El nuevo disco de Bon Iver, aquel que sorprendiese al mundo con su "For Emma, Forever Ago" ha vuelto con un disco llamado "Bon Iver", como si fuese su primer disco. Grabado en una cabaña con un portátil, aquel primer disco supuso el exorcismo de una ruptura sentimental que se convirtió en el punto de inflexión sobre el que cimentar un cambio vital en la vida de Justin Vernon (el auténtico nombre del norteamericano que se esconde bajo la variante del nombre francés, "buen invierno") y sonaba tan delicado como fantasmagórico; lleno de reverb, overdubbing y coros en falsete. Llamó la atención de Peter Gabriel (que versionó con gran acierto la canción "Flume" para su disco de aires clásicos, "Scratch My Back"), se tomó unas cervezas con Kayne West y tocó borracho con Prince mientras la prensa indie le encumbraba a lo más alto, situando su disco en uno de los mejores del 2008.
Mientras, Justin se preocupaba por cómo tocar en directo sus canciones, le importaba un bledo si gustaba o no y pasaba las noches viendo compulsivamente episodios de "Doctor en Alaska", serie a la cual considera poco menos que una religión. Si aquel primer disco sonaba a invierno, éste "Bon Iver" del 2011 suena a deshielo, como los arreglos y afiladas voces de "Hinnom, TX" o el estallido angelical de "Perth" con una batería que gatea tras los susurros ahogados de Justin. "Minnesota, WI" rompe el comienzo con una percusión magnífica y unos cambios de ritmo sorprendentes.
"Holocene" nos devuelve al Bon Iver del primer disco, mezclado a sabias dosis con Elliott Smith hasta que un redoble interminable nos guía hacia el final del tema. La majestuosa "Calgary" evoca el vapor de las cataratas al caer, lo étereo, lo más bello. Y es que los arreglos del disco están trabajados al máximo y hacen que las canciones encajen como un rompecabezas mientras dotan al disco de una unidad que, lejos de cansar, lo enriquece coloreándolo con texturas.
La suite "Lisbon, OH" te conduce al final del disco en donde te encontrarás con "Beth / Rest" y la voz de Bon Iver sonando ligeramente más grave, arropada por guitarras eléctricas que aullan y teclados que abrigan del frío.
Estar deprimido es bueno para la creatividad pero de vez en cuando es bueno un poco de calor, el invierno no sería tan bonito ni evocador si después no viniese la primavera.
© 2011 Jesús Cano