco para ellos.
Madonna hace el ridículo con "Santa Baby" y Bob Seger lo clava en "The Little Drummer Boy" (grande Seger, como siempre). Como el caso de Bryan Adams y su "Run Rudolph Run", otro claro ejemplo de cómo un artista es capaz de deteriorarse con el paso de los años por intentar vender unas miles de copias más. Los Bon Jovi de aquella época eran igualmente grandes pero "Back Door Santa" ha envejecido francamente mal y parece una caricatura mientras que "The Coventry Carol" de Alison Moyet o "Silent Night" aguantan el tipo y dan profundidad al disco pero, claro, Stevie Nicks es mucho. Éramos niños y estos discos eran especiales de nosotros depende que lo sigan siendo. ¡Feliz Navidad desde Blogofenia!
SETLIST: Racing the World/ Velorum/ Building the Church/ Tender Surrender/ Gravity Storm/ Solo de Dave Weiner/ Weeping China Doll/ Answers/ The Moon and I/ The Animal/ Whispering a Prayer/ The Audience Is Listening/ Solo de Arpa de Deborah Henson-Conant/ Rescue Me or Bury Me/ Sisters/ Treasure Island/ Salamanders in the Sun/ Pusa Road/ Solo de batería/ The Ultra Zone/ Frank/ "Build Me a Song"/ For the Love of God/ Taurus Bulba/
Steve Vai es un enamorado de nuestro país pero no sólo eso sino que es un tipo simpático, demasiado simpático, demasiado trabajador y apasionado para ser un genio, demasiado normal y accesible pero, cuando se cuelga, una de sus muchas Ibanez JEM, la fusión de su cuerpo con el mástil es perfecta, su instrumento habla con más sinceridad que sus propias palabras como a él le gusta decir. Vai se contorsiona, baila, salta, pasea por el escenario con aires de bailarín, sonríe a las primeras filas, te hace sentir parte del espectáculo y, cuando llega al clímax, te hace llegar con él y alcanzar el éxtasis colectivo, cuando Vai toca parece que levite y se le ve disfrutar. Lo que vi el Domingo en Madrid fue algo mágico y no fui el único, todo aquel que se acercó a La Riviera o a cualquiera de sus conciertos repartidos por toda la geografía española podrá constatar que lo de Vai es de otro mundo y atrás quedan todos los complejos y prejuicios acerca de los, tan denostados, "corre-mástiles" porque Steven Siro Vai no puede ni debe ser descrito con una etiqueta tan despectiva, es un músico, un artista que lo da todo sobre el escenario y eso es cada vez más raro de ver. El primer disco suyo que llegó a mis manos fue con catorce años, "Sex & Religion" (1993) grabado en una cinta TDK, con una calidad pésima. Era la época alternativa y mis amigos y yo le prestamos poca atención al bueno de Stevie, no ocurrió lo mismo con "Fire Garden" (1996) o "The Ultra Zone" (1999) pero a mí siempre me dio la sensación de que a Vai le había tocado desarrollar su carrera en los años equivocados, comercialmente hablando, claro. Durante una época me distancié de él y sus discos y no fue hasta hace bien poco que recuperé la afición de escucharle de nuevo pero, esta vez, con más atención y los cincos sentidos puestos en sus canciones. "The Story Of Light" me parece un buen disco, sólido y arriesgado, diferente y valiente. Vale, es obvio que tiene temas que me gustan más y otros que no despiertan mi entusiasmo pero en conjunto aprueba y con nota, no nos pongamos quisquillosos.
A cualquiera podría parecerle que un concierto de alguien como Steve Vai, una fría noche de domingo y cerca de las Navidades sería poco menos que un fracaso (por no hablar de una gira con varias paradas en el mismo país) pero nada más lejos de la realidad. La cola para entrar a La Riviera es enorme y hay gente que lleva esperando todo el día. De todas las edades, pelajes y con todo tipo de camisetas de Steve Vai, un público variopinto ávido de los imposibles sonidos que Vai extrae de sus cuerdas. La portada de "The Story Of Light" preside la sala en forma de telón de fondo y el amenazante "ojo rojo" de Steve comienza a moverse para estallar todo en un gran estruendo y aparecer el neoyorquino con unos pantalones más propios de Prince (con los que incluso él bromearía) y un sombrero, su EVO colgada y un comienzo arrollador con "Racing The World" en el que los allí presentes no sabíamos si era el Apocalipsis a causa del alto volumen del que hizo gala. Alto pero preciso, nítido, casi perfecto para una sala tan poco apropiada como La Riviera. La Ibanez suena cristalina, con pegada y un sustain que parece infinito, Steve está en forma, dice dedicar su vida a su familia y el resto del tiempo a tocar la guitarra y eso se nota, la pasión que desborda en el escenario se traduce en sus gestos e interpretación, "Velorum" sube la nota con un riff pesado que evoluciona hasta pasajes llenos de guitarras acústicas y la belleza de su solo, el sonido atronador pero definido. Dave Weiner es el contrapunto perfecto para su guitarra, en él se apoya y descansa el sonido del grupo cuando la JEM descansa, en Weiner y el bajo de Philip Bynoe , claro. El tapping de "Building the Church" nos despeina a todos con su velocidad y "Tender Surrender" pone cierta paz al torbellino en el que se ha convertido el concierto pero cualquier atisbo de tranquilidad desaparece con la suciedad del riff de "Gravity Storm", sencillamente impresionante.
Después de que Weiner reclame la atención del público con un solo genial y Vai nos recuerde con simpatía que sus discos están en la mesa del merchandising, vuelve con "Weeping China Doll" por si a alguien le habían quedado dudas de que "The Story Of Light" es un gran álbum que aguanta el tipo en directo. En "Answers" hará un exagerado uso de la palanca del puente (no lo repitan en casa sin la supervisión de un adulto) y nos divertirá con sus acrobacias mientras sigue tocando, sin fallar una sola nota. "The Moon and I" también de su último disco y "The Animal" que junto con "Answers" nos recuerdan lo jodidamente grande que es "Passion And Warfare" (1990), un increíble solo de arpa (como lo lees) de Deborah Henson-Conant que nos dejó a todos con la boca abierta y los ojos bien abiertos gracias a sus cuerdas iluminadas con leds y un pequeño set acústico en el que Vai nos demostró su versatilidad en temas como "Rescue Me or Bury Me", "Sisters" y "Treasure Island". Los primeros bises llegan tras el solo de batería de Colson con Vai disfrazado con un traje láser y la "Ultra Zone Guitar" para tocar la marciana "The Ultra Zone" (¿cómo se afinará ese disparate de instrumento?) que cautiva a propios y extraños con sus notas y su puesta en escena.
Pregunta si hay algún músico en la sala y si alguien quiere subir y una pareja (Edu y Ángela) marcan las pautas de una canción inventada por ellos mismos, tararean el bajo, la guitarra y el ritmo de la batería y Steve y su grupo les siguen, es tan genial como divertido ver a un músico de su talla ser capaz de entretener y divertirse de verdad al mismo tiempo. "For The Love Of God" de nuevo de "Passion And Warfare" y la dura "Taurus Bulba" cierran una noche épica y mágica por igual. La sala llena, caras de incredulidad, se escuchan comentarios; ¿has visto cómo tocaba? Algunos se arremolinan frente al puesto de camisetas para llevarse las últimas, no nos acabamos de creer lo que acabamos de ver. Verle tocar parece tan sencillo y divertido que esté al alcance de todos pero sabemos que lo suyo es un don. Se apaga su ojo desde el telón de "The Story Of Light" y la gente abandona la sala lentamente, vuelve pronto, Stevie, menuda lección en todos los sentidos...
