El nuevo disco de The Strokes, Angles, no es tan malo como parece, quizá sea culpa nuestra por tener tantas expectativas en él, por habernos hecho ilusiones y esperar otro This Is It o, como premio de consolación, un First Impressions Of Earth. Esperábamos un disco directo y contundente y lo que nos hemos encontrado es un batiburrillo de ideas bajo un sonido retro y electrónico, pretendidamente nuevaolero, sin rumbo y caótico muchas veces.
No todos los grupos funcionan de la misma forma. El consenso creativo es, a veces, necesario pero, en otras ocasiones, lo mejor suele ser un líder que decida (por no hablar de esos que se erigen dictatorialmente exprimiendo a sus compañeros e imponiendo gusto y criterio con desiguales pero siempre interesantes resultados).
Lo que a unos grupos les va bien a The Strokes les ha ido mal, en este Angles se vislumbran demasiadas cabezas pensantes, demasiadas ideas y ninguna dirección en concreto.
Como canta Julian Casablancas en la inicial Machu Picchu; "Estoy poniendo tu paciencia a prueba", The Strokes nos prueban durante todo el disco ya que excelentes canciones como la que acabamos de nombrar, Under Cover Of Darkness, Two Kinds Of Hapinness, la instantántea y maravillosa Taken For A Fool (que debería haber sido el primer single) y Life is Simple In The Moonlight o las minimalistas Games y Call me Back son pasadas por la turmix de capas y capas de sonido aséptico y supuestamente electrónico que lo único que consigue es disimular y rebajar composiciones que habrían resultado si las hubiesen grabado hace cinco o diez años bajo el ojo crítico de un Julian Casablancas que, sin embargo, ahora ejerce de vouayer del desastre y la apatía reinantes en el seno del grupo, grabando las voces alejado de sus compañeros, una decisión que se traduce en una absoluta y preocupante falta de química.
Gratisfaction es interesante por su ritmo setentero y sus guitarras mientras que Metabolism nos recuerdan a unos MUSE de tercera regional en un alarde que arrancará más de un bostezo al oyente.
Un disco con un envoltorio difícil (como ya anuncia su horrorosa portada) con una sorpresa muy dulce en su interior. Si hubiese sido publicado en los ochenta hoy podríamos hablar de un disco de culto pero llega tarde y mal.
© 2011 Jesús Cano