Ese chico misterioso...

Hace catorce años que nos dejó a la edad de treinta y un años. Hijo de Tim Buckley (que también falleció prematuramente) y poseedor de una voz que le diferenció del resto de artistas de su generación. Desde estas páginas queremos rendirle tributo a aquel que elevó el "Hallelujah" de Leonard Cohen allá dónde el canadiense no llegó, el que con un sólo disco ("Grace", 1994) pasará a la historia de la música. Con todos ustedes; Jeff Buckley. 

Tim Buckley fue un cantante soberbio que reinó a finales de los sesenta, primeros de los setenta, siempre de manera discreta pero creando escuela con su característica y preciosa voz (su influencia ha sido enorme para muchos grupos y cantantes que, a día de hoy, siguen reivindicando su legado). Autor de auténticos discos de culto como "Goodbye And Hello" (quizá mi favorito), "Starsailor" o "Sefronia", poco pudo disfrutar de lo conseguido ya que abandonaba este mundo a la edad de veintiocho años (salvándose por poco de entrar en el mítico y macabro "club de los veintisiete") en compañía de su amigo  Richard Keeling por una inoportuna sobredosis de heroína que cercenaba un futuro brillante y prometedor. 

De su unión con Mary Guibert nacía Jeffrey Scott Buckley un lluvioso mes de noviembre de 1966, niño al que llamaban cariñosamente Scottie y terminaría tomando el apellido Moorhead por Ron, su padrastro, con el que finalmente se criaría. Su madre cuenta que insitió mucho en conocer a su auténtico padre y, al poco de aquel encuentro, éste murió. Aquel niño, poco después, decidiría cambiar su apellido por el de Buckley. 

Su paso por diversas formaciones (a cada cual más diferente) no tiene relevancia alguna, Jeff solía tocar la guitarra y prefería quedar relegado a un cómodo segundo plano, sin ser consciente del terremoto que su voz causaría en la música para siempre, hasta un día cualquiera de 1991 en el que cantó "I Never Asked To Be Your Mountain" (con Gary Lucas a la guitarra, quien le acompañaría en el futuro en multitud de ocasiones) y "Once I Was" (íntegramente a capella) en la iglesia de St. Ann de Nueva York que celebraba un homenaje a su difunto padre. La respuesta del público asistente fue un absoluto silencio, conmovidos por aquella deliciosa voz de varias octavas. Jeff era capaz de alcanzar los más altos agudos (interpretar con soltura a Led Zeppelin o cualquier artista del género), cantar pop aterciopelado, blues ("Preachin' Blues" o "Alligator Wine") rasgarla con el rock más salvaje ("Eternal Life" o "Kick Out The Jams"), sonar soul ("Everybody Here Wants You"), mostrarse delicioso y sofisticado ("Je N'en Connais Pas La Fin"), angelical ("Corpus Christi Carol" de Britten) y entonar un falsete eterno y afinado pero catárquico en su desenlace ("Grace") 

Comienza a ser habitual de un café situado en el Greenwich Village neoyorkino llamado "Sin-é" en donde toca versiones de sus artistas favoritos y se permite experimentar y explorar sus canciones preferidas todavía desde el anonimato ("The Way Young Lovers Do"), graba un EP allí (con el ruido de las copas, sillas y entrechocar de las tazas de café) y prepara su primer y único álbum con Andy Wallace como productor. 

El disco llegará en Agosto del 94, sin mucho ruido y sin ningún tipo de publicidad, a las tiendas, sus ventas son discretas, se compone de siete canciones y tres versiones ("Lilac Wine", "Corpus Christi Carol" y "Hallelujah", la famosa versión que hizo del clásico de Cohen y que consiguió llevar a otro nivel), nunca estuvo entre los más vendidos pero era reivindicado por Jimmy Page y Robert Plant (de Led Zeppelin), Paul McCartney reverenciaba sus melodías, Neil Young su sensibilidad, Leonard Cohen descubre en él a un poeta, Dylan se enamora de sus canciones, Chris Cornell (Soundgarden) quiere cantar como él y no duda en versionarle, Thom Yorke (Radiohead) lo convierte en uno de sus discos favoritos, Matthew Bellamy (Muse) copia descaradamente su forma de cantar e inflexiones, Neil Peart (Rush), Aimee Mann, Courtney Love (Hole), PJ Harvey, Pete Yorn, Rufus Wainwright (quien le versionará a piano), Natalie Merchant, Katatonia o incluso Sebastian Bach (Skid Row) le alaban pero él rehuye toda esa atención mediática y comienza a dar conciertos bajo extraños nombres con tal de no ser relacionado con su incipiente fama. 

Ya en 1997, viaja a Memphis para grabar su segundo disco (provisionalmente llamado "My Sweetheart the Drunk") pero nunca llegará a ver la luz tal y como él imaginaba. El 29 de Mayo, él y un amigo charlaban a las orillas del río Wolf de Tennessee (afluente del Mississippi) cuando Jeff empezó a meterse en sus aguas caminando lentamente (en lo que veo un paralelismo de Ofelia o Virginia Woolf), totalmente vestido. Su amigo fue hacia el coche a subir la música, sonaba "Whole Lotta Love" de Led Zeppelin y nunca más volvería a verle, moría Jeff y nacía la leyenda de Jeff Buckley. 

Poca gente se acordará de esto pero hubo una época (y no hablo de un par de días sino de meses) en la que yo deambulaba a última hora de la tarde entre las estanterías repletas de discos del, tristemente desaparecido, Madrid Rock de Gran Vía y, minutos antes de cerrar, mientras recogían y hacían caja, comenzaba a sonar "Mojo Pin" y la calma invadía la tienda, era mágico. 


© 2011 Jesús Cano