¡Todas las fotos de esta crónica pertenecen a su autor, Nacho Criado, por favor, visita su web y disfruta del resto!
Los supergrupos tienen siempre una existencia complicada y, por desgracia, Black Country Communion no iban a ser una excepción. Nos deslumbraron con "Black Country" (2010), nos noquearon con "2" (2011) y se han apresurado a grabar este "Afterglow" después de girar y publicar el excelso "Live Over Europe" (2012), a todo esto sumémosle el febril ritmo de trabajo de Joe Bonamassa y sazonemos la receta con el ego de Glenn Hughes. Jason Bonham tampoco entendía por qué esa prisa por publicar material nuevo, por qué grabar un disco de manera tan acelerada cuando no tenían intención de presentarlo en directo inmediatamente y ahora, mucho después de anunciar su separación, muchos seguimos sin entender nada. Atacar a Joe Bonamassa es fácil; es joven, es un virtuoso y un tipo trabajador. Sin embargo, atacar a Glenn es más complicado, una auténtica leyenda, mitad Deep Purple, mitad Black Sabbath y también incansable (tanto en estudio como en directo) pero, todo apunta, a que el auténtico culpable de que Black Country Communion hayan desaparecido es tan sólo culpa suya. ¿No podría haber esperado a que, por lo menos, Joe terminase su labor promocional con "Driving Towards the Daylight", haberle dejado un respiro entre disco y disco de Black Country? Para colmo, Glenn declaró en Twitter que el grupo se acababa por la apretada agenda de Bonamassa y la única fecha que tenían programada ha sido cancelada "para no exponerse a que Glenn hiciera un estúpido anuncio sobre el escenario" en palabras de Bonamassa dejando claro que a Hughes le corría mucha prisa grabar de nuevo con Black Country y no aceptaba que Joe no estuviese al cien por cien en el proyecto. A todo esto tampoco ayudaron las declaraciones del rubio guitarrista que afirmaba que el mejor disco del cuarteto había sido "Black Country" (2010) y que no le gustaba demasiado "2" (2011) y sí que es cierto que la carrera del grupo había llevado hasta este momento una línea descendente y el peso sobre "Afterglow" era demasiado, debía, no sólo superar a su antecesor, sino ser mejor o igualar a "Black Country". ¿Cómo se traduce todo esto en el álbum?
Lo primero que hay que dejar claro es que "Afterglow" es un buen disco con cuatro músicos impresionantes como Hughes, Bonamassa, Bonham y Sherinian y que, partiendo de ello, es imposible que nunca suene mal, la calidad es altísima y se nota en cada tema, en cada arreglo, solo y segundo del disco pero también es verdad que, a excepción de "Cry Freedom" y ese arrollador comienzo de "Big Train" (cuya música es de Hughes pero que no se entiende sin la guitarra) la participación de Joe es casi nula, devorando Hughes este "Afterglow", precisamente lo que enriquecía la mezcla eran las guitarras y voces de Bonamassa sobre la sólida batería de Bonham con el encanto de Glenn a la voz principal y, por desgracia, la labor de Sherinian en este disco pasa más desapercibida con lo que el sonido se encrudece ligeramente pero también pierde el encanto de, por ejemplo, sus dos primeros discos. La producción de Kevin Shirley (un auténtico monstruo) es impecable pero no debemos esperar de un productor lo que no es trabajo suyo y, por mucho que haga sonar bien este disco y los músicos estén a la altura, lo que a "Afterglow" le falta es la magia y los buenos temas del primero.
Por muy fuerte que entre "Big Train" pronto se desvanece y la parte central no le favorece a un tema que pierde fuelle con tantas subidas y bajadas, la labor de Joe es de nota y Bonham suena como una apisonadora, Sherinian ayuda a crear la atmósfera en el pasaje más tranquilo y la voz de Glenn se siente cómoda y sorprende en las notas más altas. El medio tiempo de "This Is Your Time" cuyo comienzo (con ese pesado riff marca de la casa) es más prometedor que el desarrollo porque termina sin fuerza. "Midnight Sun" es la que más nos llega a recordar a aquel primer "Black Country" y la que más engancha, un single pegadizo con cierto encanto sureño aliñado por una guitarra cercana al Hard Rock de FM, genial. Como contundente suena "Confessor", quizá la más dura de todo "Afterglow", una maraña de guitarrazos con una musculosa línea de bajo. El estribillo recibe la ayuda de un coro para dotarle de fuerza y el solo de Joe es de sobresaliente.
En "Cry freedom" descubrimos que echamos de menos en este disco justo lo que tenemos en ella, la mezcla entre los mundos de Hughes y Bonamassa, esa insospechada unión que funcionó a las mil maravillas en "Black Country" y que aquí nos demuestra que es lo que el grupo necesita, un slide genial y un estribillo para recordar como el de "Midnight Sun". La canción homónima del álbum con sus seis minutos, contiene todos los pasajes de "Afterglow"; acústicos, atmosféricos, pesado y duros. La voz de Hughes encuentra más matices cuando baja el tono y se relaja, la guitarra de Joe vuela sobre la batería de Bonham y Sherinian encuentra su lugar en unos arreglos de gusto oriental acompañando a las guitarras acústicas. Peca en duración y estructura, debe ser escuchada muchas veces para ser entendida en un contexto como el de este álbum en el que se supone que los temas son más directos y con un planteamiento más sencillo que no simple.
Lo mismo que "Dandelion" con dos cambios de ritmo que sí, engrandecen cuando pisan el acelerador, pero que no resultan. La lenta "The Cicle" se hace demasiado larga y es en ella cuando nos damos cuenta que este "Afterglow" fracasa porque perdemos el interés en su historia y, ni con todo el dramatismo de Hughes a la voz y las guitarras de Joe, recuperamos la tensión suficiente. Endurecen su propuesta en "Common man" pero seguimos sin recuperar el ritmo en un disco que ya se siente errático, "The Giver" es la más prescindible e impropia del sonido "Black Country"y "Crawl" (que se supone que pertenece a Bonamassa) es oscura , sí, muy oscura pero tan prescindible que sorprende y casi hiere que sea la última del disco y, por lo tanto, de la carrera del grupo.
¿Qué ha pasado en dos años para que un grupo nos salude con un tema como "Black Country" y se despida con "Crawl"? Cuando se dice que un grupo o un artista no ha sabido digerir el éxito por inesperado es cierto, también es verdad que los críticos somos despiadados y la prensa profesional especializada es a veces cruel pero el peor enemigo de los grupos reside en sí mismos. El peor enemigo de Black Country Communion no ha sido el éxito, la falta de inspiración o la crítica sino Glenn y Joe, con su pan se lo coman.
Sigo sin salir de mi asombro, estupefacto me hayo, con la cantidad de tonterías que he leído sobre "¡Uno!". Los que lo consideran un buen disco de punk o rock (llamémoslo como más nos plazca) deberían acudir urgentemente y sin demora a la consulta del otorrino (o pincharse en vena Punk de verdad). Pero, lo peor de todo, no es el apoyo de miles de descerebrados metidos a críticos improvisados bajo el amparo de la generosa y anónima Internet sino que Green Day están dispuestos a todo e incluso con Billie Joe fuera de circulación por sus problemas con el alcohol (ansiedad y estrés lo llaman ahora) y pasando, supuestamente, el otoño en una clínica de desintoxicación no hay nada que les impida cumplir su amenaza de sacar la trilogía más absurda de la última década; ¡Uno! ¡Dos! ¡Tré! y, por si no teníamos bastante, ahora ¡Quatro! ¿Nos hemos vuelto todos locos? A veces añoro los ochenta y su despiadada selección natural por la cual los grupos se convertían en "one hit wonders" y no había segundas o terceras oportunidades, eran artistas de una sola canción, como mucho un sólo disco, y después perecían y caían en el olvido más absoluto para sólo formar parte de nostálgicos recopilatorios y evocadoras bandas sonoras de anuncios. ¡Menuda década! En ella, Green Day habrían perecido tras "Dookie" (1994) y, francamente, se habría hecho justicia. ¿A quién coño le interesa Green Day en pleno 2012? Nos han demostrado por activa y por pasiva que son "punks de palo" y que hace tiempo que perdieron la inspiración y la chispa, que son incapaces de grabar un disco digno (por favor, que nadie comente en esta crítica mencionando ninguna de sus entregas posteriores al 94 porque la única utilidad que le veo a esos discos es la de posavasos o para colgarlos en las ventanas y espantar a las palomas). ¿Qué más necesitamos para pasarles por la quilla? ¿No estamos siendo demasiado pacientes con ellos? ¿De verdad creemos que serán recordados por "¡Uno!" o este "¡Dos!"? ¿Hay alguna canción digna de pasar a la historia? ¿Hay algún tema que alguien, con más de dieciséis años y ninguna discapacidad auditiva o intelectual, pueda hacer y sentir como suyo? ¿Algún himno generacional? ¿Alguna canción con la que tengamos que quitarnos el sombrero o que añada algo a su carrera? ¿Somos capaces de diferenciar una de otra sin tener que escuchar el disco más de cinco veces? ¿Debemos conformarnos con canciones de, en la mejor de las ocasiones, más de dos quintas? ¿Alguien se ha parado a leer las letras de estos dos discos? Y, lo peor, de todo; ¿hay alguien capaz de disfrutar con tan poco? Definitivamente, es realmente descorazonador para la música si has sido capaz de experimentar algo de placer a cualquier nivel con alguno de estos dos discos. "¡Dos!", en un derroche de "originalidad", continúa la senda de "¡Uno!", como no podía ser de otra manera y, claro, hereda todos sus defectos y los multiplica por dos. Si en "¡Uno!" encontramos canciones ramplonas, intranscendentes y sin chicha. En "¡Dos!" encontramos tonterías como "See You Tonight" para desembocar en la simple "Fuck Time" (del proyecto paralelo The Foxboro Hot Tubs) que han rescatado del olvido porque, claro, para publicar tres discos seguidos hay que componer y sentarse a escribir y Green Day ya no están para esos trotes, así que es tiempo de aprovechar las sobras. "Stop When The Red Lights Flash" roba descaradamente a los Arctic Monkeys (incluso en el título) con una letra estúpida y simplona como pocas (con dos estrofas idénticas una a la otra) y que viene a decir; "Ojos que no ven, corazón que no siente, no soy el tipo a lastimar, haré que te rindas, haré que te rindas, haré que te rindas, haré que te rindas, haré que te rindas" y así hasta el infinito. "Lazy Bones" es tan burda que resulta ridículo la cantidad de elogios que ha despertado en algunos medios y foros. Es directamente prescindible y plomiza, repetitiva y carente de originalidad como el medio tiempo que es "Wild One" (¿o deberíamos llamarla "Last Of The American Girls II"?) en la que uno bendice a la tecnología y su infinita sabiduría al habernos regalado el poder de adelantarla unos segundos para acabar con la tortura. Y con "Makeout Party" te lo advierto; si en algún sitio lees adjetivos como rockera, garajera, auténtica, salvaje o cualquier tontería por el estilo, es mejor que sepas que te están engañando o no se han escuchado este disco más de dos veces, porque es la clara demostración de que Green Day intenta volver a estar de actualidad sin conseguirlo. "Stray Heart" tiene un ritmo ochentero que no le sienta nada mal pero que no termina de cuajar (como su vídeo), "Ashley", por lo menos, recupera algo del antiguo pulso y nervio, no está mal, pero le ocurre lo que a "¡Uno!" y a este "¡Dos!" que nos ocupa y es que las canciones parecen estar rematadas de manera apresurada y llegado a nosotros en estado embrionario a pesar del trabajo de producción, hay poco curro en ellas, poco mimo (incluso en las que han repescado) y eso se deja sentir. Mucho. "Baby Eyes" es, posiblemente, la mejor del disco (sin que esto sea ningún triunfo) pero la salvan sus guitarras. "Lady Cobra" es un horror desde el primer segundo como "Nightlife" (por favor, Joe Strummer que estás en los cielos, vuelve y agarra por el cuello a estos Green Day, llévatelos bien lejos), un rap horroroso, verdaderamente lastimoso. Y con "Wow! That's Loud" nos confirman que este disco, esta trilogía (y sin haber escuchado "¡Tré!"), suspende. Pero todavía queda una verdadera sorpresa y es "Amy", saliéndose por la tangente y "fuera de programa", uno de los pocos aciertos junto a "Baby Eyes". Levemente mejor que "¡Uno!" pero igualmente falto de inspiración, como si hubiesen querido recuperar su juventud y su fuerza, echando toda la carne en el asador de los Foxboro Hot Tubs. Green Day puede presumir de ser el único grupo que, después de muertos, han publicado a título póstumo siete discos de material totalmente nuevo. Está gente esta seca.
SETLIST: Candles/ Rashida/ Barbara/ April Fools/ The One You Love/ Grey Gardens/ Saratoga Summer Song (de Kate McGarrigle por Teddy Thompson) / I Don't Know (de Kate McGarrigle por Krystle Warren) / Respectable Dive/ Cigarettes and Chocolate Milk/ Out of the Game/ Jericho/ Perfect Man/ Sometimes You Need/ One Man Guy (Loudon Wainwright III)/ Everybody Knows (Leonard Cohen)/ The Art Teacher/ Going to a Town/ Montauk/ 14th Street Encore/ Old Whore's Diet/ Bitter Tears/ Gay Messiah/
Tercera vez que puedo disfrutar de Rufus Wainwright en directo y tercera vez que salgo de su concierto plenamente convencido de que he estado dos horas frente a uno de los grandes genios de la música contemporánea. La verdad es que sus directos no son para todos los gustos y no es extraño encontrarse a ese tipo de público medio que acude con seriedad y expresión circunspecta a una cita con olor a rancio de un músico que es capaz de componer ópera, cantar sonetos shakesperianos y por Judy Garland para rasgarse las vestiduras cuando el joven sobre el escenario es también capaz de ser crucificado durante una canción tan sensible como "Gay Messiah" o salir vestido de colegial o tirolés, maquillado como una fulana y bailar entre su público haciendo uso y abuso de una pluma exagerada para desesperación de esos que todavía no saben quién es Rufus Wainwright y son capaces de disfrutarle en disco pero no conocen cómo se las gasta en vivo. Ver a Rufus es toda una experiencia y, siempre, siempre, enriquecedora a mínimo que uno tenga cierta sensibilidad y tenga ese puntito de genialidad, de libertad artística en su corazón. Es quizá por esa falta, cada vez más latente, o por la maldita crisis y la cercanía a las Navidades, que Rufus tuvo que conformarse con llenar La Riviera (y su ya mítica mala acústica y palmera central) y no el Teatro Circo Price o una sala con mayor aforo como realmente le corresponde. Y no es precisamente culpa de su carrera (siempre en clara línea ascendente) o de sus puestas de largo (cada vez mejores, sin importarle si actúa ante miles, cientos o unos pocos), Rufus está condenado (en el mejor sentido de la palabra) a ser uno de los grandes, a convertirse en referencia ineludible de la música y el buen gusto de los próximos diez, veinte o treinta años. Tiempo al tiempo.
Unas chicas guardan la vez durante todo el día a las puertas de La Riviera. ¿Por qué? Porque van a escuchar "14th Street", "Cigarettes and Chocolate Milk", "The One You Love" o "Gay Messiah" y no quieren perder ni ripio de lo que ocurra en el escenario. Para hacer la velada aún más especial, Adam Cohen (sí, hijo de Leonard y tío del vástago de Rufus) abrirá la noche. La entrada de la sala se muestra raquítica pero, poco a poco, irá cogiendo cuerpo hasta llenar por completo la pista de La Riviera y Adam Cohen se encargará de calentar los ánimos presentando "Like A Man" (2011) con su habitual verborrea y castellano con acento de Méjico. Lo poco que pude ver de su actuación me recordó a lo que ya vi el año pasado y, aún con toda la veneración, admiración y devoción que siento por su padre y las sensaciones casi místicas que alcanzo en sus conciertos, últimamente (y muy a mi pesar) percibo a Adam Cohen como un charlatán de feria, pagado de sí mismo y su ascendencia, más interesado en pasárselo bien y vivir de las rentas cantando una y otra vez "So long, Marianne" o "Everybody Knows" y ligotear entre el público una vez que ha acabado su espectáculo (en muchas ocasiones más cercano a un monólogo) que a construir su propia carrera en solitario a pesar de que siempre que graba un nuevo álbum da buenas muestras del talento con el que en ocasiones llega a deslumbrar. Mientras que la actitud de Rufus es la de un genio hedonista que disfruta de su arte, la de Adam es la de un vividor.
Abrir con "Candles" es valiente pero alcanza cotas de belleza difícilmente imaginables, su silueta mientras, a capella, va cautivándonos a todos con su voz. ¡Vaya voz, qué maravilla! Y es que así, con tan solo su garganta, sin ningún instrumento que le acompañe, suena magistral y brillante. Lo mismo que "Rashida" en la que ya sí podemos disfrutar del escenario totalmente iluminado y la actitud simpática y llena de desparpajo de Rufus como ocurre con la poppie "Barbara" y su delicada melodía sobre la magnífica base de la banda (magnífico Wah-wah). Nos saluda, nos promete que será una noche de Sábado verdaderamente loca y nos dice que nos vamos un poco al rock con "The One You Love" (una de mis favoritas) y, con toda La Riviera iluminada, se ve la cara de felicidad de todos los asistentes. Vuelta, de nuevo, a la delicadeza hiriente en la que Rufus sabe manejarse mejor que nadie, "Grey Gardens" nos deja hechizados y es cuando éste aprovecha y nos deja con dos canciones de su madre, Kate McGarrigle, ("Saratoga Summer Song" y "I Don't Know") cantadas por Teddy Thompson (qué bonito y qué bien la cantó) y Krystle Warren con gran maestría. ¿Pero, dónde está Rufus?
Rufus en Madrid (Foto de CLAUDIO ÁLVAREZ)
Volvió para deleite con "Respectable Dive", rescató "Cigarettes and Chocolate Milk" y levantó de nuevo los ánimos con "Out of the Game", "Jericho", " Perfect Man" (ambas sobresalientes) y "Sometimes You Need". Para todo aquel no iniciado o ajeno al universo de Rufus, tan sólo decir que a excepción de la maravillosa "Cigarettes and Chocolate Milk" de su "Poses" (2001) el resto pertenecen a su último disco "Out Of The Game" (publicado con la todopoderosa Deca). ¿Cuántos artistas son capaces de tocar casi entero su último disco sin que su concierto se resienta (diez canciones de un total de doce)? En efecto, ninguno.
Presentó "One Man Guy" de su padre, Loudon Wainwright III, y llamó al escenario a Adam Cohen para cantar "Everybody Knows" de Leonard Cohen (en la que sobró la actitud del hijo de éste) con mucho sabor y compartiendo con la banda. "The Art Teacher" y la épica "Going to a Town" dieron por cerrado el concierto no sin despedirse con "14th Street Encore" antes de desatar la auténtica locura en los bises con "Old Whore's Diet" y una opereta con tintes kitsch en la cual fue coronado como "Rufus Apolo" por un Cupido de aire homosexual (que hizo suspirar a ellas y a ellos) y una banda bajada del Olimpo que tuvo el detalle de narrar la inverosímil y simpática historieta en nuestro idioma y convertir La Riviera en una discoteca petarda (con todo el cariño) y Rufus (con peluca rubia y semidesnudo) cantando "Bitter Tears" entre la gente en lo que, de verdad de la buena, parecía una celebración de la vida invitando a las primeras filas a subir al escenario y simular la muerte para renacer convertido durante "Gay Messiah" y dejar que un bocadillo de gomaespuma cantase la canción. ¿Suena como si fuese una gran locura, verdad? Fue mejor, fue arte, fue una fiesta; es Rufus Wainwright.
SETLIST: Tiffauges (intro)/ Tragic Kingdom/ Cthulhu Dawn/ Funeral in Carpathia/ Summer Dying Fast/ Lilith Immaculate/ Nymphetamine (Fix)/ For Your Vulgar Delectation/ Born in a Burial Gown/ The Forest Whispers My Name/ The Unveiling of O (intro)/ Cruelty Brought Thee Orchids/ Her Ghost in the Fog/ From the Cradle to Enslave/ Sinfonia (outro)/
SETLIST: Sign of an Open Eye (Gorgoroth)/ Awake/ Aldrande Tre/ Carving a Giant (Gorgoroth)/ From the Running of Blood/ Wound Upon Wound (Gorgoroth)/ Exit Through Carved Stones (Gorgoroth)/ Alt Liv/ Prosperity and Beauty (Gorgoroth)/ This From the Past/
Dos días antes de que se celebrase el concierto, recibo un email de la distribuidora avisándome sobre un cambio de sala; de La Riviera al antiguo Arena. Obviamente es debido a las pocas entradas vendidas, es cierto que ha habido poca publicidad sobre este concierto, una de las inevitables citas metálicas de un año que ya está dejándonos pero nunca pensé que un cartel como éste tuviese como escenario a una sala con tan poquita capacidad, también es verdad que poder ver a estos grupos en un local más pequeño es de agradecer, la cercanía al escenario y los artistas es casi la de un local de ensayo así que, pese que a que Cradle seguramente tuviese que prescindir de algún que otro accesorio en su escenografía, intenté ver el cambio como algo positivo y, a posteriori, vaya si lo fue... Cradle Of Filth atraviesan un momento extraño que están sabiendo aprovechar y es que "The Manticore and Other Horrors" ha sido toda una sorpresa, es un disco duro y rápido pero quizá menos melódico y más directo, el goticismo sinfónico ha dado paso a la contundencia más punk (perdonen la osadía de hablar así de Cradle) y, francamente, creo que ha sido todo un acierto y un paso muy inteligente por parte de Dani y Paul. "Darkly, Darkly, Venus Aversa" (2010) es un buen disco pero ligeramente inferior a "The Manticore and Other Horrors" que sí supone un valiente paso adelante. Debo admitir que, aunque siempre he respetado a Cradle Of Filth, perdí cierto interés por su carrera durante unos años y me arrepiento porque echando la vista atrás ahora me doy cuenta de que estos vampiros de Suffolk han hecho los deberes y han trabajado como pocos grupos y, aunque con sus lógicos altibajos, cada uno de sus discos tiene su punto y conforman una discografía sólida y coherente. La última vez que les vi en directo fue cuando presentaron su magnífico "Cruelty And The Beast" en 1998 (fue un concierto sólido y oscuro como pocos) y, después de haberlos visto reformados de nuevo hace unos días, sí que siento que me debo haber perdido grandes momentos de los ingleses durante tantos años.
Pero es que Cradle Of Filth no venían solos y traían consigo a sus viejos amigos Gaahl y King Ov Hell con sus God Seed como principal atractivo (a Blynd no llegué a verles). Un doble cartel de auténtico lujo para una fría noche de invierno como la que nos deparaba Madrid el Martes por la noche. Gaahl es un tipo oscuro y todo un mito en el mundo de la música extrema, controvertido, siniestro, silencioso, brutal y siempre apasionado que no dudó en aplaudir la quema de iglesias en los noventa, intentar beberse la sangre de un pobre diablo al que torturó hasta casi la muerte o tener el valor de salir del armario para burla del sector más crítico del Metal. A los menos aficionados les costará encontrar relación entre la música de Cradle Of Filth y la de Gaahl pero debemos recordarles que Dani Filth y los suyos siempre hicieron muy buenas migas con Gorgoroth y su amistad con Gaahl ha superado los problemas legales que éste llegó a tener con el grupo de Infernus. Pero volvamos a nuestra infernal noche en la capital porque entrar en la sala Arena y que te golpeé en la cara un tema como "Sign of an Open Eye" es, valga la paradoja, toda una bendición. Una de mis canciones favoritas del Metal que nunca creí llegar a escuchar en directo sonó como un mazazo de hielo, como un trocito del infierno en mitad de la oscuridad de un escenario en el que se podía entrever la alargada figura de Gaahl maquillado como siempre; cara blanca y negra con algunas gotas de pintura roja como sangre desde la frente hasta la barbilla. Perilla, pelo largo rizado, chupa negra de cuero, pantalones también negros, botas militares y la mjöllnir, la cruz del lobo islandés, sobre su pecho. La base rítmica avanza lentamente como el traqueteante vagón de una mina mientras las guitarras cortan el aire. "Sign of an Open Eye" de "Ad Majorem Sathanas Gloriam" (2006) sonó como el Apocalipsis ¿y, qué queréis que os diga? yo no eché de menos a Pest o Infernus. "Awake", "Exit Through Carved Stones" o la inconmensurable "Carving a Giant" (también de "Ad Majorem Sathanas Gloriam") dejaron bien claro que Gaahl es tan Gorgoroth como Halford es Judas o Dickinson y Harris son Maiden.
Con cariño, de Gaahl
para Blogofenia
Mientras God Seed terminan una actuación impecable y efectiva, Gaahl abandona el escenario entre el público, subiendo las escaleras al segundo piso de la sala mientras se despide de la gente con una majestuosidad e hieratismo impropios de un cantante de Metal que acaba de dar un gran concierto. Su presencia en el escenario es tremenda, sus lentos y escasos movimientos hipnotizan como los de una serpiente y su estatura y mirada te hacen temer lo peor cuando repara en ti e interpreta, por ejemplo, "Carving a Giant". Cantó bien y dejó el listón muy alto a Cradle en una noche en la que God Seed devoraron todo a su paso y es que el Black Metal es mucho Metal. Los roadies recogen el escenario y, pocos minutos antes de que Dani y Paul coronen su gira "Creatures From The Black Abyss Tour 2012" se forma un pequeño revuelo en la pista, Gaahl (ya sin maquillaje) se desliza entre el público. Algunos se apartan temerosos, otros hacen fotos disimuladamente mientras algunos curiosos que, incomprensiblemente no saben nada de él ni de God Seed o Gorgoroth, sonríen y se preguntan unos a otros qué pasa y quién es ese señor de casi dos metros que avanza como puede entre la masa. Un fan le echa valor, le para, le pide una foto y entonces se produce el histerismo porque decenas de chavales se arremolinan alrededor suyo, firma autógrafos, le saludan, le dan la enhorabuena e incluso le piden que les estampe su nombre en el brazo con la excusa de hacerse un tatuaje. Gaahl, visiblemente sorprendido, acepta con resignación y silencio todas las muestras de cariño y se sorprende cuando tarda más de veinte minutos en librarse de sus seguidores y consigue avanzar hacia la barra y el puesto de camisetas donde, de nuevo, es asaltado por más y más fanáticos. Se queda solo y es nuestro momento, nos acercamos y le saludamos con educación, nos mira muy fijamente desde su altura y sus fríos ojos claros, nos da la mano y mientras la estrecha con demasiada fuerza nos vuelve a mirar de arriba a abajo, examinándonos. Saco el vinilo de God Seed "I Begin" (2012) y le cambia el gesto, coge un bolígrafo plateado del puesto de merchandising y escribe su nombre con lentitud a lo largo y ancho de su oscura portada, le damos las gracias y le decimos lo genial que ha sido su concierto, nos da las gracias y, una vez más y abusando de la situación, le pedimos una foto a la que él, con amabilidad pero con firmeza, responde: por supuesto. Nos despedimos de él y nos acercamos a ver el comienzo de Cradle Of Filth, por suerte veríamos todo el concierto en compañía de Gaahl ya que, aunque no paró quieto ni un segundo, estuvo a nuestro lado durante toda la noche y atendiendo con paciencia a todo aquel que se acercase.
From The Cradle para Blogofenia
Después de "Cthulhu Dawn", Dani y Paul atacan la larga "Funeral in Carpathia" ante el clamor de toda la sala, la incorporación de Caroline al teclado les ayuda desde hace tiempo en las partes vocales en temas como "Lilith Immaculate" y Paul Allender arrasa con todo gracias a su PRS Signature y sus BlackStar (de los que había sobrada publicidad en la sala) mientras Martin golpea y maltrata sus parches en temas tan salvajes como "For Your Vulgar Delectation". El escenario es muy sencillo con el logo del dragón tras ellos, se set de la batería levemente elevado y un pedal de humo que Dani no duda en pisar cada vez que se sitúa al lado de de Martin y necesita desaparecer durante unos segundos.
"Born in a Burial Gown" o "The Forest Whispers My Name" sonaron eternas mientras un final auténticamente de libro nos esperaba con "Her Ghost In The Fog" o el himno que es "From the Cradle to Enslave". Cradle Of Filth son grandes y han sabido pasar del Black Metal al Thrash, del Sinfónico al Gótico pasando por el Speed o el Heavy y ahora, en esta gira, presentan el directo "The Manticore and Other Horrors" en el que, aunque en directo se hagan acompañar de James o Caroline, han funcionado casi como trío. Aunque la sala está a dos tercios de estar llena, la gente grita y sigue entusiasmada no sólo sus temas más clásicos sino que se entusiasman con "Nymphetamine (Fix)" o "Summer Dying Fast", aunque Paul está más sobrio que de costumbre e incluso se le nota algo cansado, Dani no para quieto y no deja de animar al público en todo momento por no hablar del espectacular estado de su garganta, capaz de proferir afilados alaridos en cada tema, todo un lujo. Una vez acaba el concierto, salimos por la puerta y echo la vista atrás, ahí sigue Gaahl, sumido en la oscuridad mientras la gente sigue aplaudiendo a Cradle Of Filth, hasta la próxima, amigo, esperamos verte de nuevo por aquí...
SETLIST: Howlin' for You/ Next Girl/ Run Right Back/ Same Old Thing/ Dead and Gone/ Gold on the Ceiling/ Thickfreakness/ Girl Is on My Mind/ Your Touch/ Little Black Submarines/ Money Maker/ Strange Times/ Sinister Kid/ Nova Baby/ Ten Cent Pistol/ She's Long Gone/ Tighten Up/ Lonely Boy/ Everlasting Light/ I Got Mine/
¡Qué difícil resulta complacer a todo el mundo, qué difícil es ser tan esnob y tan guay en estos tiempos y no caer en el intento! Pero lo que los Black Keys hicieron en Madrid es digno de elogio y escapa a toda razón porque es uno de esos pocos casos en los que la expectación es claramente superada por el artista. Se pueden contar por miles la enorme cantidad de grupos que son aupados a los altares y son usados como una simple marca, que son llamados a ser "los nuevos", "los próximos" o todo tipo de epítetos a cada cual más exagerado y rocambolesco para luego encontrarnos carreras irregulares, pacatos talentos y zozobrantes conciertos que sonrojan a todos aquellos que somos, desde hace décadas, asiduos amantes de la música en directo. Pero Patrick Carney y Dan Auerbach no son unos advenedizos, no son nuevos en esto de la música a pesar de su juventud y el éxito, gracias al cielo, no les ha llegado en los albores de su carrera sino que han tenido diez años para patearse los baretos y salas de medio mundo (incluyendo los de España, que ésta no era la primera vez que pasaban por aquí a pesar de lo que hayan cacareado muchos medios) para llegar a este punto y demostrar que lo suyo no es flor de un día sino que con ellos hemos descubierto a dos de las personalidades más fascinantes del rock de los próximos años. Patrick y Dan o Dan y Patrick, tanto monta, monta tanto. La salvaje y primaria pegada de Patrick que recordó en fuerza a lo que fue en su tiempo un joven Dave Grohl mezclado con el estilo de un jovencito Charlie Watts y Dan con su camisa de flecos y sus guitarras Harmony baqueteadas y tan vintage como aguerridas, ruidosas, llenas de distorsión, acoples y fuerza.
Muchos han sido los que en estos días se han colgado la medalla recordándonos que The Black Keys no pasaban por Madrid por primera vez, muchos han sido los que les han criticado por tocar en un pabellón con capacidad para miles de personas y, por ende, también han criticado a su público. Queridos míos, The Black Keys ya pasaron por Madrid pero hay una pequeña diferencia con aquellos y éstos y son cuatro discos como "Magic Potion" (2006), "Attack & Release" (2008), "Brothers" (2010) y El Camino (2011). Una línea ascendente tan exagerada, un nivel tan alto y un talento tan constante defendido con uñas y dientes por un directo tan arrollador bajo una propuesta tan sencilla que resulta imposible no amarles (sin olvidar, claro, su "Rubber Factory" del 2004). ¿Pero acaso no es El Camino uno de los mejores discos de los últimos años? The Black Keys, por mucho que a cuatro esnobs les disguste, están en su mejor momento, en ese en el que el grupo ha de ser, sí o sí, visto en directo.
Así, no era de extrañar que el Palacio de los Deportes madrileño se encontrase lleno a reventar por propios y extraños, aquellos que podían presumir de conocer al grupo desde (apréciese la ironía) hace veinte años por lo menos o esos otros que, con la misma camisa de cuadros con la que fueron a ver a Wilco o Jack White se pasaban minis de cerveza, fumaban a escondidas y acudían a ver a Patrick y Dan con la única inquietud de figurar, de estar en el acto social y salir en el "photocall", ligotear, remojar el gaznate y desgañitarse con "Lonely Boy" o "Gold on the Ceiling" para perder el hilo en "Ten Cent Pistol" o parecer ajenos a todo cuanto sucediese en el escenario durante "Thickfreakness". Echo un vistazo a mi alrededor y me aturde tanta gafa de pasta, tanta Converse y tanta Vans, sonrío para mis adentros. Llegamos al final de The Maccabees en lo que pareció una actuación divertida y gamberra, me apena habérmelos perdido pero cualquiera que me conozca sabrá de mi aversión a los teloneros, un defecto que tendré que corregir algún día...
Se apagan las luces, se enciende un sencillísimo pero efectista escenario y la marcial batería de Patrick suena como si cientos de petardos estallasen contra la caja y la guitarra de Dan escupe a toda la década de los setenta a través de sus cuerdas, "Howlin' for You" es la elegida paro abrir fuego y su contagioso ritmo convierte la pista en una fiesta, si en un concierto cualquiera se ven cientos de móviles haciendo fotos entre el público, en el The Black Keys se veían minis de cerveza arriba y miles de gargantas cantando ese estribillo tan pegadizo que de ramplón roza la genialidad más absoluta. Contagiosa. El escenario se divide, Dan y Patrick, Patrick y Dan, de nuevo aumentados, negro sobre rojo, "Next Girl" confirma la hazaña de este dúo; logran sonar low-fi a pesar de la enorme cantidad de vatios y un montaje diseñado para ser visto por miles de pares de ojos sin que éste resulte exagerado. ¡Qué difícil es sonar a un viejo cuatro pistas en estas circunstancias! Pero lo hacen y vaya si lo hacen, "Run Right Back" pone la directa a "El Camino" y todos a saltar de nuevo, "Same Old Thing" de "Attack & Release" calma levemente los ánimos para hacerlos estallar de nuevo con la "soulera" "Dead and Gone". The Black Keys suenan más acelerados, más sucios y garajeros en directo pero plenos, perfectos, su música se siente auténtica con tanto de punk como de blues, soul o puro rock. De Nueva Orleans a Detroit, de Ohio a California.
Y sólo así se entiende que después del disparo a bocajarro que es "Gold on the Ceiling" en la que son capaces de levantar a todo un pabellón se descuelguen con la genialidad que es "Thickfreakness", rematen con "Girl Is on My Mind" y "Your Touch" sin importarles estar antes quince mil personas o apenas cincuenta y acabar por cautivarnos con la maravillosa "Little Black Submarines" en la que no dudan en cambiar de guitarra tomándose el tiempo que necesiten sin romper el ritmo de la canción y fusilar a Zeppelin, Crazy Horse y Willie Nelson en poco más de tres minutos para deleite de todos los allí presentes.
Volvemos al camino y otra vez el soul con "Money Maker" y el fuzz más saturado de "Strange Times" (que sonó deliciosa, verdaderamente deliciosa...), tomar algo de aire con la distendida "Sinister Kid" y vuelta a la energía con "Nova Baby". Tarantino estuvo presente en "Ten Cent Pistol" y la fronteriza "She's Long Gone" en la que no costaba imaginarse a Uma Thurman o Salma Hayek. Nos arrancaron una sonrisa con "Tighten Up" y pusieron a bailotear a todo el mundo con "Lonely Boy" en la que, hasta el más insospechado, se soltó y bailó todo lo friki que pudo y supo. Convirtieron el recinto en una noche estrellada durante "Everlasting Light" y se fueron por todo lo grande con un riff de esos que suenan como si el mundo fuese a acabarse esa misma noche en "I Got Mine".
Una noche para el recuerdo, Dan y Patrick, Patrick y Dan, no les pierdan de vista, el futuro del rock puede que esté en sus manos y no exagero. ¡Qué fácil es sonar tan bien cuando se tienen las ideas tan claras y tantas buenas canciones!
Difícil se presenta repasar y recorrer la discografía de Stratovarius sin detenerse en su "Destiny" (1998), una parada obligatoria al estar delante de uno de sus mejores y más valorados discos de power, tanto por sus seguidores más acérrimos como por la crítica especializada. Posiblemente tanto Tolkki como Kotipelto estuvieran atravesando en aquel momento por una fase en la que no eran ni medio conscientes del poder compositivo que tenían cuando se juntaban a hacer música. No era la primera vez que lo hacían, estos son de los que repiten las hazañas; dos veces antes ya habían operado de manera similar gestando sendas obras maestras como eran "Episode" (1996) y "Visions" (1997). Parecía que sus recursos eran ilimitados y que sus fuentes inspiratorias jamás se secarían, tenían un don y una gracia especial para hacer prácticamente y sin despeinarse un disco de un nivel altísimo año tras año; del 94 al 98 no tuvieron un sólo segundo de descanso, desde "Dreamspace" hasta "Destiny" todo fue un sin vivir por la música y la pasión.
"Destiny" llegaba tras el exitoso "Visions", disco este último que les catapultó definitivamente al Olimpo del power. "Visions" fue el disco que les puso en su sitio, con el cual se hicieron realmente conocidos a nivel mundial, abandonando de una vez y para siempre el underground oscuro e inmundo. "Episode" fue un primer simulacro, aunque canciones como "Black Diamond", "Paradise" o "The Kiss Of Judas" fueron las causantes de que Stratovarius se posicionaran en un estamento superior y privilegiado. "Destiny" no hizo otra cosa que mantenerles en el nivel que habían alcanzado sus dos predecesores; es cierto que algunos (los más torpes) quisieron ver en él determinados elementos progresivos con los que hasta ese momento la banda no había coqueteado, pero nada más lejos de la realidad. No quiero entrar en debates tontos sobre si un tema es ó deja de ser progresivo, aunque soy de los que pienso que una canción de 10 minutos no es para nada sinónimo de ser progresivo. "Destiny" como canción es una obra maestra, un tema que te adentra en los sueños que siempre construyen Tolkki y de Koltipleto, donde el buen cantante finés no deja de lapidarnos con una de sus frases más emotivas y dolorosas que jamás haya cantado: "Yo podré manejar mi vida, tú podrás controlar la tuya... pero jamás tu Destino"...
"S.O.S." te engancha desde el primer segundo, cuando los coros y las fantasiosas guitarras de Tolkki deciden atraparte y hacerte prisionero guiado por su armonía y su estridente delirio. Es uno de los singles más alucinantes que tienen, una de las canciones más maravillosas que jamás hayan escrito; podríamos posicionarla a la mima altura que su "Hunting, High And Low" del perfeccionista "Infinite" (2000). Señoras y señores, aquí no hay trampa ni cartón, "S.O.S." tiene todos los ingredientes que tiene que tener cualquier gran tema de power metal; armonía, melodía a raudales, estrofas cortas y estribillos con sin fin de elementos pegadizos y épicos . Con "No Turning Back" retroceden un par de años al pasado, al sonido "Episode", haciendo un tema menos lírico que los dos primeros y al contrario mucho más rápido y solvente, un tema que transcurre en un abrir y cerrar de ojos gracias a la potente guitarra y el explosivo doble bombo heredado de la época más añeja y con mayor solera de "Father Time" o de "Will The Sun Rise?".
Los adornos y los elementos más pomposos vuelven a aparecer cuando cae la otoñal "4000 Rainy Nights", mientras que "Rebel" es un salto al vacío, una caída al abismo más perturbado y desequilibrado conducido por los irracionales teclados de Johansson y los desdichados parches de Jorg Michael; dos de los mejores músicos del mundo con sus respectivos instrumentos, como bien queda plasmado y acreditado en este tema. "Years Go By" no te deja indiferente, no es una balada más, tiene un componente exponencial de sensibilidad al que no estamos acostumbrados; estamos frente a una preciosa canción que desprende dulzura y sentimiento por todos sus costados, un tema hecho con el alma y el corazón, con un Kotipelto cantando sin titubeo alguno, de forma muy seria y directa, muy seguro en todo momento de sí mismo y de su capacidad vocal.
"Playing With Fire" es un himno, un pura sangre que cuenta con el factor sorpresa y novedoso con el que estos cinco pedazo de músicos siempre tratan de sorprendernos tema tras tema y álbum tras álbum. Siempre se puede complicar todo un poquito más, todo tiene una vuelta de tuerca si Stratovarius está por le medio y enredando entre sus entresijos; la más simple de las canciones la convierten de la forma (aparentemente) más sencilla en arte e ingenio, que se lo digan sino a "Venus In The Morning", una composición que en cualquier otro grupo sonaría simplona y anodina, pero que una vez desmenuzado y cocinado por el talentoso quinteto suena a gloria bendita.
"Anthem Of The World" es otra de las grandes, un corte al que tendríamos que adjudicarle el calificativo de excepcional y extraordinario. Se convierte sin querer en una de las joyas más valoradas y con mayor versatilidad de "Destiny", gracias a su carácter hímnico y épico, ya que contiene en su haber los mejores estribillos del disco, donde Kotipelto se dedica simplemente a cantar como los ángeles, regalándonos siempre y en todo momento de su voz limpia y aguda; todo un don con el que los dioses han querido premiarle. Tolkki por su parte se convierte en un máquina perfecta de hacer riffs, le ha tocado la difícil labor de convertirse en el ejecutor y en el verdugo del aburrimiento y de la linealidad con el que siempre parece que está jugando el power metal...y os puedo asegurar que la cumple con creces.
La espídica "Cold Winter Nights" es la encargada de poner el punto y final a un grandísimo álbum así como la encargada de escribir el epílogo a una de las épocas más fructuosas de uno de los pocos grupos que se han atrevido a tratar a la música de tú a tú.
SETLIST: Isolation/ Turn/ Living In The Shadow Of The Terrible Thing/ Ghost Trio/ Why Turbulence?/ Teethgrinder/ Die Laughing/ Bad Mother/ The Buzzing/ Unbeliever/ Misery/ Exiles/ Get Your Dead Hand Off My Shoulder/ Before You, With You, After You/ Stop It You're Killing Me/ Stories/ Diane/ Plague Bell/ Rust/ Nausea/ Knives/ Screamager/ Where Eagles Dare/ Nowhere/ Potato Junkie/
Resulta curioso cómo grandes grupos de los noventa tienen que conformarse con tocar en salas pequeñas y verse relegados a las posiciones más bajas de los grandes festivales europeos cuando otras bandas más actuales y con mucho menos que decir a todos los niveles firman contratos multimillonarios y hacen grandes giras. Therapy? es uno de esos dolorosos casos, los de Belfast triunfaron en los noventa más alternativos gracias a sus potentes guitarras, el nihilismo de sus letras y grandes melodías. ¡Menudo año fue 1994! "Troublegum" es uno de esos álbumes que pasaran a la historia, lleno de grandes canciones como "Knives" o "Nowhere" y al que siguió, casi sin descanso, el genial "Infernal Love" (1995) menos redondo que el anterior pero uno de mis favoritos. ¿Y después? Problemas con A&M (de los que decían que no habían hecho nada por ellos), un largo peregrinaje por el desierto y, aunque siguieron sacando buenos discos como "High Anxiety" (2003) o "Crooked Timber" (2009), hacía tiempo que los grandes focos de la Industria habían dejado de iluminar al grupo.
Sin embargo, llamadme inocente o iluso pero creo firmemente que hay algo de mágico en todos aquellos grupos que acariciaron las mieles del éxito masivo, vivieron lo que es el mainstream y, posteriormente, son olvidados por el gran público y deben conformarse con luchar cada noche sobre las tablas de escenarios mucho menos glamourosos y, sin embargo, siendo conocedores de ello siguen siendo capaces de echarle un par de huevos y dar lo mejor de sí mismos. Therapy? es uno de esos grupos que no destacan por su virtuosismo pero que son tozudos como una mula, que resultan apabullantes y toda una apuesta sobre seguro. Nadie en su sano juicio diría que Andy Cairns es un gran guitarrista pero, en honor a la verdad, no hay nadie que golpeé su Gibson como él y es que, irremediablemente, cuando pienso en una SG negra sólo me vienen a la cabeza dos personas; Iommi y Andy. Y así fue la noche del 16 de Noviembre en Madrid, un auténtico desfile de Gibson SG en todas sus variantes para más de una veintena de temas oscilantes entre el punk más musculoso y el rock más contundente demostrándonos que dieciséis años mas tarde de su última visita a la capital, Therapy? siguen teniendo la misma mala leche en directo.
La sala Caracol se va llenando paulatinamente de treintañeros con camisetas del grupo y otros muchos grupos clásicos de hace dos décadas. Resulta increíble ser uno mismo testigo de cómo hemos crecido con aquellas bandas y nuestros héroes han dejado de ser rabiosos iconos musicales del momento para haberse convertido en cuarentones llenos de experiencia, pero digo que resulta curioso porque el tiempo no pasa para todos y la sala parecía una reunión de viejos amigos de instituto. Una camiseta de Nirvana, otra de Pearl Jam, de NIN, una de "Punk Floyd" y todos nos sentimos como en casa. Con, el aún caliente, "A Brief Crack of Light" y una foto de la puerta de la sala publicada por el propio grupo en su cuenta de Twitter, todo apuntaba a que sería una gran noche. No nos engañemos, su último disco suena bien, es una buena muestra del Rock/Punk que al grupo le gusta hacer pero no es más que una excusa para disfrutarlos una vez más en directo y, aunque no se habían olvidado de nuestro país (sin ir más lejos, el año pasado), sí que hacía mucho, mucho tiempo que no pasaban por Madrid, tanto como para que ellos mismos nos lo recordasen a través de su red social y durante el concierto.
Andy desde el infierno...
Suenan clásicos del Rock en toda la sala y, a pocos minutos de la hora marcada en la entrada, salen Therapy? vestidos con sobrios trajes negros y corbatas para atacar con las afiladas notas de "Isolation" y poner la sala literalmente "patas arriba". Cruje la madera, no hay apenas decoración excepto el logo del grupo en el parche del bombo de la batería, la Gibson de Andy resplandece llena de sudor y tan sólo han pasado un par de minutos desde su salida. Va a ser una noche intensa... La aguerrida guitarra de "Turn" raya nuestros oídos como las agujas sobre un vinilo y la base rítmica de Neil y Michael dan robustez al tema. Es increíble ver a Neil y Andy ya que no paran quietos ni un segundo y saltan, botan, se retuercen y jalean al público como si fuese su último concierto en la tierra. Puede que Therapy? ya no vaya a sonar nunca más en las radiofórmulas, ni falta que les hace, pero son músicos y disfrutan todo lo que pueden, que estén en Madrid esta noche no es por casualidad, es porque ellos han querido.
"Living In The Shadow Of The Terrible Thing" suena robusta gracias a la batería y el "palm mute" sobre su SG la hace aún mas pesada (podéis pensar lo que queráis pero su voz me recuerda mucho a la de Greg Dulli en este tema), la verdad es que suena mucho mejor que en el disco, todo lo contrario que "Ghost Trio" que no me termina de convencer ni en el álbum ni en directo pero lo solucionan con "Misery" o "Exiles", aún así, donde se les ve más cómodos es en su faceta más cafre y punky, como en la simpática "Get Your Dead Hand Off My Shoulder" en la que la sala entera berreó el estribillo: "Time speeds up, I get older, Get your dead hand of my shoulder"
James Joyce is fucking my sister!
"Stop It You're Killing Me" suena machacona mientras que "Stories" o "Diane" enganchan a todos aquellos que, mini en mano, se agolpan en las primeras filas para recuperar su adolescencia, conseguir una púa de Andy y revivir el sueño. "Screamager" y sus contagiosas guitarras les hacen sudar aún más para acabar en el anti-himno generacional que es "Nowhere" en el que, ahora sí, todos terminan volviéndose locos, el grupo y su público, cantando en comunión perfecta, recordando cuando la MTV lo escupía una y otra vez sin parar, esta noche suena frenética y más acelerada que la original. Para acabar, vuelven los Therapy? más cafres de nuevo (quizá los más divertidos) con "Potato Junkie" y las luces encendidas, la letra siempre me ha parecido una de las más cachondas del rock con su "I'm bitter, I'm twisted, James Joyce is fucking my sister" curiosa su mezcla con "Hey Hey, My My" de Neil Young y un broche perfecto para una noche perfecta. Therapy? siguen en forma, ¿acaso lo dudábamos?